*En el pasado todo lo que un Rey debía hacer era lucir respetable en uniforme y no caer de su caballo. Camelot.
La serie número 5 de Netflix, sobre la Corona de la Reina Isabel (Crown), ya está en la plataforma. Monárquico y cuenqueño como soy, la vi de un tirón, me dieron las tres y las cuatro, como canta Joaquín Sabina, pero la he terminado. Data del reinado de los años 90 y al parecer faltarán otras dos o tres series más. Está hecha con la calidad de las otras cuatro. Aquí aparece ahora Mohamed Al-Fayed, el millonario padre de Dodi, quien murió con la princesa del pueblo, como la llamó Tony Blair a su muerte en el Puente del Alma, en París, y el mundo ya no volvió a ser igual. Mohamed quería ser inglés y aceptado por las autoridades y su reina, pero la reina lo evadía. Compró el hotel Ritz de Paris y la tienda Harrods, esta última en 600 millones de libras, porque en un Derby ingles el dueño del almacén más grande del mundo se sentaba junto a la reina, pero ni así, la reina lo evadió y mandó a la princesa Diana y de allí nació una amistad que duró hasta que la muerte encontró al hijo y a la princesa en aquel famosos puente. Al-Fayed siempre habló de que los habían asesinado. No tolerarían nunca que un musulmán se casara con quien sería la madre del rey, de su hijo William. En esa londinense tienda Harrods, Yo Mero entré algún día y encontré una esquina en la tienda, donde papá Al-Fayed fijó un espacio para sus dos hijos, el hijo y la princesa, era un monumental donde como figuras de cera estaba esa pareja que, se aseguraba, se casarían pronto hasta que los paparazzis los persiguieron y el idiota chofer se fue a estrellar, causándoles la muerte a ambos. Inocentes víctimas, reza un letrero. Carlos III, ahora rey, tuvo que apechugar e ir por el cadáver de su ex esposa a París, y cuando todo parecía estar en orden, después del funeral donde Elton John le cantó a su amiga, el hermano de la princesa del pueblo, Charles Spencer, se la llevó a sepultarla en Althorp, la mansión de su infancia, lejos de los peregrinares del mundo, que querían llevarle flores a su sepultura, como los miles que le pusieron afuera del Palacio de Buckingham. Allí descansa en paz. Solo visitada por la familia. Me imagino que el hermano solo deja a los hijos, William y Harry, porque con la Familia Real, ni a la esquina, ni al OXXO siquiera. Tras la muerte de Lady Di, los Spencer mandaron a plantar cien rosas blancas, así como mil nenúfares blancos. De igual manera, se ha abierto uno de los edificios de Altroph para presentar una exposición de la vida de la princesa, con una retrospectiva a su infancia, boda, vida como royal, labores caritativas y su familia. Buena serie con incidentes verídicos. Véanla, hay allí una escena llamada el Tampongate, donde en una escucha telefónica descubren al calenturiento Carlos III, insinuando cositas de sexo, con su Camila del alma. Aquí la copio del diario El País de España:
TAMPONGATE
*Todo tiene que ver con una llamada telefónica filtrada. Como lo relata el medio británico The Sun, durante una llamada telefónica íntima de 1989 entre Carlos y Camila, ambos compartieron algunas bromas sobre la fantasía de estar juntos de manera permanente. Lo más escandaloso: Carlos bromeó sobre reencarnar en un tampón para poder vivir “dentro de ella”. Esto podría pasar como una plática normal entre dos jóvenes enamorados diciendo tonterías para hacerse reír mutuamente. Pero ellos no eran dos simples jóvenes.
El incidente se volvió la “comidilla” en Reino Unido y a nivel internacional cuando se hizo público, hasta 1992. La llamada expuso la relación que en 1989 existía entre el entonces príncipe y su amante, mientras ambos estaban casados con personas diferentes.
La llamada telefónica ocurrió mientras Carlos estaba casado con la princesa Diana, y Camila estaba casada con Andrew Parker Bowles.
Meses después de que Carlos y Diana anunciaran su separación, la prensa publicó una transcripción de la llamada telefónica. Y ardió Roma y la Gran Bretaña.
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