Siempre nos preguntamos la razón de que algún político diga o haga algo, especialmente en campañas políticas. Hoy quisiera hacer un ejercicio de suposición, y tratar de adivinar la razón de algunas cosas extrañas que vemos en nuestra aldeana política. Jugaré con la pregunta y la respuesta.
Pregunta: ¿Por qué razón AMLO no le contesta a Ciro Gómez Leyva que haría con los huachicoleros a partir del dos de diciembre en caso de ganar? Respuestas: La respuesta lógica es que aplicaría la ley, eso le daría certeza jurídica y confianza a los votantes, pero no, esa no es la respuesta de Andrés Manuel. Primero le da vueltas al asunto, le contesta preguntando cuanto se roban los ladrones de cuello blanco en Pemex, y luego, ante el acoso del periodista, le dice que no habría represión, que siendo un presidente honesto, convocaría a partir del día siguiente de las elecciones a un gran pacto nacional para terminar con el robo, la corrupción y el crimen en el país.
Esa respuesta es un golpe a la línea de flotación de AMLO. Podrá evitar su corrupción, pero será muy difícil evitar la corrupción por arte de magia, de un sistema que vive y convive día con día con la corrupción y la necesita para moverse. Ante esto no proporciona ninguna alternativa, salvo la buena voluntad. Demuestra que no tiene la menor idea de cómo resolver este problema, y además que no posee los tamaños y la voluntad política para combatir el crimen, pero hay una teoría un poco más grave aún.
La teoría se llama el efecto Miyuli. Recordemos, cuando el actual gobernador de Veracruz iba a entrar al poder, patrocinó y organizó una serie de protestas impresionantes, desde tomas de palacio de gobierno por parte de alcaldes (cuyas demandas a la fecha no han sido satisfechas, hasta bloqueos en las principales calles de la ciudad capital, todo con el fin de marcar un cambio el día uno de su gobierno, pues ese día ya no hubo protestas ni manifestaciones. Se notó el cambio. Igual quizá haría López como presidente, ordenar a sus huestes que dejen de robar huachicol y demostrar que su proyecto de ejemplo incorruptible da resultados aún en bandas de delincuentes. Sólo que no es lo mismo contratar a un grupo de porros o convencer a un grupo de alcaldes a protestar y luego dejar de hacerlo, que controlar a verdaderos criminales.
La seguridad es un problema nacional, preocupación nacional y prioridad en la agenda política del próximo gobierno. Sólo quien no desee ganar una elección podría contestar tonterías respecto de temas tan sensibles para la sociedad. Tal parece que una vez más, Andrés Manuel busca tropezarse con Andrés Manuel para que pierda Andrés Manuel.
Otro ejemplo, pero en éste caso de sagacidad política es la campaña para que el PRI sustituya a Meade como candidato a la presidencia de la República. Campaña en la que se han hermanado AMLO y Anaya, cada uno por motivos diferentes. En el caso de AMLO, la razón es muy clara, no hay otro posible candidato entre los que él ha señalado, Chong o Nuño con la presencia internacional de Meade, a quien los grandes inversionistas y capitalistas le tienen confianza y por lo tanto cuenta con su apoyo. Eliminar a Meade de la ecuación significaría tener un oponente mucho más débil ante quienes generan empleos y riqueza a nivel mundial. Además, genera cierta esperanza y envidia en los corazones de Chong y Nuño, buscando generar intrigas palaciegas e incluso la posibilidad de que cualquiera de ellos le niegue el apoyo incondicional a Meade. En el caso de Anaya, los motivos son similares, a saber: Anaya hoy sabe que está condenado a perder la elección y quedarse en un lejano tercer lugar, sin embargo, si por alguna razón logra descarrilar a Meade, podría tener en el PRI un candidato de su tamaño (hoy por hoy, Meade le queda muy grande a Anaya), y así tener más posibilidad de que los grupos de poder, pudieran decidir que sea el PAN el ganador de la próxima elección en lugar de considerarlo un patiño nada más, que genere un voto útil hacia Meade. Anaya sabe que si tiene enfrente a Nuño, puede aspirar a la presidencia, pero si tiene a Meade enfrente, su destino esta definido sin posible modificación.
Trump acaba de dar un mensaje muy claro. Prefiere que la negociación del TLC se posponga hasta después de las elecciones. Así, sin las sutilezas de manipulación de masas del equipo de Putin, el presidente de la nación más poderosa del mundo, y principal socio comercial está enviando un mensaje claro a los mercados mexicanos y mundiales. Si gana la elección en México alguien desfavorable a los intereses de Estados Unidos, habremos de salirnos del Tratado de Libre Comercio, y con ello vamos a generar una crisis sin precedente en el mercado mexicano. Perderán miles, decenas de miles de empleos, su economía caerá en recesión, su moneda se va a devaluar más allá de $30.00 por dólar, volverán a vivir tiempos de inflación galopante y tendrán una enorme inestabilidad social dentro del país, sin esperanza de recibir ayuda de Estados Unidos como sucedió en el gobierno de Clinton, ahora sufrirán sin remedio, y no habrán de recuperarse hasta después de seis años, cuando aprendan de la manera más dura, todo lo que perdieron por votar por un populista. Este mensaje va directamente a quienes manejan o tienen injerencia en la economía de México, las grandes masas serán incapaces de entenderlo, o surgirán discursos nacionalistas que no tomen en cuenta el futuro sufrimiento de la población mexicana.
En definitiva, los mercados ya votaron, los poderosos ya votaron, aquéllos que tienen en sus manos los destinos de millones de familias mexicanas ya decidieron que AMLO no será presidente de la República. Si a pesar de ello, los mexicanos insistimos en que lo sea, pagaremos las consecuencias. Cinco minutos de orgullo en las urnas nos costaran muchos años de sufrimiento. Lo más grave, es que con las respuestas que el propio AMLO proporciona a asuntos de suma importancia para los mexicanos, el propio AMLO nos demuestra que no vale la pena el sacrificio.
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