*Hay recuerdos que el tiempo no borra. Camelot.
Hace cosa de nada, en Netflix o Roku vi la película de béisbol ‘61’. Aquella historia cuando Mickey Mantle y Roger Maris competían por tumbar el record impuesto por el gran Babe Ruth, con los 61 jonrones. Es una buena cinta de béisbol, que termina rompiéndolo quien no era el favorito de los Yankees de Nueva York, Roger Maris, que no era hijo pródigo neoyorkino. Me acordé del béisbol y recordé al gran empresario Jaime Pérez Avellá, cuya muerte en 2013, a sus 82 años, cimbró de duelo a la liga de béisbol y al sector empresarial automotriz. Jaime es un orgullo orizabeño, lo sigue siendo, nacido en 1930 en Orizaba, Veracruz, le dio al mundo del béisbol al gran Fernando Valenzuela, cuya carta era suya y vendió a los Dodgers de Los Ángeles, esa contratación de la cual dijo el entrenador Tom Lasorda, era la de que ese tipo de jugadores fenómenos aparecían cada 50 años. Jaime aquí cosechó gente que lo quería y lo recuerda con gran cariño, la familia de Tavo Rodríguez Pasquel Bravo, su compadre, y muchos orizabeños más. Los últimos años de su vida con quien esto escribe cruzábamos temas cotidianos por correo electrónico, pues era lector de mis columnas, y de repente me hacía un comentario de cualquier tema tocado. Pocos años después otro doloroso fallecimiento, el de su hijo y buen amigo, René Pérez Avellá Villa, empresario fallecido en el año 2017, hijo de Jaime y Elsa, y hermano de Vicente y Elsa y sus hijos, Jaime y René. Hoy seguro ambos están reunidos hablando de lo mucho que el padre quería al hijo, y viceversa. Seguro comentando del béisbol que les apasionaba. Son días difíciles de acordarse, más la familia que los tenía unidos a los dos en fechas que se reunían. Muy seguro descansan en paz. Y Vicente, quien es el guardián del legado familiar, sigue los pasos del padre que era una gente muy generosa y aquí, aprovecho para dar las gracias por el apoyo a los niños de casa hogar la Concordia, a quien hace años ve y tiende su mano de amistad. Buenos recuerdos de la gente que se ha ido, pero que sus vidas quedan plasmadas en quienes los conocimos. Descansan en paz, sin duda.
KENNEDY Y SANTA CLOS
En lo más álgido de la Guerra Fría, la Unión Soviética estaba por ensayar una poderosa bomba nuclear en el Círculo Ártico. Pero en una carta al entonces presidente John F. Kennedy, lo que más preocupaba a una niña de 8 años era la seguridad del habitante más famoso del Polo Norte. “Por favor no deje que los rusos bombardeen el Polo Norte”, rogó Michelle Rochon, de Marine City, Michigan, según informes noticiosos de la época. “Porque matarán a Santa Claus”. La respuesta breve y reconfortante de Kennedy a la niña es parte de un conjunto de materiales de archivo con temas navideños exhibido en la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy en Boston: “No te preocupes por Santa Claus”, escribió el presidente el 28 de octubre de 1961. “Hablé con él ayer y se encuentra bien. Hará nuevamente su gira en esta Navidad”. El presidente añadió que también él estaba preocupado por el ensayo soviético, “no solo por el Polo Norte sino por los países de todo el mundo; no solo por Santa Claus sino por la gente en todo el mundo”. Rochon dijo al diario Boston Globe en 2014 que jamás pensó que la carta tendría semejante repercusión y la convertiría en una especie de figura nacional. “Sólo me preocupaba Santa Claus”, dijo. Leído en Excélsior.
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