Estamos por finalizar un año vertiginoso, donde la contingencia nos hizo ver la fragilidad de la vida humana que en ocasiones pareciera efímera; donde el encierro, la distancia y la incertidumbre han invadido nuestro planeta. Un virus que nos hizo enmascararnos y ocultar la identidad, un virus que altero nuestras vidas y que nos hizo reflexionar y valorar el sentido de nuestra existencia. Y es que no es sencillo renunciar a la dinámica habitual y adaptarnos a este cambio.
“Debemos ser conscientes de que se están creando nuevas maneras de aprender, de convivir, de compartir, de crear y de vivir” – Salvador Alva. Si bien la pandemia golpeó económicamente a todos, hubo algunos que salieron mejor librados que otros. El reflejo de todo esto lo iremos conociendo en el transcurso del tiempo. Es por ello la importancia de las medidas que cada estado y municipio adopten para mitigar el impacto.
Aún con la llegada de la vacuna como salvavidas hay una interrogante, ¿vale la pena regresar a la normalidad de antes o habremos perfeccionado acciones que la cambiarán? Vaya que ha sacudido y puesto de cabeza las cosas en nuestro país como en el resto de las naciones. Tanto cambió nuestras vidas que las pantallas se convirtieron en la ventana de comunicación con otros, esto en el mejor de los casos, en muchos otros no tuvieron la misma oportunidad y se vieron en la necesidad de salir a las calles.
Tenemos que aprender a vivir y convivir con este virus que se irá combatiendo gradualmente. Seguramente hallamos áreas de oportunidad que nos están haciendo perfeccionar habilidades, capacidades y conocimientos para acercarnos a la ruta que requiere y necesita nuestro país y nuestro planeta.
Será importante sortear con responsabilidad una de las épocas que comúnmente reúne a la familia, como son las festividades decembrinas. Pareciera que vemos la luz al final del túnel, y justo en este momento es cuando menos tenemos que relajar las medidas, pues un exceso de confianza nos podría llevar a escenarios dramáticos.
Si bien la vacuna comienza a llegar a México, se destinará prácticamente todo el 2021 y parte del 2022. No olvidemos que es un proceso que llevará tiempo para su distribución y aplicación en la población. Será importante enfocar nuestra energía en las oportunidades que el reto representa.
¿Cómo será el mundo después de esta crisis? ¿Qué rumbo debemos tomar? Debemos aprender a crear un futuro que incluya y no desplace a los seres humanos; de forma justa, equilibrada y ambientalmente responsable. Los jóvenes deben estar muy alerta pues tendrán que desarrollar desde ya, habilidades que los haga más competitivos. Seamos esos agentes de cambio que generen las condiciones para impulsar desde nuestras ciudades el desarrollo social y económico.
Twitter: @alexbaiz