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El sitio arqueológico de El Tejar-La Joya

(parte 2: la Dra. Annick Daneels)

Desde 2004, el sitio de La Joya de San Martín Garabato se encuentra en proceso de estudio, excavaciones y consolidación, debido a su carácter excepcional. La Joya se compone de grandes pirámides con cuatro escalinatas flanqueadas por alfardas, de residencias palaciegas de muros pintados y de un juego de pelota dispuestos alrededor de una plaza monumental. Se puede determinar que de los cinco conjuntos que registró Fuzier (a quien mencionamos en el artículo precedente), sólo quedan tres, Rancho del Padre, Ixcoalco Norte y La Joya. Numerosos edificios han sido, destruidos por la fabricación de tabiques para la ciudad de Veracruz.

Pero el proyecto dirigido por la Dra. Annick Daneels, de la Universidad Nacional Autónoma de México, identificó numerosos montículos más de los registrados por Fuzier. El principal palacio excavado mide 12 por 5.5 m. y tiene varias salas. El sitio estuvo ocupado durante el primer milenio de nuestra era, alcanzando su apogeo alrededor de 300-600 después de Cristo.

Lo excepcional del sitio es que todos sus edificios presentan una arquitectura de tierra cruda, de barro apisonado y de adobes. Existen otros ejemplos de esta técnica en la República Mexicana, pero en regiones de clima seco como Chihuahua. En zonas húmedas, la arquitectura de tierra resulta frágil. El estudio detallado de la técnica de construcción mostró una arquitectura elaborada de superposición de capas arcillosas o de areniscas para impermeabilizarla, mientras adentro del edificio, se registró un sistema de tubería en cerámica para el drenaje. Todos los edificios estaban además cubierto de un revestimiento de estuco cuidadosamente mantenido.

Entre los miles de objetos recuperados en las excavaciones, resaltan los escondites de conjuntos de figurillas del tipo Dios narigudo, típicos de la cultura Remojadas. Su nombre proviene de su nariz aguda que sale de una cara relativamente plana. Se recuperaron más de 800 de esas figurillas. El descubrimiento por Fuzier de uno de esos escondites no resulta entonces sorprendente aun si tuvo la suerte del principiante.

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