Ser un referente y una motivación resulta desafiante. Más aún cuando el presente muestra escenarios cambiantes y complejos, con infinitas necesidades y con una sociedad ávida de progreso. Es ahí donde el entorno exige conocimiento, talento, voluntad y experiencia para abordar con precisión las estrategias a implementar. Así como una participación activa de la población.
“Si pretendemos lograr resultados nunca antes alcanzados, debemos usar métodos nunca antes intentados” – Sir Francis Bacon. No se trata de crear un listado de políticas públicas específicas con indicadores tradicionales, sino de trazar la ruta hacia un futuro sostenible, entendiendo este último como la administración del presente sin comprometer los recursos de las futuras generaciones.
La imperiosa necesidad de contribuir con los esfuerzos hacia un planeta sano y con espacios dignos para vivir, nos lleva a actuar desde las pequeñas comunidades. La reconciliación de la economía, la sociedad y el medio ambiente nos encamina a un amplio sentido de la sostenibilidad. Actuando como un catalizador del desarrollo y progreso de los pueblos.
¿Qué tan preparados están los municipios para apostarle a herramientas sostenibles? Frecuentemente se crean narrativas alejadas de la realidad, tomando únicamente como sostenible aquello relacionado con el medio ambiente, cuando resulta ser un universo integral y multidimensional. Sin dejar de mencionar que la calidad de vida está íntimamente ligada a la calidad ambiental y que los más pobres son los más vulnerables a la degradación del ecosistema.
Las ciudades en el planeta representan más de la mitad de la población global, ocupan sólo el 3% del territorio mundial, consumen entre 60% y 80% de la energía, y generan el 75% de las emisiones de carbono en el mundo. “No es posible lograr un desarrollo sostenible sin transformar radicalmente la forma en que construimos y administramos los espacios urbanos”, así lo señala el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Aplicar la sostenibilidad conlleva un cúmulo de bondades, entre ellas, la generación de empleos. Tan solo en el sector energético renovable se habrán creado alrededor de 18 millones de empleos en el mundo para 2030. Además de reducir los niveles de contaminación y, por lo tanto, disminuir el índice de enfermedades y muertes.
Gracias a las nuevas generaciones está surgiendo un nuevo ser humano, más responsable, consciente y altruista para lograr los objetivos de la humanidad, al menos eso se percibe. No existe receta única, pero comenzar a diseñar políticas públicas que garanticen una mejor calidad de vida en la población, logrará catapultar a los municipios motivando al resto. Seamos la solución que detone el cambio en nuestro entorno, con ese ímpetu de los que sueñan incansablemente por un futuro mejor, sin dejar a nadie atrás.
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