* “Ni una víctima más”
*Ángeles indefensos
*Demanda y oración
Y de qué otra cosa se puede hablar en el país que no sea del coronavirus, del desplome en el precio internacional del petróleo y, sin posibilidad de evitarlo, de las manifestaciones que en las últimas 48 horas han ejecutado grupos multitudinarios de mujeres en innumerables regiones del territorio mexicano, hechos que por sí mismos confirman que el presente año (primero de la tercera década del presente siglo) refieren el inicio de una etapa especialmente compleja para el territorio nacional, que otorgó origen a varias de las culturas pre-coloniales más sorprendentes de la historia, como lo fueron los Aztecas, los Mayas, los Totonacas, los Mixtecas, los Tlaxcaltecas y los Zapotecas, a los que se suman muchas culturas y tradiciones ancestrales, tiempos aquellos que dieron espacios a los Mexicas para que de sus referencias adquiriéramos la invaluable denominación de Mexicanos.
Y desde antes de la conquista ejecutada por europeos y, hasta la fecha, ya transformados en lo que muchos nos califican como iberoamericanos, mezcla de sangre y cultura que más nos esculpe como ibero-mexicanos, sobre éste, nuestro territorio, han privado de norte a sur y del este al oeste opiniones diferentes que incluso originan distanciamientos y rupturas entre la misma familia, escenario que obviamente resulta más notorio en espacios de la vida política, ejemplo de ello es que pocos, muy pocos mexicanos podrían enumerarle las siglas de cada uno de los partidos políticos que operan en los procesos electorales de todo el país, porque incluso sobre la marcha de un proceso electoral y de última hora aparecen candidatos con banderas electorales creadas a toda prisa, sobre las rodillas.
Por ese mismo contexto claramente peculiar en nuestro país, muchos han sido los candidatos a cargos de elección popular, que surgen con banderas incluso diseñadas y conformadas en los límites del tiempo marcado por la normatividad y, por lo mismo, difícilmente un candidato alcanza a sumar en su beneficio más del 50 por ciento de los sufragios, porque el número de aspirantes al mismo cargo constituyen (para el caso) lo que se podría calificar como “una multitud”, lo que por sí mismo refiere que el día de los comicios, sobrepasar a favor el 50 por ciento de los sufragios, realmente representa una proeza de elevadamente notoria.
En el pasado proceso electoral federal para la elección del Presidente de la República, participaron como candidatos en busca de la Presidencia de México: 1.-Andrés Manuel López Obrador (Morena), 2.-Ricardo Anaya (Partido Acción Nacional), 3.- José Antonio Meade (PRI), 4.- Jaime Rodríguez Calderón (Independiente) y 5.- Margarita Zavala (Independiente), así las cosas, si la experiencia de algunos expertos indica que tres “ya son muchos”, bien podríamos calificar que cinco representaban para el caso “una multitud”…
Pero no faltaron quienes opinaban que “la excesiva” lista de candidatos presidenciales, beneficiaría de alguna manera al PAN o al PRI, porque los votos en beneficio de la señora Zavala o del señor Rodríguez, por lógica actitud de los electores no emergerían ni del PRI ni del PAN, por lo que socavarían el extenso ámbito de los indecisos y con ello ya sólo quedaba demeritar la corriente morenista.
Claro que ante el reflejo de las encuestas donde desde los inicios se referían puntos en favor de “los morenos” existía cierta preocupación, pero siempre se acreditaban a tales pronósticos dudas sobre la eficacia de sus cálculos y, por lo mismo, se mantuvo el punto de vista erróneo que todo se aclararía y definiría al final de la ruta entre los rojos y los azules, y por lo mismo, a los apuntes adversos de los encuestadores no se les deberían otorgar crédito… Bajo ese criterio errático el fatal destino alcanzó a los antes poderosos.
En la actualidad, después de transcurrido un año tres meses y nueve días de que asumiera las riendas del Gobierno de la República, quien fuera acreditado hace año y medio como factible candidato ganador, pronóstico que lo confirmó el día que triunfó en los comicios y luego tomó posesión como Presidente de los Mexicanos, ahora, ya como inquilino sexenal del Palacio Nacional, sonríe con cierto gesto de escepticismo e ironía, evitando hacer referencia a que en últimas fechas los vientos no le resultan favorables al régimen gubernamental, porque el gobernante refleja notorio desdén hacia las cifras de los encuestadores, quienes refieren que el Presidente ha perdido 20 puntos en el nivel de aceptación, comparativamente con las cifras que reflejaban las encuestas al inicio de su sexenio.
Cierto, todavía la mitad de los encuestados le otorgan su aprobación, pero decrecer dos décimas de siete que tenía en su favor, de ninguna forma es cosa menor y ello debe alertar al mandatario, primordialmente cuando paralelamente al decrecimiento en simpatías se desarrollan actos multitudinarios de protesta, nunca antes contemplados en el país, escenificados por mujeres en todos los ámbitos de la república mexicana, cuyas magnitudes y características no tienen referente en la historia de México.
Ayer, mientras se escenificaba en todo el territorio nacional “el paro nacional” en protesta a los niveles de violencia por los que transita todo el pueblo de México, movimiento que incluyó a mujeres profesionistas, maestras, enfermeras, empleadas, amas de casa, obreras, campesinas, mujeres de todos los sectores del país, como reportero veterano y como ciudadano encuadrado en la edad del decrecimiento (para no referirla como de la extinción) me dije hacia mis adentros: Jamás pensé contemplar un panorama de tan elevada civilidad (pese a la indignación que priva) por parte del sector femenino de mi país.
Porque creo que ayer y el pasado domingo, el pueblo de México por conducto de sus mujeres de todos los sectores, nos brindaron a los mexicanos un ejemplo de lo que se debe hacer en el reclamo a la vigencia de los derechos, porque es indudable que no resulta tolerable la violencia que se registra en nuestras tierras y que, de manera incluso diabólica, cobra vidas de menores de edad, ángeles que parten sin la menor idea del por qué se convirtieron en víctimas, pecados mayores de una colectividad que está desprotegida, inerme, indefensa ante el oleaje violento que arrasa sin piedad lo que a su paso se encuentra.
Y vale preguntarse: ¿Acaso no fue la elevada ola delincuencial, el argumento fundamental que vía el electorado, abrió las puertas a los postulados de la Cuarta Transformación, para aplicar precisamente una transformación al país, que nos permitiera retornar a la tranquilidad?… ¿Dónde están los resultados?
No son sólo los feminicidios los reclamos de las mujeres mexicanas, a las que sed agrega la mayor parte de la colectividad, porque cuando escucho la demanda de “Ni Una Más” pienso en “Ni Una Víctima Más”, creo que la mayoría de los mexicanos piensan lo mismo, creo que el mundo entero, que las humanidad casi en su totalidad, reclama no más víctimas en el mundo, ni por guerras, ni por accidentes, ni mucho menos como resultado de hechos delincuenciales, por lo que no constituye un reclamo solitario, las voces el domingo y ayer lunes de las mujeres mexicanas, conforman una demanda, una súplica, una oración, una exigencia de no más violencia en el mundo entero, no más víctimas, no más derramamiento de sangre, es el reclamo universalmente eterno de “amor y paz”, el que en mi juventud millones de jóvenes del mundo tratamos de darle vigencia, es la expresión divina externada con voz misericordiosamente santa que se escuchó en el calvario: “Perdónalos señor, que no saben lo que hacen”.
Sí, es tiempo de externar el llamado a la civilidad, es tiempo de exigir que se cumpla con retornarle la paz a toda la colectividad, es tiempo que se escuchen las voces de las madres y las hijas de éste país, es tiempo que las autoridades cumplan con la obligatoriedad de atender el llamado de quien representa la figura central de cada familia, no más duelos en los calvarios, es tiempo que se cumpla con la prioridad de todo gobierno, que es la de otorgarle vigencia plena a la tranquilidad y bienestar de toda la sociedad… Ahí la dejamos.