Orizaba, Ver.- José Luis Palomares Mora, un joven originario del barrio de La Concordia en Orizaba, fue el principal impulsor para la demolición de la caseta de peaje 045 en Fortín de las Flores, una medida que benefició económicamente a la región al eliminar un obstáculo vial entre Orizaba y Córdoba.
Siendo Director General Adjunto Normativo de la Unidad de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Palomares Mora presentó pruebas contundentes al entonces titular de la SCT, Jorge Nuño, sobre el impacto negativo que tenía la caseta en la economía local.
A diferencia de algunos funcionarios del Gobierno del Estado que proponían ampliar la caseta con más módulos para agilizar el tráfico, Palomares Mora dejó claro que la única solución viable era su demolición.
“Me puse en contacto con Juan Manuel Diez, le pedí toda la información del Archivo Histórico, periódicos y videos, y presenté todo. Se hicieron las acciones necesarias para derruir la caseta y se lo conté a Juan Manuel Diez, quien, en un amable gesto, lo comentó en la televisora local”, recordó.
Una vida marcada por el esfuerzo y la superación
José Luis Palomares Mora proviene de una familia trabajadora de Orizaba. Hijo de padres orizabeños, su abuelo paterno fue ferrocarrilero y su abuelo materno repartidor de leche. En su infancia, solía acompañar a su abuelo en la entrega de leche por toda la ciudad, y como recompensa, disfrutaban juntos de las tradicionales “memelitas” o picadas.
Desde joven, Palomares Mora aprendió el valor del trabajo. Comenzó lavando coches, vendiendo agua en garrafón, comercializando ropa, perfumes y joyería, y más adelante se dedicó al negocio de bienes raíces. Con esfuerzo y perseverancia, logró abrirse camino y alcanzar posiciones clave en la administración pública.
Durante la entrevista realizada en La Neblina, recordó con emoción a su abuelo materno, quien lo enseñó a conducir un automóvil a los 10 años. También evocó la frase de Juan Huerta: “Un grano no hace un granero, pero ayuda al compañero”, destacando su convicción de que el bienestar colectivo se construye con pequeñas contribuciones individuales.
Reflexiones sobre la vida y la fe
Palomares Mora compartió momentos trascendentales de su vida, como un accidente automovilístico en Xalapa del que salió ileso. Al ver la reacción de su madre al ver el coche destrozado, comprendió el amor incondicional de una madre. “Agradecí mucho a Dios por haberme mantenido con vida. En los momentos difíciles, no se debe perder la fe, pues siempre hay nuevas oportunidades”, expresó.
También habló sobre el desapego y la trascendencia de la vida, asegurando que aunque la ausencia física de un ser querido es dolorosa, la fe permite seguir adelante con la certeza de que quienes parten siguen cuidando desde otro plano.
Entre sus recuerdos de infancia, mencionó un muñeco de trapo llamado Totó, que al verlo nuevamente le provocó lágrimas. Comparó sus aspiraciones de niño con su vida actual: “Quería ser médico, tener un perro y una moto… No soy médico, no tengo perro, pero sí la moto. Me siento satisfecho y reconciliado con ese niño que fui”.
Sin aspiraciones políticas, pero comprometido con Orizaba
Al concluir la entrevista, Palomares Mora descartó cualquier interés en postularse como candidato a la alcaldía o a una diputación. “No quiero ni puedo, pero siempre que haya posibilidad de ayudar a Orizaba, se puede hacer”, afirmó.
Asimismo, aclaró que su intervención en la eliminación de la caseta 045 no tuvo ninguna motivación política ni fue condicionada por un puesto, sino que lo hizo pensando en el bienestar de los orizabeños. “No olvidemos que lo que hacemos bien, se nos devuelve al 100 por uno”, concluyó.