Lo conocí cuando era director Elías Rivera Sánchez. Yo trabajaba en talleres del diario donde dejé 34 años de mi vida.
Admiraba su trabajo profesional como periodista, su redacción y principalmente su columna Juicio Político.
Cuando incursioné en la redacción y aprendí el oficio de reportero él fue mi mentor.
Fui asignado a acompañarlo en su labor para que aprendiera como realizar los reportajes, las entrevistas, cómo redactar las notas y aprender el trabajo más apasionante que yo haya vivido: el periodismo.
En ese entonces el libro de cabecera de los alumnos de la Facultad de Ciencias y Técnicas de Comunicación en la Universidad Veracruz era Periodismo Trascendente, de Salvador Borrego Escalante el cual quise estudiar para apoyarme en el aprendizaje de los diversos géneros periodísticos.
Hugo Casiano, autodidacta del periodismo al igual que yo, me indicó que dejara ese libro por la paz y me recomendó estudiar y guiarme de otro que hice mi biblia: Manual de Periodismo de Vicente Leñero y Carlos Marín.
Pero lo principal fue la talacha periodística que me enseñó.
Recuerdo la forma en que iniciaba las entrevistas a los funcionarios municipales y políticos.
Les hablaba suave, les daba confianza en la plática y entre comentarios y risas les soltaba preguntas que en varias ocasiones hacían reventar de ira a los entrevistados.
Una vez, quise hacer lo mismo y entrevistaba a don Aurelio González Enríquez, sempiterno líder de la CROC y todopoderoso dirigente sindical del ayuntamiento.
Primero le pregunté por su salud y de una cirugía que había tenido en un ojo, luego le solté preguntas duras a las que molesto me respondió:
“Primero me pregunta por mi salud y luego me la deja ir. Usted es un discípulo de Casiano”, me espetó.
Hugo Casiano me enseñó a jerarquizar y valorar los datos que había obtenido para una nota informativa.
“Tienes tres datos diferentes de un solo funcionario: ¿Cuál es el más importante? Pues el que importa a más gente, el que afecta a un mayor número de personas. Ese es el que tiene más relevancia. Por impacto mediático, por ahí tienes que construir el led, o principio de la nota informativa”, me decía.
Recuerdo como le daba vueltas a la máquina de escribir. Mi mente inventaba cualquier pretexto para evitar sentarme, colocar la cuartilla, (hoja de papel revolución tamaño carta) en el rodillo de la máquina y empezar a crear una noticia, una historia o un hecho.
Empezaba un texto y a las pocas líneas lo arrancaba de la máquina y le daba archivo cesto, como se conocía el bote de basura.
Así una y otra vez y en ocasiones consultaba con Hugo, a quien respeté y consideraba mi maestro en periodismo.
Nunca vi enojo o molestia de tantas preguntas que le hacía sobre tantas y tantas dudas.
De él aprendí que lo primero que debía hacer un reportero al llegar a la redacción y esperar su orden de trabajo era leer los diarios locales, luego alguno regional y alguno nacional para estar enterado y al día de lo que pasaba en la región, en el estado y en el país.
Me decía: “No puedes estar ante un funcionario y decirte a ti mismo ¿Qué le pregunto?
Eran los tiempos en que no existía internet. Eran los tiempos del Carrier y teletipo o telex y hasta ahí.
De Hugo Casiano aprendí que la entrada de una nota informativa se puede hacer de forma simple, doble o múltiple, dependiendo de los datos obtenidos como reportero.
Un día llegó una orden de don Mario Vázquez Raña, dueño del diario donde trabajé pidiendo se mandara a dos reporteros a cubrir la filmación de una película cuyas locaciones se llevaban a cabo en el puerto de Veracruz y en mar abierto.
Hugo y un servidor fuimos designados como enviados especiales a cubrir la orden con la instrucción expresa de entrevistar a los actores y actrices que participaban en la misma.
Nos hospedamos en el Hotel Mocambo donde también estaba estacionado todo el equipo de filmación y actores de la película que dirigía René Cardona junior.
Fueron varios días los que estuvimos trabajando en el puerto y en buques de la Armada de México que habían permitido que se filmara en ellos y en alta mar parte de la película ambientando escenarios de combate entre grupos del narcotráfico y militares, entre los que destacaban varias mujeres de la Marina, que eran interpretadas por las actrices que en ese entonces comenzaban su carrera.
Pudimos conocer y entrevistar por supuesto a René Cardona, a Susana Dosamantes, Laura Flores quien en ese entonces era esposa del cantante Sergio Facceli así como a una mujer que más tarde se convirtió en una estrella de la televisión: me refiero a Lorena Herrera.
La anécdota de ese entonces y que más tarde nos causaba mucha risa a Hugo y a mi era que debido a que pasábamos muchas horas en fragatas y en altamar, las actrices que participaban en las filmaciones vomitaban continuamente debido al mareo y ello obligaba a que algunas de ellas fueran maquilladas varias veces.
Ahí conocí a un doble de cine conocido como “Hombre de Piedra” que hacía las acciones mortales en sustitución de otro actor hijo de David Reynoso que participaba también en la filmación.
Por supuesto, guardo aún fotos de aquella cobertura, pero son parte del tesoro gráfico que guarda mi madre.
La última vez que vi a Hugo Casiano fue en un diplomado de periodismo que nos impartió la Universidad Veracruzana en Orizaba.
Estaba alejado del medio debido a que ejercía la profesión de abogado y era juez municipal.
Descanse en paz un gran amigo y un periodista único.