En Corto

El empresariado que pasó a la historia

HACE décadas, por su privilegiada ubicación geográfica, su clima generoso y la vocación empresarial de sus habitantes, Córdoba cobró reconocimiento nacional como una de las ciudades más pujantes del país. Nuestra ciudad era una referencia en esa materia para todo el sector sureste del país.

Nada, sin embargo, es para siempre.

Hoy queda muy poco de aquella época de florecimiento. Los factores que generaron esa decadencia han sido muchos, desde la modernización de las vías de comunicación, específicamente la construcción de la autopista a Veracruz, que fragmentó desde entonces el vasto mercado regional que el esforzado empresariado cordobés dominaba, hasta muchos otros más recientes.

Entre éstos últimos no hay que soslayar el efecto adverso de las sucesivas crisis económicas nacionales, así como, más recientemente, la devastadora pandemia que no se acaba de ir y por supuesto la terrible inseguridad que por desgracia ya es permanente.

Hay, sin embargo, que abonar otra circunstancia que ha sido no menos determinante en la debacle del sector privado local. Los grandes emporios empresariales de aquella época tenían un origen familiar, muchos de ellos generados por el esfuerzo desde la primera mitad del siglo pasado, y con el transcurso de los años se habían convertido en prósperos negocios de abolengo.

Cualquier cordobés con un poco de conocimiento de su entorno, recuerda por lo menos los apellidos de una treintena de esas familias. Así, se contaban los importantes negocios comerciales, azucareros, cafetaleros, metalmecánicos, de servicios, etcétera, que incluso desarrollaron un creciente mercado de exportación.

Pero llegó el relevo generacional y los hijos y nietos de aquellos esforzados empresarios, ya no desarrollaron el mismo sentido de pertenencia y compromiso con su ciudad, la mayoría estudiaron fuera incluso del país, se apropiaron de otros criterios e intereses y pusieron sus miras en otra parte, lo que significó el declive de numerosos grupos empresariales que ahora ya no existen o están en franca extinción.

Y si a todo lo anterior, se agrega la ausencia de políticas públicas para impulsar real y no simuladamente la actividad productiva local, por parte de autoridades estatales y municipales que han llegado a medrar y no a servir, pues el panorama no podía ser más negativo.

Basta recorrer la ciudad para observar gran número de inmuebles abandonados, donde hasta hace unos treinta años existía una febril actividad empresarial. Ahí ya no queda nada. Y no es nostalgia, es una realidad para la reflexión.

SE REUNIERON con el alcalde cordobés Juan Martínez Flores, los integrantes de la delegación de Coparmex en el estado. Reuniones de ese tipo en estos tiempos, no sólo son positivas, sino muy necesarias.  

Hubo planteamientos interesantes por parte de los integrantes del sindicato patronal, sobre todo en el ámbito de la actividad turística. En este aspecto, lo fundamental es la creación y promoción de productos que sean atractivos para los visitantes, porque en esa materia existe una muy fuerte competencia.

El desafío, estimo, es crear un menú de opciones que realmente sean interesantes, porque si la alternativa es seguir promoviendo lo mismo, muy escasamente se avanzará.

Se abordaron algunos otros temas y finalmente ambas partes manifestaron su voluntad de coordinación y trabajo conjunto. Habrá que ver qué resultados concretos da esto porque reuniones y compromisos políticos similares hemos visto muchos en el pasado, sin resultados tangibles, más que la pura promoción mediática y eso al final no sirve para nada.

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