La Patrona, Municipio de Amatlán de los Reyes, Ver.- Con la noche llega la Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos. En su mayoría mujeres cuya característica principal es tener sus caras consumidas por la angustia y dolor por haber perdido a sus seres queridos en el cruce por México, desde algún país de Centroamérica hacia los Estados Unidos.
Algunas llevan años haciendo el recorrido de la caravana con la esperanza de que en alguna encuentren a quien tanto aman y buscan. Casi todas tienen una versión similar. Su familiar se perdió en el trayecto y nunca más volvieron a saber de él.
Las Patronas, ese singular y heroico grupo de mujeres, galardonadas internacionalmente por su altruista labor para ayudar desde hace muchos a los migrantes hambrientos que cruzan la zona centro de Veracruz en tren, las reciben.
Saben del sufrimiento de ellas, porque antes vieron pasar a miles de migrantes con los ojos perdidos en el horizonte, perdidos en el sueño de ganar dólares en un sueño en el que perdieron.
Miles han cruzado por La Patrona. Miles han recibido la ayuda de Las Patronas que anoche recibieron a las madres de esos migrantes, locos de tanto sol, que pasan montados en los trenes.
No importa el cansancio, ahí están trabajando duro para hacer los lonches que llevan un bolillo, arroz, taquitos de papa y frijoles.
“Vienen en el tren. Llegan a las 9:30. Son entre 200 y 300 que cruzarán y son los de Honduras”, dirá una mientras afanosa llena las bolsas blancas con comida que llevarán a la vía, esperando el paso de migrantes.
Otra, en una paila con manteca fríe la tortilla rellena de papa. A pesar de que es mucha la comida, parece que nunca alcanzará para tantos. Pero siempre se les multiplica todo el alimento.
Norma Romero, líder de Las Patronas recibe a la caravana. Café de olla, pan de dulce y tamales de frijol y rancheros se les sirve a quienes llegan en busca de un hijo, de un padre, de un hermano, de un sobrino o de un marido.
Una de ellas sigue regresando cada año. Perdió a su marido hace treinta años, otra madre dirá que lleva 5 años viniendo en la caravana buscando a su hijo, pero es el último año porque está muy enferma y ya no volverá: “Mi único deseo es ver a mi hijo antes de que me muera”.
Las historias de vida, mueven a los reporteros. Cual más se muerde los labios reprimiendo sentimientos al escuchar las desgarradoras historias de quienes buscan a sus seres queridos viajando en la Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos.
Vienen de muy lejos. Algunas de Honduras, otras de Guatemala, otras de zonas más alejadas como Nicaragua pero con la convicción de que un día podrán reunirse con los desaparecidos.
Una de ellas exclama: “Basta de tanto odio hacia nosotros. Somos seres humanos y nuestros familiares también. Ningún ser humano es ilegal. Solo cruzamos tratando de ingresar a USA. No nos odien en México”.