Causas y efectos

Castigaron a Veracruzanos

Columna Causas y Efectos de Alfredo Rios

*Los laberintos futboleros
*Son negocios deportivos
*Tiburones van y vienen

Más indignante que triste ha resultado la desafiliación formal de la Liga Mexicana de Futbol del equipo Tiburones Rojos de Veracruz, hechos registrados al interior de una empresa futbolística en la que se manejan intereses financieros, muy al margen de los intereses que pudieran registrar los millones de asiduos aficionados que han sido cautivados por el deporte de las patadas, no sólo sobre el pasto de los estadios, sino de la misma forma debajo de la mesas de los cuerpos directivos, centros en los cuales con frecuencia se definen los destinos del futbol mexicano, más como empresas que deben originar utilidades en algún sentido, que como organismos que bajo sus respectivos patrocinios impulsen la actividad deportiva en el país.

Y el claro ejemplo de que “las empresas deportivas” como las relacionadas con el Futbol Profesional, nada tienen que ver con las referencias de identidad con los equipos que se estimulan propagandísticamente para conquistar a la afición, lo es la historia actual por la que transita el equipo Tiburones Rojos, cuya historia refiere un pasado de glorias deportivas y que en el presente, ante yerros de la directiva presidida por el orizabeño Fidel Kuri Grajales, se ha convertido no sólo en “el patito feo” del ámbito futbolero, sino en blanco de una cadena de descalificaciones, que conducen “a la sentencia de su desafiliación” del sistema y la estructura que engloba “el negocio” del Futbol Profesional en México.

Y es que la profesionalización del deporte en el mundo, ha dado curso a una serie de empresas de inimaginables proporciones, cuyas conexiones se entrelazan con grupos de impresionante fuerza económica, escenarios que se han extendido por todos los continentes del planeta y que, incluso, han dado origen a la integración de organismos mundiales del deporte en los marcos empresariales, entre los que se podrían citar como más notables se encuentran el Futbol, el beisbol, el tenis y el box.

En ese manejo de intereses que representan la operación de incalculables cifras de recursos financieros, tanto como ingresos como egresos, se crean incluso con apoyos publicitarios organizaciones deportivas e inmensas figuras del deporte, que se transforman en verdaderos íconos incluso de rangos internacionales, todo ello por la impresionante difusión de rangos mundiales en torno de la actividad deportiva.

Está claro que en todos los eventos deportivos como una pelea de box, un campeonato de futbol, de tenis, de carreras de vehículos, e incluso referencias deportivas “no profesionales” como las olimpiadas, de alguna forma se transforman o de hecho ya son desde los preparativos para su ejecución, una fuente generadora de dinero con enormes dimensiones, en las que participan gigantescas empresas, varias de ellas con presencia internacional e intereses específicos en diversos renglones de la actividad comercial e industrial, que buscan la difusión de su marca sabedores que son millones los aficionados que podrían ser atraídos hacia sus productos, cuya marca se encuentra plasmada en la camiseta del futbolista, en la muñequera del tenista o en la barda central del campo de beisbol.

Son ésos marcos e intereses los que invariablemente privan (con muy limitadas excepciones) en las actividades no sólo del deporte profesional, sino también (sólo con “mayor delicadeza”) en los rangos olímpicos, en los cuales lo que se busca es financiar precisamente las actividades vinculadas con el deporte olímpico.

Así las cosas, tratándose del equipo de futbol de la Primera División identificado como Tiburones Rojos de Veracruz, el anuncio de su desafiliación, expresión con la cual se evita utilizar el calificativo que fueron “dados de baja, cesados o expulsados” de la Federación Mexicana de Futbol, debe ser considerada como una determinación asumida bajo los criterios de un grupo de poder económico, que tiene bajo su control la Federación Mexicana de Futbol, organismo que no pertenece ni a los aficionados al deporte ni al pueblo de Veracruz o de México, porque se trata de referencias y acciones de una empresa controlada por empresarios, los cuales han invertido parte de su capital en los ámbitos de dicha estructura, que al final día, constituye un “negocio privado” que “vende a los aficionados” los espacios, para que presencien un partido de futbol entre los equipos de los cuales son propietarios.

Claro que en ésos marcos pueden aparecer formas y estilos nuevamente de corte empresarial, como la venta de acciones si para ello se cumplen con las normas legales para cada caso y, en ciertos momentos, como ya sucedió con los Tiburones Rojos de Veracruz, tales organismos empresariales podrían recibir recursos públicos del Gobierno del Estado, transformándose de alguna forma singular en “socios, copropietarios, dueños o mecenas” del equipo en cuestión.

Incluso existen etapas en las que dichos equipos, por lo que representan para la afición, han sido apoyados por la vía fiscal, pero al final del día, con todo y el poder público de por medio, quien rige las normas y marca las rutas de las competencias lo es el cuerpo directivo de la Federación Nacional de Futbol, la misma que conjuntamente con la opinión del técnico correspondiente, define a los integrantes de la “Selección Nacional de Futbol” que habrá de representar al país tanto en los Juegos Olímpicos como en el Campeonato Mundial de Futbol, todo ello definido no por los mandos del pueblo de México, sino de la empresa identificada como Federación Mexicana de Futbol, la misma que “por pecar o sin hacerlo” ha castigado al equipo de Futbol Tiburones Rojos de Veracruz, expulsándolo de la Liga, castigando con ello no sólo al propietario del equipo, sino de la misma forma a los jugadores y a la afición veracruzana, que al final del día resultan “también castigados” como si hubieran sido copartícipes de los “pecados” cometidos por la directiva.

Y que no se diga que las reflexiones sobre el tema constituyen una defensa hacia Fidel Kuri, porque en ninguna línea es defendido, lo referido es que se castigó con tal determinación a los jugadores que integran al equipo, se castigó a sus técnicos, se castigó al personal que presta su servicios al equipo y al estadio y, de manera muy especial se castigó a los aficionados tanto con los resultados negativos en cada partido, como ahora con “castigar a la plaza” en tanto que desaparece el equipo de futbol Tiburones Rojos… Con dichos resultados se originan efectos que lastiman a los veracruzanos, quienes no merecen ningún castigo… Ahí la dejamos.

EL SECRETARIO EN SU LABERINTO

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