Córdoba, Ver.- Si tu eres una adolescente que tu novio te prohíbe vestir de determinada forma, que no te maquilles, te separó de tus amigos, te cela sin motivo, checa tu teléfono móvil, a cada rato pide que te reportes y hasta que le des la “prueba” de tu amor, eres una víctima de la violencia.
Como estos casos hay muchos, pero la mayoría de las chicas callan para que no se enteren los demás del problema que enfrenta con su “amado”, por temor a sus padres, porque tienen baja autoestima, y sobre todo miedo a su galán.
En Córdoba, en el 2013 Mujeres con Derechos, A.C., atendió cuatro de adolescentes violentadas por sus novios, en el 2014 van dos, sin embargo, hay muchos más casos que están en el anonimato porque la mayoría de las chicas no denuncian a su agresor.
JANETH, POR AMOR CAVÓ SU TUMBA, CON VALOR SALIÓ DE ELLA
Janeth, es una chica de 21 años de edad, vivió en carne propia la violencia cuando tenía 15 años, y estudiaba el bachillerato. Tuvo la desgracia de conocer a Luis, a quien creyó su príncipe azul, pero con el tiempo se convirtió en su verdugo.
Por obvias razones no permitió se le fotografiara el rostro, pero compartió su historia con este medio de comunicación, etapa de su vida que aunque fue la peor, no se arrepiente porque le quedó lo más hermoso que una mujer puede tener: su hijo.
A sus 15 años ingresó al bachillerato de la ESBAO, uno de sus amigos le presentó a Luis, al conocerlo le pareció muy guapo, y el día que comenzaron a “andar” se sintió la mujer más feliz, porque fue la elegida y la envidia de sus amigas.
Aunque Luis ni estudiaba ni trabajaba, eso no le importaba, lo importante es que estaban juntos, pero esa relación cambió con el tiempo, hasta convertirse en su prisión, porque su príncipe se convirtió en sapo, el más feo de todos, no por su físico sino por toda la violencia que guardaba y la descargó en ella, al grado de golpearla.
Janeth dejó de estudiar, se fue a vivir con Luis, ese fue su peor error, su casa fue su prisión, la chica alegre que algún día fue no quedó nada, porque él la celaba, no la dejaba salir, ni siquiera visitar a su familia, así pasaron dos años, ella quedó embarazada, ese fue su motivo para continuar su calvario porque temía quedarse en la calle y sin él.
Fue víctima de la violencia en todos los sentidos, su autoestima quedó por los suelos, siempre se repitió de las palabras de su madre, “ojalá y algún día no te arrepientas”, y por supuesto que así fue, pero ni cómo retroceder el tiempo.
En todo ese tiempo Luis sólo tuvo trabajos esporádicos, de todos los lugares lo despedían por incumplido, es que no estaba acostumbrado a trabajar, por ello, había ocasiones que ella no comía, prefería comprar la leche para su hijo, y así pasó un largo año.
Afortunadamente algo ocurrió en ella y se dio cuenta de que estaba mal y no quería arrastrar a su hijo a vivir en la desgracia, se armó de valor y abandonó a Luis, claro que fue difícil porque tuvo que vencer el miedo, pero lo logró. Hoy su vida es diferente y comparte su historia para que sirva de ejemplo.
VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO, UN CIRCULO VICIOSO QUE SE APRENDE EN EL HOGAR
Margarita Moreno Castro, presidenta de Mujeres con Derechos, A.C., explicó que la violencia en el noviazgo se da en chicas que nacieron y vivieron en un hogar violento, por ejemplo, el hombre ideal para la niña es el papá, y de forma inconsciente buscará un novio agresor.
Al vivir en un hogar violento, la violencia llega a ser parte de su vida, y si no hay quien las oriente, que necesitan apoyo psicológico para romper ese círculo vicioso, hacen caso omiso y se enrolan en una relación enfermiza.
Contó, en el último año se dieron tres casos donde las chicas se casaron con su agresor, tanto llegó a ser la dependencia que desarrollaron con su agresor que pensaron de forma errónea que sin ellos no valían nada. Les es difícil romper el círculo vicioso.
Incluso, hasta las chicas universitarias también son víctimas de la violencia, es errónea la idea de que mientras más preparación académica menos sufren por esta causa, la realidad es que en todas las clases sociales se da, pero en los más “preparados” y con estatus callan.
Cuando dos personas enfermas se juntan no pueden dejarse, de forma inconsciente se acoplan, porque vienen del mismo estilo de vida, ahí está el origen de los feminicidios, porque uno agrede, la otra se deja.
La violencia se da mucho en secundaria y bachillerato, puede ser emocional, psicológica, económica y hasta sexual, hay algunas adolescentes que piden ayuda a alguna asociación o institución, pero no van acompañadas de sus mamás, sino de una amiga, porque de ninguna manera quieren que sus padres se enteren, mucho menos denuncian.
Desafortunadamente, por no haber una persona adulta que respalde a la joven ésta abandona la ayuda que buscó, cayendo nuevamente en el círculo vicioso de la violencia, y ese será su modo de vivir y lo buscará de forma inconsciente.
Es importante que los papás conozcan al novio de su hija, lo investiguen, de qué familia, cómo es de carácter, porque si a la chica le da una cara y en casa es agresivo, seguro que en el futuro cambiará y ahí se prende un “foco rojo”.
Para salir de este círculo vicioso, la joven tiene que reconocer que está enferma psicológicamente por depender de alguien y debe recibir tratamiento profesional de un psicólogo o psiquiatra.
En las escuelas, los maestros deben hablar abiertamente de la violencia y sus consecuencias, porque es la mejor forma de informar y el mensaje llegue a los jóvenes. Es un trabajo conjunto en la sociedad.
EN MÉXICO, EN 7 DE CADA 10 PAREJAS HAY VIOLENCIA
De acuerdo al Instituto Mexicano de la Juventud, en siete de cada 10 parejas se da la violencia física y verbal, derivado de los patrones que vivieron y aprendieron en sus hogares.
México ocupa el décimo cuarto lugar a nivel internacional en agresión a las mujeres, lo que significa que nueve de cada 10 mexicanas de entre 12 y 19 años de edad son agredidas durante sus noviazgos, y sólo cinco están conscientes de que tienen un problema.
A nivel internacional, el promedio de violencia en el noviazgo alcanza el 30 % de las parejas, por lo que la medición de 76 % validada por la Organización Mundial de la Salud, sitúa a México ante un problema social grave y complejo.
PATRONES DE CONDUCTA SE PUEDEN REVERTIR CON TRATAMIENTO PROFESIONAL
Javier García García, director del hospital psiquiátrico “Doctor Víctor Manuel Concha”, explicó que cuando los jóvenes caen en la violencia, es porque repiten los patrones de conducta que ven en sus padres, y si no reciben tratamiento profesional, lo transmitirán inconscientemente a sus hijos.
Está demostrado que cuando hay confianza entre padres e hijos, juntos resuelven los problemas, es más difícil que los hijos caigan o repitan patrones de conducta.
Para que el tratamiento funcione la persona tiene que aceptar que está enferma emocionalmente y con mucha fuerza de voluntad puede salir del problema.