LA NARRATIVA DE SU MUERTE.
El 18 de julio de 1872, el doctor Ignacio Alvarado fue llamado a Palacio Nacional para atender al presidente de la República, Lic. Pablo Benito Juárez García, aquejado de un fuerte dolor de pecho. A las 7 de la noche, el mal fue empeorando, y alrededor de las 10 de la noche, de acuerdo con la técnica terapéutica de entonces, se le vertió “agua hirviendo sobre la región del corazón”.
Poco antes de las 11, Juárez llamó a una persona del servicio, y le solicitó que le comprimiera con la mano el lugar donde sentía el dolor. A las 11:25 de la noche, el presidente se recostó para morir cinco minutos después.
A las 5 de la mañana del 19 de julio, los cañones anunciaron a los ciudadanos que el presidente de la República había muerto. Cuatro horas más tarde, la diputación permanente sesionó de manera extraordinaria para proceder, conforme a la Constitución, a nombrar al titular de la Suprema Corte de Justicia, Sebastián Lerdo de Tejada, como presidente interino.
El cadáver —vestido de etiqueta, con la banda presidencial y un bastón en la mano derecha como símbolo de mando— fue expuesto los días 20, 21 y 22 en el salón de embajadores de Palacio Nacional. Cuatro francmasones montaron guardia de honor por orden de su Gran Logia.
La mañana del 23 de julio se verificaron los funerales; el pueblo comenzó a ocupar desde muy temprano la Plaza de la Constitución y las calles por donde pasaría el cortejo fúnebre. A las 10 horas, cuatro cañones anunciaron a la ciudad que los restos mortales de Juárez salían por la puerta central de Palacio Nacional para ser conducidos al Panteón de San Fernando. Miles de personas de todas las clases sociales contemplaron la procesión.
Para la ceremonia oficial fue colocado un templete en donde se ubicaron los deudos de Juárez, los miembros del Ejecutivo, los del cuerpo diplomático y los representantes de los poderes Legislativo y Judicial. Los restos se colocaron sobre un catafalco y se procedió a la lectura de los discursos. Concluidas las alocuciones, el cadáver fue inhumado en el sepulcro de la familia Juárez Maza, en medio de 21 cañonazos.
Los funerales concluyeron a las dos menos cuarto. El cuerpo sin vida de Juárez fue el último en ser sepultado en San Fernando, donde permanece hasta nuestros días. Los funerales concluyeron a las dos menos cuarto.
El cuerpo sin vida de Juárez fue el último en ser sepultado en San Fernando, donde permanece hasta nuestros días.
LOS BOTONES DEL TRAJE OSCURO DE “JUÁREZ”
PRIMER BOTÓN: EL MITO DEL “INDIO”.
Pablo Benito Juárez García engendró el mito del “indio” que llegó a ser presidente, podríamos decir en primer lugar que el argumento indigenista apeló a inspirar a los mexicanos un sentimiento épico nacionalista. Lo cierto es que Benito Juárez, influenciado por la masonería, estuvo más cercano a las élites liberales que a la raíz indígena de la cual incluso renegaba.
Cuando se habla de este periodo de la historia es difícil distinguir entre liberales y conservadores, como hoy es complejo distinguir entre derechas e izquierdas.
SEGUNDO BOTÓN: EL INTERES DEL PODER DE “JUÁREZ”.
Instalado el gobierno de Maximiliano, con el apoyo de los Conservadores, Benito Juárez tuvo que salir huyendo de la capital y conformó un gobierno itinerante que se empeñó en retomar el poder; cuestión en la cual buscó apoyo en el extranjero. El Tratado “McLane Ocampo” es uno de los ejemplos claros del interés de Juárez y de los liberales por recuperar el poder, pues por medio de éste apelaron al apoyo de Estados Unidos para legitimar el gobierno juarista. En realidad, el Tratado era violatorio de la soberanía nacional pues permitía el acceso de los militares norteamericanos al país y cedía a perpetuidad el paso por el Istmo de Tehuantepec, una zona estratégica que siempre ha estado en la mira de los norteamericanos.
México cedía a Estados Unidos los derechos de tránsito mediante dos franjas, una de ellas por Sonora hasta el Mar de Cortés en frontera con Arizona y la otra por el puerto de Mazatlán hasta llegar a Matamoros y al sur de Texas. El presidente Buchanan favorecía a Juárez y estaba dispuesto a pagar 4 millones de dólares por los beneficios que obtendría en territorio mexicano. El dinero lo usaría Juárez para financiar la guerra contra el Partido Conservador que apoyaba a Maximiliano.
Podríamos preguntarnos si este tipo de acuerdos habían sido consultados al pueblo de México y de antemano sabríamos que la respuesta es negativa. Este tipo de decisiones han sido el haz bajo la manga de los políticos.
Si bien en el discurso de Juárez se buscaba sacar a los “invasores” franceses del territorio nacional, se estaba dando la entrada a los invasores norteamericanos. Por medio de este acuerdo, el Gobierno republicano de Juárez buscó ser reconocido ante la comunidad internacional con el fin de expulsar a Maximiliano. A pesar de que el Tratado no fue ratificado, ayudó a la derrota con los invasores, sin embargo, ni siquiera el restablecimiento de la República ni el asesinato de Maximiliano traerían al pueblo de México los bienes que los liberales proclamaban, al contrario. Detrás de la postura de liberal de Benito Juárez se esconde el interés de las élites por retomar el control del territorio nacional.
De hecho, las llamadas “Leyes de Reforma” de corte liberal, no sólo fueron la base para un Estado “laico” que quitó propiedades de la Iglesia, sino que esas mismas leyes fueron la vía para el despojo de las tierras de los pueblos indígenas.
Muchas comunidades perdieron sus tierras comunales por medio de la desamortización y no las recuperarían sino con el gobierno de Lázaro Cárdenas y posteriormente, en 1992 las volverían a perder bajo el TLCAN, el Tratado de Libre Comercio que “modernizaba” a México. De nuevo un Tratado con Estado Unidos que ha puesto en desventaja a nuestro país.
Podemos decir que Juárez no es como nos lo pintaron y que, como decía Zapata, siempre que alguien toma el poder, se corrompe. Del mismo modo, los Tratados hechos por los poderosos para mantenerse en el poder, no son garantía de beneficio para el pueblo de México. Aunado a ello, los pueblos indios son los eternos olvidados de México, quienes siempre han pagado las consecuencias desde la conquista de una guerra de 500 años.
TERCER BOTÓN: “PABLO BENITO JUAREZ GARCIA, NUNCA FUE AUSTERO”.
Si Pablo Benito Juárez García Juárez es el referente de la nueva austeridad republicana, del Gobierno de hoy, hay una confusión. Uno puede pensar que la austeridad en el gobierno es deseable, pero no invocando a Pablo Benito Juárez García. y a la inversa, se puede admirar a Pablo Benito Juárez García, pero no por su austeridad. Es conveniente a una narrativa populista; acaso es debida a la ignorancia o a una lectura romántica de la historia. En todo caso, se trata del melodrama advertido por San Francisco de Sales: un desorden espiritual que mezcla medios con fines.
CUARTO BOTÓN: ¿CUÁLES FUERON LOS SALARIOS DE GOBIERNO DE PABLO BENITO JUÁREZ GARCÍA Y SU GABINETE?
El sueldo de los presidentes se estableció desde 1824, los diversos presupuestos de egresos de la federación de la época indican que el sueldo de don Pablo Benito Juárez García como presidente era de $30,000 treinta mil pesos anuales, el equivalente hoy a unos 12 millones setecientos mil, o bien, un millón sesenta mil mensuales. Es decir, cerca de cuatro veces el sueldo de los presidentes neoliberales Fox, Calderón y Peña Nieto.
Si multiplicamos eso por los años que fue presidente, Pablo Benito Juárez García obtuvo del erario de unos 139 millones de pesos de hoy, lo que es más o menos consistente con su herencia, descontando el gasto de vida.
Para evitar polémicas innecesarias sobre cuánto duró la presidencia de Pablo Benito Juárez García, tomemos como inicio 1861, la fecha en que entró triunfal a la Ciudad de México después de la Guerra de Reforma y fue verdaderamente electo si bien ese periodo se vio interrumpido por la intervención francesa y el Segundo Imperio de México (1864 a 1867), como sabemos Pablo Benito Juárez García extendió unilateralmente su mandato hasta el fin del conflicto, lo que le permitió cobrar su sueldo retroactivo cuando regresó a la capital en 1867.
Después se reeligió para el periodo 1867-1871, y una vez más para el periodo 1871-1875, que la muerte le impidió concluir. Así, según los registros, es probable que haya cobrado como presidente de la república un total de 11 años: de 1861 a 1872.
Nada indica ni en Pablo Benito Juárez García ni en el gobierno justa medianía. Pablo Benito Juárez García siendo Gobernador en Oaxaca ganaba $4 mil pesos anuales, casi dos millones de los de hoy. Un ministro de Estado ganaba $8 mil, o casi cuatro millones actuales. Los senadores y diputados, $4800, equivalentes a dos millones hoy. Un general de brigada y de división, $4500 y $6 mil respectivamente, o cerca de dos y tres millones de hoy. Sin embargo, para evitar anacronismos tramposos, revisemos los salarios del pueblo: para efectos de la comprensión, que indicaría la verdadera desigualdad.
QUINTO BOTÓN: ¿QUÉ TENDRÍA DE MALO UN GOBIERNO RICO SI EL PUEBLO ES RICO? LOS SALARIOS DEL PUEBLO.
Un peón de una mina en Dolores, Guanajuato, en las que tenía acciones Pablo Benito Juárez García ganaba $135 pesos anuales, más o menos cinco mil mensuales hoy, o sea, 222 veces menos que Pablo Benito Juárez García. Un mozo: $146 pesos anuales. Una secretaria: $292 pesos anuales. Una maestra de secundaria $600 pesos anuales. Un artesano (sastre, carpintero, tejedores, forjadores): entre $36 y 432 pesos anuales. Una empleada doméstica entre $24 y 144 pesos anuales. Y un poquito más arriba, en lo que podría considerarse la clase media y media alta, un corrector de imprenta: $840 pesos anuales. Un administrador de imprenta $1,500 pesos anuales. Un director o Ingeniero de mina $3,120 pesos anuales. Y en la parte más alta, el director de una compañía minera: $8 mil anuales.
Como es habitual, y más en los hombres autoproclamados eternos, la muerte sorprendió a Pablo Benito Juárez García en 1872, en medio de duras críticas por su reelección forzada, de manera que, a pesar de ser abogado, no dejó testamento, por lo que su yerno, el escritor cubano Pedro Santacilia, tramitó la sucesión legítima en el juzgado sexto de la Ciudad de México en 1873, y la concluyó ante el notario José Villela.
El expediente es público y se ubica en el Archivo de Notarías, que curiosamente abrió López Obrador cuando era jefe de Gobierno en 2005. Además, conocemos las enormes fortunas que, derivadas de la desamortización y la transferencia de riqueza, acumularon los allegados a Pablo Benito Juárez García: “de las fortunas ‘coloniales’ a las liberales, fueron Pablo Benito Juárez García y sus amigos los principales beneficiarios de esas expropiaciones.
Las familias que después se consideran la élite porfirista son nuevos ricos juaristas, empezando por el famoso secretario de Hacienda, José Yves Limantour, cuya riqueza fue construida por su padre con base en propiedades religiosas de las que se apropió gracias a la Reforma.”
Los poderosos, del color y el bando político que sean: liberales o conservadores, de derecha o pseudo izquierda, siguen jugando una guerra sobre el destino de las mayorías sin avisarnos ni consultarnos con el fin de mantenerse en el poder. Hoy día la historia en nuestro país una moneda sigue echada al aire y sólo el pueblo mexicano decidirá si cae Águila o Sol, o quizá, si tenemos suerte, caiga de canto.