*Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Camelot.
Fiel a mi costumbre de cazar cuanto libro bueno me interese, me desperté con la noticia de que un mexicano, Juan Rivera Arroyo, ganó el premio Vargas Llosa por la aparición de su libro, ‘Albert Speer, un día’, que ahora mismo intento comprar en el Sanborns de Slim o Liverpool, que es parte de mi vida, o pedirlo a Amazon o a El Sótano, librerías donde se compran por Internet. El premio le hizo ganar a este mexicano, 11 mil euros, suma nada despreciable. Albert era el arquitecto consentido de Hitler, uno chingón, a quien le había encomendado crear la Nueva Berlíner, una ciudad súper, que no vio sus resultados porque perdieron la guerra. Hay una foto histórica de Hitler y su comando en París, Goering y Rudolf Hess, cuando la tenía invadida, llegó de madrugada a una gira de tres horas, la única vez en su vida que visitó esa ciudad, y se fue a Los Inválidos, ver la gran Tumba de Napoleón, a quien admiraba, y al salir, dijo: “Este ha sido el momento más grande y hermoso de mi vida”. Conoció la Opera de París (Durante la visita a la Ópera se dio la conocida anécdota con el guía del edificio. Hitler que conocía bien los planos de la Ópera, se detuvo en un momento de la visita y apuntó al guía que faltaba una sala. El guía le respondió que había sido sellada para su restauración y que por tanto no estaba a la vista. Entonces el Furher giró hacia atrás su cabeza y le dijo a Speer: «¿Ves que bien conozco este edificio?». Hitler quiso darle una propina al guía, que se la rechazó) y la Iglesia de La Madeleine, Plaza de la Concordia, El Louvre, Notre Dame, Campos Elíseos y el Arco del Triunfo, lo que hacen todos los turistas cuando se visita a esa ciudad llamada Luz, luego llegó a Trocadero, donde se ve imponente la Torre Eiffel, Albert Speer estaba a su lado, Hitler, que era hombre que amaba la cultura, le dijo: “Quieroa Berlín más hermosa que París”. Speer fue detenido y juzgado en Núremberg, donde purgó 20 años de condena en la cárcel de Spandau, le perdonaron la vida y no fue ahorcado, como algunos otros, luego salió a vivir en paz, afuera de esa cárcel. Debe ser libro interesante, todo lo de los alemanes, quien esto escribe, los ha leído de la pe a la pa, diría un clásico. Buscaré este libro de un mexicano ganador.
ALGUNA VEZ EN LA FIL
Alguna vez de hace unos años, no muchos pero tampoco pocos, anduve y andé por la FIL, la Feria Internacional del libro más afamada y, según los analistas expertos en libros, la número dos del mundo, creo que la primera está en Alemania. Concurren grandes escritores, y hay conferencias de muchos de ellos, Premios Nobel como Vargas Llosa y muchísimos talentos literarios. Es en noviembre, por los días de mi cumpleaños, fui y volé desde México y me hospedé cerca en un hotel, creo que Fiesta Americana o Holiday Inn, no recuerdo bien, lo que si recuerdo es que, después de atarantarse de tantos títulos y querer traerte muchísimos, aunque no se puede porque luego en el avión por los pesos de las maletas, te la hacen de tos. Alguna vez me ocurrió en Madrid, donde al registrarme la empleada de Iberia me preguntó qué tanto llevaba, porque pesaba mucho mi equipaje, los libros pesan mucho, pero los libros, como dijera el escritor: “Un libro es como un alma, porque posee el alma del escritor y de todos sus lectores, aquellos que se adentraron en la historia, la vivieron y compartieron esas páginas con sus amigos”. Merodeando por las editoriales, buscando las de El País, donde sus escritores novelistas son extraordinarios, llamó mi atención un tipo con turbante, todo en azul, a lo lejos creí que era un panista buscando votos, pero no, sucede que era un escritor hindú o de Kazajistán, no recuerdo pero me acerqué y como le vi ofertando su libro, le compré uno y me tomé la foto con el escritor. En esa afamada y exitosa Feria Internacional del Libro (FIL), muy premiada.
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