En 1861 el arquitecto Charles Garnier, de tan solo 36 años, ganó el concurso patrocinado por el emperador Napoleón III para la construcción de un nuevo edificio. La ópera o palacio Garnier se encuentra en el noveno distrito de París y constituye una síntesis del estilo Segundo Imperio. Su imponente fachada está adornada con numerosas esculturas de mármol en la planta baja, estatuas de bronce dorado en el techo y medallones en el segundo piso, además de una infinidad de columnas que soportan el enorme peso de la construcción.
A través de la escalinata exterior se accede al gran vestíbulo cuya decoración consistente en esculturas de gran tamaño que representan a cuatro compositores importantes del siglo XVII: Rameau, Lully, Handel y Gluck, el autor de Orfeo y Euridice del que hablamos hace dos semanas (https://sucesosdeveracruz.com.mx/desde-el-quinto/orfeo-y-euridice-en-el-teatro-de-los-campos-eliseos/).
Unos escalones conducen al vestíbulo de control que desemboca en la magnífica escalera doble, misma que lleva hacia la sala principal. Pero antes de entrar a ver el espectáculo, visitemos el resto de la planta baja: la Rotonda de los Abonados decorada de arabescos, así como la galería del bar cuyo techo pintado representa una ronda de faunos. Una segunda rotonda se encuentra a un extremo del bar, pero esta es más reciente y su estilo es de los años 1900.
Los grandes corredores están ricamente ornamentados, algunos con mosaicos, otros con espejos, grandes ventanales y elaboradas lámparas de araña en cristal cortado. Estos grandes espacios permiten a los espectadores reunirse antes del espectáculo y estirar las piernas durante el entreacto, deambulando en un espacio excepcional.
La semana próxima entraremos en la sala principal del palacio Garnier para presenciar la ópera Don Pasquale.