Causas y efectos

¿Evadir responsabilidad?

Columna Causas y Efectos de Alfredo Rios

*Reto: Reactivar la inversión
*Turismo, joya económica
*Ilegal la cuota escolar

Refieren los escritos religiosos que Poncio Pilatos, gobernante impuesto al pueblo israelita, ordenó que ante la multitud le acercaran agua y un lienzo, con el propósito de “lavarse las manos” y quedar limpio de culpa, ante la criminal multitud que enardecida demandó la ejecución en la cruz de Jesús de Nazaret…

Desde entonces, muchos son los funcionarios públicos que “se lavan las manos”, pese a ser copartícipes de irresponsabilidad ante omisiones y desaciertos, los ejemplos son históricos así como de notoria actualidad, porque la manipulación tanto gubernamental como en el ámbito de partidos políticos, de hecho se ha convertido en una práctica cotidiana, sobre la cual incluso nos hemos habituado y no faltan quienes la califican como “institucionalizada”. 

Cierto es que nos encontramos en la etapa más agresiva de la pandemia, desde sus inicios hace ya más de año y medio, claro que el oleaje pandémico actual en lo referente a víctimas de la pandemia, es el más acelerado y peligroso que se ha presentado en tierras mexicanas, por lo que resulta incuestionable que los días actuales, constituyen los de mayor riesgo que hasta el momento hemos afrontado, sin embargo, todo indica que priva una línea gubernamental a nivel nacional, para  que los funcionarios públicos no refieran con puntualidad el real peligro por el que transitamos, e incluso, se advierte que las medidas de restricciones, se han aplicado con mayor energía en el pasado que en el presente.

Lo más extraño de todo, es que pese a hospitales saturados y cientos de muertos diarios (incluyendo niños) en regiones como la veracruzana, las autoridades no endurezcan las medidas de protección y auto-protección, con la misma energía de oleajes anteriores, lo que obligadamente registra opiniones en dos vertientes:

Una es que las autoridades han determinado “bajarle el volumen” a la preocupante emergencia, con la idea de restarle importancia a los mortales niveles de contaminación, objetivo que persigue el hacer sentir que tales escenarios, son ya una forma de “nueva normalidad” y, que por lo mismo, vamos en rutas ascendentes en el renglón de recuperación económica, “lo que es bueno para todos los mexicanos”.

La otra tendencia es sembrar la idea de que quienes se contagian, no es por responsabilidad de oleajes pandémicos que sobrepasan la capacidad gubernamental para contenerlos, sino porque en el seno del colectivo social no se ha adquirido la conciencia y la formación, que tales agresiones a la salud son por la violación a las normas de conducta  y de auto-protección, claramente dictadas por las autoridades , “quienes ya cumplieron” vacunando al pueblo y dictando los nuevos estilos de vida que debemos practicar, “porque la salud personal es responsabilidad en primer nivel de los ciudadanos, no de los espacios gubernamentales”.

En concreto y sobre el tema, el evitar el contagiarse luego del dictado de conductas a seguir, elaborado por las autoridades, se pretende que deje de ser una responsabilidad directa del gobernante, en un aparente intento de que sea trasladada en su totalidad, tal responsabilidad, a los integrantes del colectivo social, lo que aparentemente libra de responsabilidad al gobernante y, obviamente, habrá de referir como culpables en primer nivel a los padres, a los hijos y a los nietos, en cada contexto familiar en el que se registren contagio, pero nunca a las instituciones gubernamentales “porque ellas ya cumplieron con marcar las reglas”.

De confirmarse tales tendencias que, por hoy, sólo conforman comentarios en algunos espacios del colectivo social mexicano, seguramente sobrevendrán referencias de indignación ciudadana, porque tales prácticas y escenarios no encuadrarían en el contexto del pensamiento de los mexicanos, quienes consideran que en todo y por todo, ante escenarios de rangos pandémicos, desde los primeros brotes hasta la saturación del problema en los espacios de salud pública, son las autoridades federales, estatales y municipales, las mayor y permanentemente comprometidas y responsables para lograr superar el problema de “salud pública”, todo ello más allá de lo haga o deje de hacer el ciudadano, porque quien debe mantener el orden y el cumplimiento a las normas de conducta, así como de exitosa atención médica, lo son los diversos espacios gubernamentales, escenarios que resultaría  una aberración trastocarlos en sus objetivos fundamentales, que es mantener niveles apropiados de salud pública y salvar vidas, sin que exista fundada argumentación para evadir el nivel de responsabilidad.

Lo que se lee

Es incuestionable que el impulsar desde las esferas gubernamentales la generación de fuentes de trabajo, constituye el crear las mejores armas para impulsar (pero en serio) más y  mejores niveles de bienestar, al tiempo que se deben crear e institucionalizar (pero en serio y debidamente cimentados) organismos de capacitación en diversas áreas laborales, todo ello en el marco de programas combinados, para que la generación de nueva mano de obra capacitada, realmente encuentre empresas en dónde desempeñar su actividad laborar.

Apoyar financieramente a los adultos mayores en lo general con un “respaldo económico permanente”, es una de las más notables y positivas acciones del actual Gobierno de la Transformación, programa por el cual incuestionablemente registrará un aval en las líneas positivas de la historia.  

De la misma forma, en el contexto del combate al desempleo, se podría generar una alianza entre los sectores gubernamentales federal, estatales y municipales, con los núcleos empresariales, para abrir rutas hacia la creación de pequeñas y grandes empresas, que estimulen la contratación de nuevos trabajadores, lo que en parte también impulsaría la generación de positivas fuentes laborales, mismas que tengan como objetivo el lograr su autonomía económica y desarrollo exitoso… Así las cosas, más que castigar al sector empresarial, lo que se requiere es abrir rutas hacia acuerdos mutuos, que consoliden la generación de más y mejore fuentes de empleo, porque ello generará bienestar.

Mucho falta por hacer en materia laboral en nuestras tierras mexicanas, pero lo menos recomendable es sembrar desconfianza en el sector empresarial, mismo que pudiera dar curso a dudas e incluso temor para invertir en México, por ello quien Gobierna debe reflejar confianza hacia el inversionista, hacer lo contrario constituye una aberración.

Lo que se ve

Se ha referido con frecuencia que la actividad turística representa en todo el mundo una de las joyas más valiosas de la economía, tanto por los ingresos que representan, como por la derrama económica que su actividad constituye… Del turismo pueden vivir bien los empresarios hoteleros, restauranteros, así como empresas destinadas a la diversión, referencias a las que se suman miles de grandes y pequeños negocios, incluyendo a quienes por las calles venden tortas, dulces o antojitos y, ya no hablemos de lo que la actividad representa para las grandes y pequeñas empresas del transporte.

Sin embargo, paralelamente a la pandemia, los gobiernos municipales, estatales y federales, han dejado de promover el turismo, reacción que debe ser calificada como “correcta” ante la amenaza de los oleajes contaminantes, situación que ha colocado al ramo empresarial y al pequeño comerciante ante severos retos financieros, escenario que hasta la fecha es difícil de superar y sobre el cual, las autoridades deberían registrar especial atención, precisamente en apoyo de quienes más lo requieren.

Lo que se oye

De siempre me he preguntado: Por qué si las leyes refieren que la educación primaria es gratuita, los padres de familia deben pagar cuota de inscripción y, si no les alcanzan los recursos, cumplir con faenas de trabajo que equivalen al “costo” de la inscripción…

La educación primaria, simple y sencillamente en México es gratuita, si se trata de escuelas del sector oficial (siendo también obligado para el sector escolar, que todo niño mexicano encuentre un  espacio para realizar sus estudios,  por lo mismo no debería de costarle ni un centavo el ser alumno de una escuela pública y, si para sus actividades la Sociedad de Padres de Familia, requiere de cuotas sufragadas por los familiares de los alumnos, ésta aportación debe ser clara y notoriamente voluntaria, sin que se convierta en una obligación para ningún padre de familia, referencia que debe ser supervisada por los propios maestros y directivos de las escuelas, para evitar que los alumnos e incluso los padres de familia, registren escenarios de obligatoriedad que se encuentran fuera de la legalidad.

Ya basta de tantos escenarios escolares que incluso “se oficializan” y que, de manera notoria, claramente contravienen lo que marca la Constitución y los ordenamientos derivados de la misma… ¿Y dónde se encuentran las autoridades? 

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