*Democracia y caudillismo
*Desconcierto ciudadano
*Dudemos de encuestas
Respetar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, constituye el más valioso y supremo de los ordenamientos que todo Presidente de República, todo Gobernador, todos los alcaldes y todas las instituciones públicas como el Congreso de la Unión y los Tribunales de Justicia, al igual que todas las instituciones públicas c0mo el Instituto Nacional Electoral y todos los ciudadanos, deberemos de cumplir, pero de manera muy especialmente el Señor Presidente de la Republica, la figura de mayor representatividad tanto de los ciudadanos como de las instituciones gubernamentales, figura que precisamente por representar y dirigir el máximo nivel en la vida pública de los mexicanos, habrá de otorgarle validez invariable a su juramente de “cumplir y hacer cumplir” la Constitución y las leyes que de ella emanen, sin ignorar nunca el concepto jurídico que la voz de la mayoría “calificada” del Congreso de la Unión, constituye el máximo ordenamiento para todo rango gubernamental…
Así las cosas, cuando el polémico y altisonante Presidente de México refiere “al carajo esto y al carajo lo otro” muchos ciudadanos fruncen extrañados el ceño, al tiempo que irrumpe con declaraciones públicas en contra de partidos políticos y ciudadanos militantes de ésos partidos, millones son los mexicanos que se muestran indignados frente a tales campañas que rayan en el exceso, claramente dirigidas hacia la descalificación de autoridades electorales en las que incluso, asume actitudes y expresiones con la idea de empañar la imagen de otros partidos políticos, todo ello en el marco de quienes no coinciden con sus estilos como gobernante, escenarios en donde la Presidencia de México debe (más que nadie) mantenerse total y absolutamente imparcial, e incluso ajena a toda intervención o expresión en relación a espacios electorales, “invasión arbitraria” de la Presidencia de México hacia espacios electorales, cuya escenificación se encuentra difundida con claridad por los medios de comunicación, en los marcos en los vale cuestionar:
¿Acaso no se debe preocupar el pueblo de México y los medios de comunicación ante tales referencias?
Son precisamente en las cúpulas de la administración pública, en dónde debe imperar mayor legalidad y singular prudencia, mente serena con clara actitud y aptitud que refleje ante el colectivo social, que en ésos espacios del Poder Ejecutivo de la Nación, se encuentran vigentes e inquebrantables los principios inalienables del claro y contundente respeto a la Constitución y a las leyes que de ella emanen.
Pero en las últimas semanas lo que se refleja en Palacio y lo que advierte la colectividad, es que se maquinan escenarios que refieren acciones presidenciales contrarias a lo que le ordenan las leyes que rigen a los mexicanos y obviamente a sus instituciones, marco en el cual el primer comprometido debe de ser el excelentísimo Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, cuyo “excelente” comportamiento frente al proceso electoral, del que debería de mantenerse ajeno y respetuoso, en verdad que contraviene las referencias del espíritu de las leyes que apuntan sobre la no intervención y mucho menos la participación como “juez y parte” en escenarios electorales.
En el transcurrir de “las mañaneras” ya no resulta extraño el percibir expresiones descalificadoras en voz presidencial, sobre actividades de candidatos opositores al partido político creado por el actual Presidente, tanto así que no faltan quienes sospechan que tras bambalinas, el Presidente de la República influye en las políticas a seguir para obtener “en su beneficio” triunfos electorales, lo que obviamente no refleja ninguna transformación en México, sino incluso hace pensar que en lugar de transformarse, en el México del presente el país se está sobredimensionando en los usos y costumbres de “mañas antidemocráticas”.
Y sí, lo claramente notorio es que estamos “transformando” nuestras prácticas democráticas, para reactivarlas al viejo estilo de aquellos tiempos porfiristas, como si el colectivo social mexicano iniciando desde la cúpula del poder, reclamará para sí “más de lo mismo”.
Lo que se lee
Con el pasar de los años el conglomerado social se ha visto cercano, tanto a la democracia como a la imposición y el caudillismo, se podría referir que de siempre hemos convivido tanto con lo uno como con lo otro, macos en los cuales debemos tener muy claro, que conformamos parte de un escenario socioeconómico de inevitables vinculaciones internacionales, experiencias a las que los que especialmente la cibernética, cada día nos induce hacia mayores niveles de impacto tanto social como económicamente, marcos que por sí mismos nos permiten evaluar lo que realmente reclama la sociedad como forma de vida.
Escriben los que saben de éstas cosas, que la “imponente” migración de millones de latinoamericanos (incluyendo mexicanos) hacia los Estados Unidos e incluso Canadá, no tiene otra explicación que la ineficacia de los gobiernos latinoamericanos para generar senderos y apropiados, escaleras socio culturales y económicas que permitan otorgar curso a la productividad agrícola, ganadera, avícola, pesquera, comercial e industrial en lo general, que a su vez se conviertan en fuentes de trabajo con salarios apropiados que por lógica frenaría la migración.
Desde tiempo atrás los latinoamericanos no hemos logrado superar la migración excesiva hacia “el paraíso laboral estadunidense o canadiense” porque en nuestros países no existen gobiernos que encuentren la ruta exitosa de la industrialización y la productividad en lo general, requerimiento que en los últimos dos años y un tercio, en lugar de fortalecerse se ha reducido y no todo precisamente por los efectos de la pandemia, porque ante de ello la productividad ya retrocedía… Se miente cuando se sostiene lo contrario y con ello retrocedemos aún con mayor nivel de dramatismo… ¿O estamos equivocados?
Lo que se ve
Se podría referir “que resulta natural” pero lo cierto es que las campañas electorales no refieren (salvo muy escazas excepciones) el “jolgorio y movilización” de otros años, lo que definitivamente no todo el escenario debe ser acreditado a loa efectos colaterales de la pandemia, sino al desconcierto que priva en el país por el surgimiento de una clara confrontación “socio-política” cuyos orígenes, incuestionablemente se encuentran en el crispamiento ciudadano derivado de escenarios de incitación estimulados cotidianamente en las mañaneras.
Lo que advertimos actualmente reflejado en los espacios electorales, es resultado de la abismal grieta cotidianamente cavada en los espacios “mañaneros” en donde, en lugar de sumar voluntades hacia objetivos sociales comunes, lo que se cultiva es la invariable descalificación y el autoelogio gubernamental, mientras la economía sigue estancada y en algunos renglones decrecimiento, al tiempo que un significativo número de inversionistas ya no sólo hacen a un lado sus proyectos de expansión productiva, sino que se son impactados negativamente en sus proyectos de crecimiento e incluso en sus niveles actuales de productividad… Los números lamentablemente no mienten.
Lo que se oye
Los electores debemos tener claro que muchas (para no decir que la totalidad) de las encuestas sobre factibles tendencias electorales en los municipios y distritos, son realizadas por empresas que se prestan a la alteración de datos motivado por intereses personales, por lo que no confíen en todas las difusiones que en ése rubro circulan en sus respectivos municipios, porque las encuestan “adulteradas” de siempre han tenido dos objetivos fundamentales, el primero es tratar de sembrar confusión entre el elector y, el segundo, es el tener argumentos para posteriormente a la elección referir que se cometió un fraude electoral, porque las encuestan señalaban lo contrario a los resultados.
Claro que existen encuestan auténticas sustentadas en la realidad, lo complejo es identificar cuáles de todas no lo son… Usted no someta su voto a los encuestas, sino ejecute de acuerdo a su conciencia y en beneficio del país y su región.