La venganza es un platillo que se saborea mejor cuando está frío, dicen unos. No es indio el que no se venga, opinan otros. Esto viene a colación porque hace años, cuando Andrés Manuel López Obrador era candidato presidencial, Miguel Ángel Yunes Márquez dijo burlonamente que era un “viejo guango”. AMLO aguantó vara y el insulto pareció haber quedado en el olvido. Pero no. Yunes Márquez está a punto de ser encarcelado y de perder la senaduría que ya creía tener asegurada. Sí, a unos días de que López Obrador entregue la banda presidencial tal vez vea a Chiquiyunes encerrado en el penal de Pacho Viejo.
Venganza, justicia o karma, llámenle como quieran, pero la guillotina pende sobre el cuello del hijo del exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares. En política, las facturas se pagan tarde o temprano. Si es culpable o inocente de las acusaciones que le hacen, es otro cantar. Lo cierto es que Yunes Márquez se encuentra en el banquillo de los indiciados. ¿La librará?
VENGANZA PRESIDENCIAL
Eduardo Pesqueira Olea era secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos de Miguel de la Madrid. Era muy juguetón y burlón con sus compañeros de gabinete y un día, durante un acto público, se le ocurrió “poner cuernos” con sus dedos sobre la calva cabeza del secretario de Programación, Carlos Salinas de Gortari. La foto circuló como pan caliente.
Años despues, ya siendo presidente Salinas de Gortari, le cobró con creces la ofensa. A cambio de no parar con su voluminosa humanidad en la cárcel, el Gordo Pesqueira Olea fue obligado a regresar varios millones de pesos que se había robado del erario, según la acusación penal presentada en su contra. Le costó caro el chistesito y pudo haberle ido peor.