Viajando se aprende, claro que se aprende. Camelot.
Mañana de media semana. Emprendemos el retorno a casa. A recordar la extrañada almohada y el contorno del colchónadaptado a nuestro cuerpo, nuestro Dormimundo. Muy temprano la levantada, el vuelo saldrá al mediodía pero del hotel al aeropuerto el tramo es casi de una hora. Bajo al restaurante junto a las albercas. Tomo mi penúltimo café y me despido de Jesús, el capitán paisano de orígenes terrablanquenses, que vivió en Los Ángeles y ahora convive en su trabajo en Hawai, en la isla de Maui, una paradisiaca isla. Llega el polinesio chófer por nosotros. Sus rasgos físicos los identifican, en el trayecto vamos viendo la campiña, por un lado el verde y por el otro el mar y más al fondo las rocas volcánicas, porque también, como en México, es tierra de volcanes, pocos activos pero los tienen. A pocos metros una protesta, como las de México, pero no de los locochones de los 400 pueblos, unos que han vivido encuerados bajo el cobijo,solapamiento y patrocinio de los gobiernos estatales y cuando llegó Miguel Ángel Yunes de gobernador, dejaron de hacer sus stripteases deshonestos y su dirigente hasta el botellón cayó, son unos puercos, cochinos, marranos, como dice ya saben quién, aquellos eran otros tiempos de orden los de Yunes, aquí protestan pacíficamente con sus cartulinas a la mano, hombres y mujeres y niños y jovencitas, se oponen a la llegada de una termoeléctrica. Cuidan su entorno como nosotros cuidamos el de Cancún, aunque ahora la dichosa 4T se ha hecho ojo de hormiga para ir a retirar el sargazo, con eso de la austeridad y los ahorros quiebran al país, también cuando alguien va al mar a snorkelear te piden no uses los protectores solares, que ellos allí te proporcionan unos neutros para no dañar las especies del mar. Bello porque sus atardeceres son espectaculares, como los nuestros de Acapulco. Llegamos y cruzamos la aduana, los sensores metálicos y las normas mundiales de la aviación que se endurecieron desde aquel 11 de septiembre, cuando aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Desde aquel tiempo, la aviación endureció las normas para la seguridad, por el arrojo de unos paisanos de Nemi.
ESA MUCHACHA CAMINO DEL MAR
Comienza a lloviznar, el vuelo de un 737 800 de Alaska Airlines está listo, abordamos todos y comienza a carretear en espera que la torre de control le dé el visto bueno de salir. La mayoría de estos vuelos a esta isla, provienen de California: Los Ángeles, Sacramento, San Diego, San Francisco, Oakland, relativamente les queda a cinco horas de vuelo y es punto cercano para su turismo. Abarrotan los hoteles y en los pasillos de los aeropuertos se logran ver las güeras californianas en las albercas y playas con sus diminutos bikinis, ese que asombró la gran Briggite Bardot, de quien Charles de Gaulle decía que era la cintura que representaba el Producto Interno Bruto de Francia, rubias californianas hermosas e inconfundibles, con su caminar cadencioso, como lo hacen las brasileñas, sobre todo aquella Chica de Ipanema, que inmortalizó Antonio Carlos Jobin: ‘Mira que cosa más linda, mas llena de gracia, es esa muchacha, que viene y que pasa camino del mar’. Alguien me preguntó de los precios. Un café vale 5 dólares, cien pesos mexicanos. Otro lector me dijo qué tal era la piña de Hawai contra la nuestra. La nuestra es mejor, la de Loma Bonita es campeona, ellos la llaman Piña Golden (como aquella acción que vendía en sus tiempos de banquero, Juan Felipe Aguilar de la Llave, que luego fue secretario de Finanzas de Miguel Alemán en el último año, quien desde una Casa de Bolsa cordobesa vendía la así llamada Little Golden, una acción cotizada del Banco de Oriente, ya desaparecido, cuando la gente iba a comprar acciones hasta que un día llegó el crack y el dinero se fue por las atarjeas. Hubo empleados que vendieron sus casas para comprar acciones, en el café, en lugar de hablar de resultados de fútbol se hablaba de cuanto se había ganado ese día, la acción de Pepsi dejó tanto, la de Telmex, mucho más, había días que se ganaban 50 mil pesos de aquel tiempo, sin trabajar, en la pura especulación parecían lobos de Wall Street, hasta que les apagaron la luz y los grandes tiburones vendieron y recogieron utilidades y el sueño se fue a la burguer, dejando a los incipientes alicaídos y llorando como la Zarzamora, o como dijera mi nieto Fer: Les faltó barrio) y nosotros la llamamos Piña Miel, es mejor la nuestra, más dulce y tiene otra particularidad, mientras la piña hawaiana vale cien pesos, una nuestra debe valer 40. Arriba del 737 las azafatas ofertan los sándwiches y las viandas de queso, ya solo obsequian el refresco y el agua y unas galletitas muy pequeñas, el ahorro en la aviación muy necesaria e útil para que no aumenten los precios de los boletos y el pueblo bueno pueda volar. Va lleno, todos californianos y unos orizabeños que vamos en el regreso para estar en casa, después de estas no sé si merecidas vacaciones, por parafrasear a López Dóriga, pero si necesarias. Las vacaciones anuales con la familia.
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