En 1862, Louis Ernest Ladurée abre una panadería en París, misma desaparece en 1871, víctima de un incendio. Su reconstrucción se lleva a cabo con todo lujo, pues el célebre artista Jules Chéret es el encargado de decorarla con pinturas murales que recubren también el techo.
Es por ello que visitar el actual salón de té de Ladurée es una interesante sugerencia presente en todas las guías turísticas de París. No sólo la tienda es bella y elegante, sino que en ella se puede encontrar los más exquisitos pastelillos franceses. La especialidad de la casa es el ya famoso macaron, formado por dos conchitas de merengue almendrado que encierran entre ambas, cremas de diversos sabores, desde la fresa hasta la violeta o el regaliz.
Actualmente, por causa del Covid, no es posible sentarse a tomar el té, pero el cliente puede comprar sus pastelillos para llevar y saborearlos en casa, al abrigo de toda contaminación.