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Gobernador, permisivo

A ver, a ver, a ver. No se hagan bolas, dijera el ex presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari. Ayer el jefe del ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, en su matutina conferencia de prensa salió por enésima ocasión en defensa del gobernador veracruzano, Cuitláhuac García Jiménez, quien ha sido duramente cuestionado por la asignación directa de millonarios contratos para la compra de patrullas y de medicamentos y el presunto conflicto de intereses que habría.

López Obrador dijo que en nuestro estado se “acabó la robadera” y sostuvo que el gobernador es un hombre “honesto” y yo coincido con él. Hasta ahora no hay nadie que pueda acusar, tan sólo insinuar, que Cuitláhuac García es un corrupto, ladrón, tampoco que se ha enriquecido al amparo del poder.

Creo que además del hartazgo social, su fama de honesto fue uno de los factores que lo llevaron a ganar la gubernatura, pero desafortunadamente, no podemos decir lo mismo de sus colaboradores y tampoco me refiero a los integrantes del gabinete, salvo sus excepciones, pues ya sabe que nunca falta las aves carroñeras que quieren meter a la nómina al marido, a los hijos, al tío, al sobrino, al hermano, a la amante, etc, etc, etc. Pero bueno, esa es otra historia.

No, me refiero, ya lo he dicho y lo sostengo, a muchos de los directores y subdirectores administrativos de las dependencias, jefes de compras o adquisiciones, encargados de almacén, a ese tipo de mandos, muchos de los cuales son verdaderos pillos, esos son los que realizan las operaciones, los que pactan porcentajes, los que a valores entendidos saben que si es necesario su cabeza es la que va a rodar y serán ellos los que inclusive podrían pisar la cárcel si algo sale mal.

El pecado, la omisión que podría estar cometiendo el gobernador García Jiménez es ser permisivo, que no se atreve a dar el manotazo en la mesa y poner un límite a lo que le resulta perjudicial al estado, a los ciudadanos y a su administración.

Por ejemplo, nadie podría decir que el ex gobernador Miguel Alemán Velazco es un hombre corrupto, todo mundo sabe que él nació millonario y seguramente acabará sus días heredando a sus hijos y nietos una inmensa fortuna. Pero todos sabemos que durante su sexenio fue sumamente permisivo con personajes como su sobrino Sergio Maya Alemán, ex subsecretario de finanzas; con Lorenzo Lazo Margaín, ex jefe de la oficina del Programa de Gobierno y con Roberto López Delfín, su ex secretario particular, en contra de quienes hubo infinidad de señalamientos por el manejo discrecional de miles de millones de pesos, lo que al cabo de los años dejó a la entidad más endeudada.

Es quizá la misma historia de Cuitláhuac, no es él quien se estaría manchando el plumaje, pero innecesariamente se vuelve cómplice por guardar silencio, por no poner un freno y castigo ejemplar, es su nombre y la buena reputación de su familia, la honorabilidad de su padre Atanasio García Durán, la que se está enlodando.

Quienes hemos tenido la oportunidad de platicar con él, de escucharlo, de ver de cerca su comportamiento, sabemos que el gobernador es un hombre noble, de buenas intenciones, pero es un político acotado, maniatado, limitado y con poco margen de decisión, con un secretario de Gobierno impuesto, un secretario de Seguridad Pública también, un súper delegado bonachón y buena gente al que muchos se le quieren subir a las barbas, un fiscal general que obedece a los intereses de los Yunes, un Congreso local con mayoría Morena, pero que no logra los acuerdos necesarios, una contralora general que se siente modelo de pasarela y no fiscaliza pero ni a su servidumbre……pufff, más complicado es imposible. En esas circunstancias es muy complicado gobernar, pero no es imposible.

Cuitláhuac no debe perder de vista que por las razones que sea, todavía tiene el respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ayer estuvo en su sexta gira por el estado y visitó el municipio de Tierra Blanca. Al ser abordado por los medios de comunicación para entrevista, abrazó al gobernador y afirmó con absoluta seguridad que es un hombre honesto, que los que estaban eran “ay nanita”, pero la robadera se acabó.

Con todo el respeto a su investidura presidencial, su verdad es parcial, no es absoluta, Cuitláhuac sí es honesto, pero tengo serias sospechas de que la robadera continúa, de que los morenos le abrieron la puerta a ex funcionarios maleados, hampones, que se metieron hasta la cocina y quienes se están despachando con la cuchara grande.

Señor gobernador, los veracruzanos que con su voto a favor le confiaron conducir el estado, tarde que temprano lo van a enjuiciar por sus actos y es mil veces preferible que lo juzguen por hacer, hacer, equivocarse, volver a hacer y volver a equivocarse, pero no por cruzarse de brazos y permitir que siga el saqueo de Veracruz. No defraude la confianza de su jefe político el Presidente, conste.

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