“Porque todos tenemos una historia que contar”
Por más de cuatro décadas, la escritora mexicana Cristina Pacheco (E.P.D), nos llevó a recorrer los rincones de la Ciudad de México mostrando historias reales, personas comunes, oficios tradicionales, barrios y costumbres. No se trataba de entrevistas a celebridades, sino a gente del pueblo: boleros, artesanos, panaderos, comerciantes, etc.
Traer este programa a la memoria no es casualidad, lo hago porque la crónica de las ciudades debe visualizarse e intensificarse. Su legado nos invita a mirar más, escuchar mejor y contar con respeto lo que a otros también les ha tocado vivir. En mi andar por las calles, he logrado identificar infinidad de historias vivas, ¿Qué hace falta? Una ruta de liderazgo que nos lleve a seguir explorando y nos motive a apropiarnos de los espacios.
Hace unos días platicaba con un buen amigo, quien me contaba que visitar Córdoba le trae infinidad de recuerdos, pero a su vez, le genera tristeza encontrar los mismos grandes detalles, que cerca de solucionarse, forman parte de la postal urbana.
Y si aquí nos tocó vivir, ¿Por qué no edificar una gran ciudad? Cada vida es una suma de experiencias y cada mente está envuelta de episodios. Nuestro municipio es un ecosistema de energías que contribuyen a su desarrollo. Como lo escribe Diego Pérez en su libro Ligereza, “Si todo lo que existe está impulsado por el cambio, nuestra única opción es abrazarlo y dejar que su movimiento inspire nuestra evolución.”
Cristina Pacheco daba voz a quienes rara vez la tenían. Su estilo era cálido, respetuoso y profundamente humano, logrando que cada historia fuera única e inolvidable. Seguramente ustedes recordarán algún capítulo en particular, como yo mismo lo recuerdo en mi niñez y adolescencia, al lado de mis abuelos y mis padres.
Atinadamente lo menciona Juan Villoro, “La ciudad no es lo que ves, sino lo que te pasa mientras la recorres”. Porque Córdoba no solo se cuenta en cifras o monumentos, se narra en sus oficios, en sus colonias, en sus cafés, en sus tradiciones y, sobre todo, en su gente. Hagamos el ejercicio de estudiar a nuestro municipio a través de sus capítulos. Su progreso y su retroceso. Su gente está a la altura de exigir mejores liderazgos.
Necesitamos retomar la esencia de la ciudad, volver a apropiarnos de las calles, de los parques y de los espacios públicos. Que las anécdotas de nuestros abuelos regresen a nuestros tiempos, con más fuerza y con más intensidad.
Aquí nos tocó vivir, aquí nos tocó amar y aquí nos tocó la gran oportunidad de transformar vidas. Siempre he dicho que, para generar la transformación, tenemos que provocarla. Mientras el universo nos mantenga vivos, tenemos el gran compromiso de restaurar y preservar nuestros entornos. Aquí nos tocó vivir… y qué orgullo poder contarlo.
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