Un día de 1943, muere en el campo de exterminio de Auschwitz, en Alemania, el militante y empresario judío Jacobo Granat, un amigo del presidente mexicano Francisco I. Madero. Granat destacó como empresario cinematográfico al dedicarse a la distribución y exhibición en México de películas extranjeras. Durante el tiempo que residió en dicho país, fue un promotor asiduo de las reuniones entre judíos, que se preocupaban mucho por su comunidad.
Jacobo Granat, nacido en 1871 en Lvov en Ucrania, entonces parte del imperio austriaco, llegó de Austria en 1900 a invitación de su tío Jacobo Kalb y se estableció primero en el puerto de Veracruz, donde permaneció un año. Empezó a trabajar con ganas de prosperar y aprovechar las buenas condiciones que el gobierno de Díaz ofrecía a los europeos. El clima difícil y la soledad lo condujeron a viajar a la capital, donde llegó a principios del año de 1902. Se dedicó primero a la venta de curiosidades, tales como tarjetas postales y fotografías, en una tienda de la calle San Francisco, en el centro de la capital. Esta actividad lo puso en contacto con artistas y fotógrafos, posiblemente entre ellos Guillermo Kahlo.
Su capacidad de desarrollar negocios lo llevó a decidirse por dar al público una sana diversión que empezaba a propagarse también en Europa. El cine fue el negocio que Granat desarrolló a partir de 1906, comprando la primera sala a la que llamó El Salón Rojo. El Salón Rojo ocupaba la Casa de Borda, una construcción palaciega de características eclécticas, pero más tendiente al neoclásico, edificada por don José de la Borda hacia 1775. Se encontraba en la esquina de las calles de San Francisco y Coliseo (hoy Bolívar y Madero). Constaba de tres salones de proyección y varios más con espejos que deformaban la figura y otras pequeñas diversiones, así como una cafetería, donde se servían platillos y refrescos.
En ese año de 1906, el periódico El Imparcial describía el lugar: “El local es bien amplio, fue decorado elegantemente y en él se arregló un foro en el que durante los intermedios de las exhibiciones para darles mayores atractivos un grupo de artistas cantará romanzas de los mejores repertorios francés, italiano y español. Tiene una variada y numerosa selección de vistas cinematográficas. Las tandas comenzarán desde las cuatro de la tarde y durarán hasta las once de la noche…” El Salón Rojo fue por muchos años lugar de diversión para los aristócratas y burgueses de los primeros años del siglo XX.
Pero también este espacio fue utilizado como foro para realizar conferencias y mítines de todo tipo, ya que Jacobo Granat era muy dado a participar en todos los eventos culturales de la ciudad pero además estaba al tanto de las ideas revolucionarias de Madero al cual conoció personalmente y con el que trabó una estrecha amistad. Francisco Madero le solicitó en varias ocasiones a Granat la posibilidad de utilizar la sala principal del Salón Rojo para llevar a cabo varios mítines en los cuales propagó sus ideas de cambio y libertad democrática. Jacobo Granat siempre estaba presente en esas conferencias y escuchaba atentamente a su amigo, deseando que lo que estaba proponiendo se convirtiera en realidad.
En 1912, apoyó decididamente la creación de una comunidad judía permanente en México, a la cual nombraron Alianza Beneficencia Monte Sinaí, en la cual se reunieron todos los judíos que entonces radicaban en la ciudad. El 14 de abril de 1913 se acordó formar la mesa directiva de la Sociedad la cual quedó integrada con Jacobo Granat como primer presidente. Para que esa comunidad pudiera dar todo el servicio que requerían sus miembros, Granat solicitó en 1916 al presidente Carranza la apertura de un panteón para la Colonia Israelita de México recién formada.
Para Jacobo Granat, la muerte de Madero fue un gran golpe que lo dejó frustrado y entristecido, pues tenía muchas esperanzas en su amigo y en un cambio en el país. Ya no se sentía cómodo en México. Después de algunos años de indecisión decidió vender sus cines y partió con su esposa de regreso a Europa. En Austria sufrió la anexión de ésta a Alemania y el antisemitismo tremendo que se desató a raíz de la subida de Hitler al poder. Ya no pudieron volver a México y sus parientes tampoco lograron salvarlos. Fueron enviados a un campo de concentración en Alemania y murieron en 1943 en las cámaras de gas en Auschwitz.