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El cuerpo humano es increíble.
La glándula mamaria es tan maravillosa que descubre las necesidades del bebe y trabaja a gusto del consumidor.
Si el niño tiene sed, la leche succionada será más alta en agua que lo habitual, si el niño tiene hambre, tendrá una mayor composición proteica y de grasas.
Si él bebe está enfermo, la leche se adaptará y aumentará la concentración de anticuerpos personalizados para el lactante.
Los senos tienen células receptoras que detectan virus o bacterias que enferman al bebé, al momento de amamantar.
La saliva del bebé indica al cuerpo de la madre de que el bebé está enfermo, así que el cuerpo cambiará la composición inmunológica de la leche.
Adaptándola a los patógenos particulares del bebé, mediante la producción de anticuerpos personalizados.
Si el bebé estás expuesta a una infección bacteriana o vírica, el cuerpo crea anticuerpos para combatirla; estos anticuerpos se transfieren al bebé a través de la lactancia.
Una madre que tiene un bebé de 6 meses compartió esta imagen donde apreciamos cómo se veía su leche cuando su bebé estaba bien y otra cuando tenía fiebre.
La leche amarilla está llena de anticuerpos para ayudar a su bebé a recuperarse de su enfermedad. Este fenómeno es visible en una madre que realiza extracciones rutinarias y que almacena su leche, ya que puede comparar extracciones de distintas fechas.
El cuerpo humano es una máquina fascinante, y la maternidad a menudo lo deja especialmente claro.
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