A Juan Tafich Saade, mi haye
En el debate presenciado en Mérida el pasado martes 12 de junio vimos a los postulantes a la primera magistratura cada cual con su experiencia y sin excepción, mismo rollo, evidente o propositivo, salvo un punto: nadie va a subir impuestos.
Y el gobierno de la República funciona en la escala piramidal, con los dineros emanados del trabajo del pueblo a través de impuestos a la producción o al consumo, el IVA entre ellos, al cual todos, salvo evasores profesionales, le entramos.
Meade es un conocedor de la economía hasta el paroxismo, aunque su estrategia de campaña sigue exactamente igual: apelar a las clases medias y medias altas y tratar de persuadir beneficios a las mayorías de recursos limitados al extremo como apelación al voto toda vez que va en tercer lugar de preferencias. De paso, descalificar a Andrés Manuel López Obrador por sí y por todo y a cada momento, así como llegar a ese encuentro cuando previamente había dicho que Anaya es un indiciado.
Ricardo Anaya llegó como esgrimista con la espada zigzagueante, aunque tocado. Trae pleito ranchero con el presidente Peña Nieto y José Antonio Meade a propósito de la denuncia que ya le pesa en la Procuraduría General de la república por un negocio que hizo y que al parecer vendió a una empresa fantasma que lava dinero. Ofreció, eso sí, generar empleo, mejorar los salarios, mayor salud y educación y echarle frescas a su oponente tabasqueño hasta por tomar pozol.
El puntero López Obrador lució sereno y burlón, no obstante, las embestidas que le hizo Anaya sobre los contratos de 170 millones que dio presuntamente a un constructor ligado a Odebrecht cuando fue gobernante en el aún Distrito Federal y los señalamientos de mentiroso e ignorante que le profirió Meade y hasta Jaime Rodríguez Calderón que le dijo mantenido del sistema. Insistió en que va a combatir a fondo la corrupción, de ahí saldrán buena parte del dinero destinado a programas sociales y una revisión a detalle de contratos de reformas energética, telecomunicaciones, educación, salud, sobre todo.
Jaime Rodríguez Calderón sabe con certeza que saldrá en las boletas y en un honroso cuarto lugar, eso le sirve a su discurso todo terreno y lo que se ponga enfrente. Acusó a los tres de tener al país en la mediocridad salvo, por supuesto, Nuevo León en donde asegura que ya no hay pobres ni por asomo y aseguró también que del propio presupuesto anual con tecnologías a modo alcanzará abatir la marginación. Sí le atinó al referir que no es posible que cada año 300 mil jóvenes no tengan acceso a la educación pública superior y que por tanto se meterá a fondo el sistema a distancia y con énfasis en la preparación técnica.
Ninguno abordó el tema de la protección de la naturaleza ni de preservar el medio ambiente, ríos lagunas y mares que vaya andan contaminados; ni de ciencia ni de tecnología que hacen del país muy dependiente y menos de la cultura y las artes.
Como sea a los votantes nos queda pensar y entrarle a lo que la mayoría convenga y de todos depende que este país, con todos los asegunes, progrese.
Atracadero
- En la Universidad Veracruzana cada año 40 mil jóvenes presentan el examen de admisión. Todo legal. Sin embargo, entran 16 mil. El resto, 24 mil, si bien les va entran a particulares de la región o de plano se van a trabajar en lo que caiga. Ojalá implementen el programa de educación técnica y profesional a distancia.
- Entrar a la limpieza del mar parece tarea casi imposible. Salvo las regulaciones internacionales a los barcos, casi no hay control de lo que va de la desembocadura de los ríos con tantos contaminantes químicos y físicos inimaginables. Desde el río Misisipi al Golfo de México, hasta todos los ríos mexicanos y caribeños al mismo Golfo. Los gobiernos, muy bien gracias.












