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Una llegada subestricia, una salida digna

El 28 de mayo de 1864, llega la fragata austriaca Novara al puerto de Veracruz. Famoso por su reciente vuelta alrededor del mundo, el barco había sido arreglado para acomodar el joven Emperador de México, Maximiliano, su esposa Carlota y sus sequitos respectivos. O sea unas 85 personas, entre ellas oficiales, damas de honor, unos domésticos, tanto austriacos como belgas. Sin tomar en cuenta los preparativos de su recepción del ayuntamiento del puerto y del ejercito francés, cuyos gastos alcanzaban unos 400000 pesos, Maximiliano decidió no desembarcar y pasar la noche en el barco. Se desconoce por completo la razón de esta decisión: ¿el cansancio? ¿cierta decepción ante la falta de verdadero entusiasmo popular? ¿el norte que reinaba ese día en el puerto? ¿un capricho?

Sea lo que sea, la comitiva imperial paso la noche a bordo de la Novara, y en la madrugada del 29, después de oír la misa en el barco, desembarcaron discretamente para dirigirse a la estación del ferrocarril, rumbo a Loma Alta. Después de un breve viaje relativamente confortable de apenas unos 80 kms. tuvieron que amontonarse en diligencias y carretas rápidamente requisadas, para emprender su viaje con apenas una pequeña escolta, sin contemplar una posible acción guerrillera. Continuamente transitado por los vehículos militares, el camino se encontraba en pésimo estado, y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Al anochecer, bajo la lluvia continua del norte, se quebró un eje del carrozo imperial. Los soberanos tuvieron que abandonarlo para sentarse en los sillones inconfortables de otra diligencia. Para colmo, otra carreta volcó, obligando a sus pasajeros a amontonarse en los demás vehículos.

Al llegar finalmente a Córdoba, donde nada estaba previsto para recibirlos, sólo fue posible encontrar un pequeño cuarto para albergar la pareja imperial. Los otros miembros de la comitiva tuvieron que pasar la noche en los diversos medios de transporte disponibles, o quedarse afuera, protegiéndose como podían de la lluvia helada.

Llegando finalmente en Orizaba, donde los esperaba un importante contingente del ejercito francés, se terminó esta epopeya ridícula. Lo menos que se puede decir es que el reino empezó bajo malos auspicios. Como se sabe, se termino trágicamente, con el fusilamiento del Emperador, en el Cerro de la Campana, pero por lo menos, con más dignidad.

La Co(e)baev de Alí Babá

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