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ALCARAZ EN GRANDE

Columna Acertijos de Gilberto Haz

Cuando llega la gloria. Camelot.

Por: Alejandro Ciriza. Nueva York. El País.

“Hasta hace mucho, Carlos Alcaraz acostumbraba a contemplar a sus ídolos por la televisión, de ahí la cara de felicidad del niño que tres días antes repartía limonada en un carrito por el área reservada a los jugadores y sus equipos, al que la organización le ha concedido el honor de abrir el turno de preguntas en inglés. Responde el tenista, de nuevo número uno después de haber batido a Jannik Sinner con un verdadero recital, con el instinto ya del adulto pese a que solo tenga 22 años. Hace tres, se coronó por primera vez en Nueva York. Ha cambiado, pero no tanto. El campeón se pone en esa piel inocente: “Antes de que me hagas la pregunta, quiero decirte que estaba muuuuuuuy buena”.

El español ha llegado casi con una hora de retraso sobre la hora anunciada, al haber atendido compromisos varios. Está feliz, pletórico, pleno. Se divierte. Lo saborea. A diferencia de otras ocasiones, en las que el ganador de turno o él mismo suelen llegar al encuentro desfondados, fruto de la descompresión, esta vez se le ve de lo más entero. “Probablemente lo celebre con la limonada, ¿eh?”, bromea antes de empezar a repasar cómo han sido estos días en los que ha llevado a cabo una exhibición de juego y de control. Se asociaba al principio la superioridad al bajo nivel de los primeros rivales; sin embargo, a la hora de la verdad, cuando correspondía, ha descorchado el champán.

“Sin duda, diría que este ha sido mi mejor torneo de inicio a fin. El mejor”, declara. Y seguramente no le falte razón. En términos de linealidad, nada comparable. Se ha dejado tan solo un set, ante Sinner, y derribó al totémico Novak Djokovic con el oficio que demandaba esa cita como escala previa al festival de la final. El resto poco menos que un paseo. Lo que demandaba exactamente la situación. Porque a pesar de su juventud, Alcaraz continúa creciendo y aprendiendo a interpretar. Nunca se la había visto tan concentrado, ni tampoco a Juan Carlos Ferrero tan generoso en el elogio hacia su jugador, que dice: “Mola cuando le haces sentir eso a tu entrenador. No es fácil…”.

Y así es. Ferrero, tipo duro de pelar, no solo aprueba sino que repite un par de veces la calificación: “Preparamos muy bien el partido, viendo algunos encuentros previos y analizando detalles específicos. Y ha dado el cien por cien, lo cual es fácil de decir, pero muy difícil de hacer. La actuación ha sido perfecta. Ha ido a por el partido todo el tiempo y trató de presionar antes de que lo hiciera Jannik, y esa es una de las claves. Yo diría que ha sido perfecto”, afirma el técnico, quien a su vez ensalza la “variedad” de su tenista, esa riqueza de registros hoy día incomparable: “Puede cortar, subir a la red y hacer más cosas que Jannik, y eso ayuda a cambiar la dinámica”, precisa.

Efectivamente, Alcaraz puede hacerlo todo. Competidor poliédrico, disfruta como siempre en la fase ofensiva pero también ha aprendido a enseñar otras capas, las necesarias que exige un objetivo de largo recorrido como el suyo: ser el mejor de la historia. Ataca como siempre, defiende como nunca y sirve de maravilla. Impresiona hasta los suyos. “Lo increíblemente bueno de Carlos es que es camaleónico: le puedes pedir cualquier cosa en un partido, se adapta y al final lo consigue”, valora Ferrero; “y eso también lo trasladamos día tras día en los entrenamientos. Después de Wimbledon le pedimos ciertas cosas nuevas de cara a preparar los siguientes partidos contra Jannik, y en apenas 10 días las mejoró considerablemente”.

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