*Una persona irresponsable se la pasa esperando que nadie se de cuenta que cometió un error. Camelot.
Veracruz sufrió y sufre una pandemia. Una locura de dengue, originada por dos cosas, el sector salud del gobierno del Estado despidió y corrió a muchísimos trabajadores vectores y en crisis económica dejaron de comprar los líquidos para fumigar. Antiguamente aparecían por tus casas buscando charcos y patios y sitios donde podría estar el mosco jodedor. Esas dos razones fueron las principales de que tanta gente fuera infectada por el piquete del mosco, aunque las autoridades lo negaran y menospreciaran, diciendo que era como una gripe. En otros países estarían no solo cesados, sino procesados por incumplimiento de sus funciones, pero aquí no pasa nada. Todos conocemos de alguien que se infectó. Un conocido constructor dio de baja unos días a 20 trabajadores suyos, que tuvieron que guardar cama. Diario nos sorprendemos de que en las escuelas los niños sufran. Toco el tema porque una muerte nos conmovió. En Tierra Blanca, una estudiante del ITC, Lorena Rivera, de 21 años, quien cursaba el séptimo semestre de ingeniería Mecatrónica, se comenzó a sentir mal con altas temperaturas y se desmayó y sus padres la llevaron a Tierra Blanca a la clínica 33 del IMSS. Informaron a sus padres que la trasladarían a Córdoba donde debía ser entubada, y que allá habría médicos especialistas expertos en dengue hemorrágico. Llegó al hospital Covadonga de Córdoba y lamentablemente falleció. El sábado sus compañeros del Instituto Tecnológico Superior la vieron en la escuela, hoy le lloran sorprendidos de esa repentina muerte. Y declaran duelo en esa escuela. Los moños negros sobresalen. Aquí le tocó morir, por el valemadrismo de las autoridades de Salud. Con corte al 25 de octubre, la Secretaria de Salud Federal coloca a Veracruz en el primer lugar con incidencia de la enfermedad con 15 defunciones (Diario El Mundo de Orizaba) y una incidencia de 87 por cada 100 mil habitantes. Terrible. Si no pueden, renuncien. Qué descanse en paz, Lorena.
EL SUBEJERCICIO
En su columna Prosa Aprisa, el periodista Arturo Reyes Isidoro toca un tema que han tocado expertos en finanzas. El asunto del subejercicio, que muchos de los estados gobernados por Morena, ejercitan a placer. Es decir, no los ejercen por una bendita razón, contó un columnista picudo que alguien de muy arriba les dijo a los gobernadores de Morena que, si podían, no ejercieran los presupuestos, para que ellos desde allá los retengan y jalen para los programas sociales del Patrón. Uffff y recontra uffff, diría el Perro Bermúdez. Escribe Arturo que “A dos meses de concluir el ejercicio fiscal de este año, al menos las secretarias de infraestructura y Obras Públicas (SIOP), y de Desarrollo Social (Sedesol) del gobierno del Estado tienen un subejercicio de 2 mil 713 millones de pesos, lo que sería una mala planeación de los programas de obras”. Es decir, no hacen obra porque no quieren, porque los recursos ahí están. O no hacen obra porque necesitan ese dinero para el Patrón en el país. Habría que fincarles responsabilidades. ¿Y los partidos de oposición, qué hacen?). Bien, gracias.
LA FORMULA UNO
La Fórmula Uno sirvió para que chairos y fifís se dieran bonito en las benditas redes sociales de los tuiters. A ese evento van los privilegiados y quienes tienen billete grande, políticos, empresarios de la talla de los Slim: padre, hijo y espíritu santo, Azcárraga y Ricardo Salinas (TV Azteca), Calderón presidente y deportistas como Campos, y uno que otro vago habilón, no es un evento barato, hay que tener buena lana y hay que tener disposición de, si se va de provincia, tener al menos para el hotel y las tres comidas y uno que otro pegue relajador, el trago a 500 pesos, la Coca Cola a 100. Pero los fifís se vengaron de los chairos, que lucían sus selfies, todo mundo subió a Instagram una foto desde el Autódromo Hermanos Rodríguez, en un esplendoroso día donde el evento, según lo comentó el piloto Hamilton, que ganó por segunda vez la carrera, era el mejor del mundo, dicho por él mismo. Los fifís se vengaron de los chairos, esos que aborrecen a los del dinero y me recordó a un canijo de mi pueblo, en Tierra Blanca, que solía decir en las cantinas: “Odio a los ricos y voy pa´allá que zumbo”, y entonces invitaba las chelas a la flota.
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