*Duelen las ausencias buenas. Camelot.
Hace un año, un primero de diciembre, llegó la infausta noticia de que el ingeniero Luis Gutiérrez Príncipe había fallecido en Xalapa. Empresario, padre de familia, argentino del fútbol, uno de sus nietos se llama Diego, en homenaje al gran Diego Maradona, un hombre bueno de quien todas sus inversiones fueron en esta ciudad, que tanto quiso y que tanto amó. Generoso, altruista tendió su mano siempre a causas muy nobles y necesitadas. Amante de los toros, creó el nuevo Toreo de Orizaba, un coso taurino que asombró por su ingeniería a quienes lo vieron nacer en esos años. A esta tierra trajo a todos los toreros grandes, a todos, allí llegaban gobernadores de invitados a disfrutar la fiesta taurina, de la que Pepe Alameda decía: ‘El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega’. Por las noches, en su rancho agasajaba en una cena a esos mismos toreros y rejoneadores. Antes comían en el restaurante Romanchu, legendario en sus langostinos. Con su empresa EMSA, fue el campeón de construir casas para los trabajadores, vía Infonavitt, Orizaba y la región le deben que muchos trabajadores hoy vivan con techos dignos, 22 mil casas en todo el país le hizo merecedor al Premio Nacional de Vivienda, otorgado por el FOVI, Banco de México. Su presencia, aún ausente, vive por los pasillos del Asilo Santa Isabel y San Nicolás, donde fue gran benefactor. Hotelero, empresario, inversionista en bienes raíces (Hotel Cascada, Italmex, Fandango), fundador del CRIO y Santa Gertrudis, donde se creó el gran fraccionamiento y campo de golf. Un tiempo pasado fue director de Obras Publicas del Ayuntamiento de Enrique García Vera, donde no cobraba sueldo. Habría mucho que contar de su paso por esta tierra. También confrontó tiempos difíciles en los negocios, pero no se doblegó ni se venció. Tuve la oportunidad, algunos últimos años de su vida, de reunirnos casi a diario a tomar un café con algunos amigos y gozábamos de su presencia. Su familia y sus amigos lo debemos recordar por la huella de su humanismo, sus inversiones y su generosidad. El trato amable y siempre respetuoso. Sé que descansa en paz, estoy seguro porque el Cielo se abre a los hombres buenos, y él lo era, y seguro está al lado del Señor, proyectándole, como solía hacer, grandes cosas. Te recordamos, querido Luis. Como dijera Benedetti: “Porque tú siempre existes dondequiera, pero existes mejor donde te queremos”.
KURI PRUEBA NO SUPERADA
Cuando la junta de presidentes de la mafiosa Federación Mexicana de Futbol, convocaron a los mismos, al de Tiburones Rojos, el orizabeño Fidel Kuri Grajales, lo dejaron afuera. Por la noche Kuri fue con Joserra, José Ramón Fernández y Faitelson al programa de ESPN ysoltó metralla. Dijo que Bonilla, presidente de la liga, le avisó: “No te metas con los poderosos”. Los poderosos todos sabemos quiénes son, los dueños de las televisoras. Por eso, al final del programa Kuri hizo responsable a la FMF y a Televisa, por si algo le ocurría a él o a su familia. Y algunos rememoramos el caso de Emilio Maurer, otro rebelde del fútbol, aunque el poblano Maurer fue echado por otra cosa, entre ellas que las televisoras pagaban una bicoca por las transmisiones, y cuando llegó Emilio Maurer tuvieron que sacar la chequera y ponerse a mano. Eso enfureció al Tigre Azcárraga y llamaron al gobernador de Puebla y Maurer terminó enjaulado, en la cárcel. Su único pecado fue, como le dijo Bonilla a Fidel Kuri: Meterse con los poderosos.A Maurer se le deben muchas cosas buenas. Trajo a Cesar Luis Menotti a dirigir la selección mexicana, que el Che le dio prestancia, y sacó a la selección del estadio Azteca. Pagó con brillantes sus pecados. Cayó a la cárcel, vendió el equipo Puebla y lo declararon persona non grata, como ahora a Kuri. El poder de Televisa era impresionante, ahora lo es también aunque ahora lo comparte con TV Azteca. Joao Havelange, presidente de la FIFA, era como el empleado de Azcárraga y de Cañedo, a quien le decía de cariño: Don Cañedo. Dos mundiales llegaron a México gracias a la televisora y sus contactos, ganándole uno nada más ni nada menos que el gran Henry Kissinger y Pelé, que lo querían para Estados Unidos y fue México la sede de dos mundiales. Oh those were the days my friends.
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