Y cuando despertaron, presidenta había. Camelot,
Mañana del 1 de octubre. A cada capillita le llega su fiestecita. Llegó la del Tlatoani de Macuspana, se va y se va y se fue, como la pelota del parque de béisbol, como diría, Ernesto Jerez: ‘No y no y no, díganle que no a esa pelota’. Ya se marchó y Claudia Sheinbaum llega con los mejores entorchados del voto, votada por millones de mexicanos que la encumbraron a ser una gente de izquierda a gobernar el país mexicano. Día de otoño, de octubre, donde cantaba Pedro Infante que, de las lunas, la de octubre es más hermosa. Pocos jefes de estado, porque la política de Ya Saben Quién, fue de pleitos y desprecios, dejó en stand bye a los americanos y al sombrerudo Ken Salazar, sin tomar en cuenta que, cuando en el imperio truena, en otros lugares hay inundaciones. Y con España, bendita tierra, donde el rey y los españoles se burlan de eso, de dar el perdón. Perdón, vida de mi vida, perdón, si es que te he faltado. Muy temprano las cadenas de TV tienen a sus estrellas en pantalla, A las 7 de la mañana comienza la cobertura. Todo amurallado, todo con vallas, todo cercado, quien hizo los muros y no construyó los puentes, cantaría Felipe Gil en La felicidad, que es una forma de navegar. Claudia va a navegar aguas difíciles, se queda al frente de una economía sin crecimiento y con el mayor endeudamiento público. Es una mujer lista, la primera física que llega a gobernar, estudiosa, de la UNAM y también anduvo un tiempo apoyando a las guerrillas colombianas, como la vino a descubrir el presidente colombiano, ante el auditorio de estudiantes. Tiene mucho a favor, pero también tiene una oposición que no se dejará. Por el bien del país, las aguas deben calmarse, ella llega sin odios, el que se fue traía más odios que estrellas tiene la noche.
10:30 de la mañana. Claudia sale de su casa. Los motociclistas la siguen. La TV cubre el acto, al Congreso ya habrá llegado Mamá Jill Biden, esposa del más poderoso de los presidentes, en espera que no se cruce en su camino el cubano dictador. Los conductores y cámaras se acercan a las dos casas, del que ya es expresidente y de la que llega a entronizarse. Sale primero el Tsuru de AMLO, evade como puede a la multitud y toma camino. Ahora va la Sheinbaum. Las redes toman la llegada de la esposa de Joe Biden, la primera dama, Jill y Norma Piña, que ocupará su lugar todavía. Récord manda foto de Emilio Azcárraga con su esposa a su llegada y Miguel Ángel Yunes Márquez exhibe foto con la presidenta, deseándole suerte y éxito. 71 años después de que en México se dio el voto a las mujeres, llega la primera mujer a gobernar el país. Como quizá llegue a Estados Unidos Kamala Harris. Tiempo de mujeres. Llegan y comienza el discurso, Ifigenia entrega la banda y se la pone. Ocupa unos minutos para alabanzas a su antiguo jefe, AMLO, le desea éxito en lo que va a hacer: escribir o ver pasar el tiempo. Una fiesta republicana, dirían los antiguos. Ofrece un mensaje de saludo, la esposa del presidente de Estados Unidos, tres diputados españoles se colaron y les manda mensaje. Los gritos de presidenta irrumpen en ese Congreso. Es una locura, los fieles de Morena firmes ahora con su comandanta en jefe. Los militares, firmes, el otro poder, vilipendiado, asisten y escuchan. Son los nuevos tiempos de Sheinbaum. A ver qué ocurre, como dice José Alfredo Jiménez: Ojalá que le vaya bonito, porque si le va bien a ella le va bien a México.
Buen discurso. Caló bien, hasta el nieto Luan, de 7 años, dijo que le había gustado. Suerte para ella y mucho éxito.
La fiesta continuará todo el día.