Acertijos

RUMBO A MADRID (DIA UNO)

Columna Acertijos de Gilberto Haz

Viajo, luego existo. Camelot.

Como solía decir Jacobo (Zabludovsky) cuando emprendía un viaje fuera del país, jalaba su cepillo de dientes, una muda y al toro, a buscar las vivencias, encontrar nuevos derroteros para sus crónicas. Cada que se puede me doy una vuelta por Madrid, que en México se piensa mucho en ti. Ahora el amigo Rafael Fuster, que acá vive hace años, me comentaba que hay mucho frio y llueve cono nunca y esas lluvias, que a ratos bendicen la tierra, y a ratos crean desastres, han inundado el rio español y lo tienen al borde del colapso, con esos lenguajes de ahora que los meteorólogos les llaman Riadas y otros Dana, como el que le pegó a Valencia cuando la muerte se asomó a las puertas y aquellas escenas que se vieron en la tele de los autos encimados unos a otros, destrozados como si fueran pequeños juguetes, asombraron al mundo; el mismo día que el Rey Felipe aguantó estoico y con entereza ser agredido por la gente que a disgusto estaba por la poca ayuda que llegaba, y eso de DANA, no es otra cosa que siglas de los meteorólogos que significan una Depresión Aislada en Niveles Altos. Eso.

Pero estoy en Veracruz esta mañana en espera de que por allí de las 7 de la noche llegue el vuelo de Aeroméxico al aeropuerto Jara, que ahora para nuestro orgullo anuncian como la primera línea aérea del mundo en puntualidad, cosa que nos enorgullece. Llega, trepamos ordenados  al Embraer, despega el piloto y nos lleva al aeropuerto de CDMX, que día a día lidia con sus carencias, herencia de aquel hombre que por su capricho no tendríamos ahora el mejor aeropuerto del mundo, pero allá la historia lo está destrozando, esté donde esté. Cuando aterrizas parece que andas en camino rural, todo jodido y amolado, como nos los dejó el inútil de Cuitláhuac, que solo gobernó devolviendo dinero al patrón. Le falta a ese aeropuerto cambiar el pavimento de las pistas, totalmente, parece que vas en pura terracería, ahí por La tinaja cuenqueña.

Un enlace rapidito y en menos que canta Shakira en sus conciertos, que son todo un éxito, estamos ya arriba del Boeing, que hace un par de viajes diarios a Madrid todos llenos, este es de la noche y mejora porque agarras tu huso horario y te duermes un rato con un par de turbulencias, quebrando enrutado  por Poza Rica y tomando el tramo que Trump no quiere llamar Golfo de México, pero que en el enrutador de la tele del avión dice eso, afortunadamente, enfilamos rumbo a Georgia, Miami y Nueva York para de allí quebrar al mar y meterse al Atlántico, para cuando a las 9 horas y pico en un vuelo que hace casi diez, enfilamos por un lado de Portugal y entramos a los límites de España. Y comienza a oler a fabada. Uno suele preguntarse por qué los aviones vienen a dar la vuelta hasta Nueva York o Halifax, si de Veracruz se pueden ir directo casi hasta Santander, arriba del mar, pero Google me dice que los aviones no vuelan en línea recta entre dos puntos, porque la Tierra es esférica, por lo que la distancia más corta entre dos puntos es una curva, y eso se llama Geodésica. Por eso así se vuela.

Una dormida de unas horas, avisan que comenzamos a descender, después de un desayuno pinchón, que me hace extrañar mis lugares orizabeños: Julia, Mestiza, Español, Musa, Troje, Quintal, Segunda Esposa (eso es restaurante, no crean otra cosa) y La Borda. Avisan  que llegamos y ya mañana les cuento cómo anda el aeropuerto Barajas-Adolfo Suarez-Madrid.

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