Emiliano Zapata, hijo de campesinos de humilde condición, oriundo de San Miguel Anenecuilco, Ayala, del estado de Morelos y huérfano de padres a los 16 años, asumió la responsabilidad de jefe de familia, haciéndose cargo del sostenimiento y educación de sus diez hermanos. Compartió las condiciones infrahumanas que los caciques y acaudalados hacendados imponían en el campo durante la época que precedió a la Revolución. Convencido de que la propiedad y la adecuada explotación de la tierra harían del campesino un agricultor independiente, se incorporó al movimiento maderista el 11 de marzo de 1911.
General revolucionario y caudillo agrarista, bajo el lema de “REFORMA, LIBERTAD, JUSTICIA Y LEY”, más tarde abreviado en el grito de “TIERRA Y LA LIBERTAD”, luchó por las reivindicaciones de los derechos de los campesinos.
EL PLAN DE AYALA fue la bandera del zapatismo, sintetizando en su articulado la situación del agro en México y las demandas que los campesinos del Sur le hacían a la Revolución triunfante encabezada por francisco I Madero.
En la primera década del presente siglo la situación de los campesinos del país era ya insostenible; como en otros lugares, en el estado de Morelos la opresión de los terratenientes —quienes gozaban de todo el apoyo del gobierno— era cada día mayor.
Pero a pesar de ellos y de la política hacendaria, los campesinos de Morelos habían logrado conservar su forma de organización y de vida colectivas, en las cuales su mayor fuerza para enfrentarse a los hacendados eran las relaciones igualitarios entre todos los miembros de la comunidad y la ayuda mutua.
En tal forma de organización se requería de un representante que los encabezara y defendiera, exponiendo sus demandas al gobierno, para tal encomienda fue elegido Emiliano Zapata.
El apóstol del agrarismo, Atila del Sur para otros, desconoció el Gobierno de Madero el 28 de noviembre de 1911, por haber retardado el cumplimiento de lo prometido para resolver el problema agrario.
Formuló y proclamó el Plan de Ayala en cuyo artículo 6o. Expuso
“…COMO PARTE ADICIONAL DEL PLAN QUE INVOCAMOS (EL DE SAN LUIS) HACEMOS CONSTAR : QUE LOS TERRENOS, MONTES Y AGUAS QUE HAYAN USURPADO LO HACENDADOS, CIENTIFICOS O CACIQUES, A LA SOMBRA DE LA JUSTICIA VENAL, EN TRARON EN POSESIÓN DE ELLOS, DESDE LUEGO, LOS PUEBLOS O CIUDADANOS QUE POSEAN LEGALMENTE SUS TITULOS DE PROPIEDAD”.
El Plan de Ayala fue la procesión de la lucha y constituye el antecedente que sirvió para promulgar nuestras primeras leyes agrarias. La actuación de Zapata y su determinante influencia en el proceso de la revolución agraria, en símbolo redentor de los campesinos y mártir del agrarismo.
La justa distribución de las tierras, por lo que luchó y murió, cobró forma de ley con Don Venustiano Carranza, en la Ley Agraria del 6 de Enero de 1915 y de normas constitucionales en nuestra Carta Magna de 1917 cuyo artículo 27 cobró vigencia y dinámico proceso en le Ley Federal de Reforma Agraria, convirtiendo así en realidad los antiguos de los campesinos y los postulados que integraron la lucha del apóstol bajo el lema de “TIERRA Y LIBERTAD”.
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