Los dados estaban echados desde el principio. Las elecciones en Coahuila y el Edomex fueron solo el storyboard de una película maquinada y maquilada con precisión milimétrica, bajo la premisa inamovible, perenne, vigente más allá de la invención discursiva de la cuatrote: lo que opone, fortalece.
La dialéctica política acuñada por don Jesús Reyes Heroles para darle un baño democrático a la dictadura perfecta del PRI, fue aplicada por el heredero más fiel del viejo sistema priísta: Andrés Manuel López Obrador.
El presidente podrá ser neofito, necio y tozudo en la mayoría de los temas de la gobernanza. En la política partidista, en el tête à tête de campaña, en el fragor del proselitismo, en la oferta de una república amorosa dónde el humanismo es la solución a todos los males sociales, Andrés Manuel López Obrador es un animal político por los cuatros costados.
En la dialéctica hegeliana, el tabasqueño es el germen de la autodestrucción de un sistema político que gobernó al país siete décadas. En el requiem priísta, el enterrador es un priísta impío, rebelde, emancipado de la placenta tricolor en los ochenta, decido a sembrar la bandera de la cuarta transformación por lo menos en dos sexenios.
Y en este proyecto transexenal no puede empacharse con todo el pastel, debe enviar hacía el exterior el mensaje que es un demócrata, por eso ordenó construir un extraño tinglado en Coahuila, un escenario bizarro, nebuloso, contradictorio pero eficaz que permitió entregarle un dulce al PRI y sus aliados en la victoria anticipadísima del priísta Manolo Jiménez Salinas, abanderado de la Alianza Ciudadana por la Seguridad que integraron PRI-PAN-PRD.
La obra de teatro coahuilense fue una lección del guión interpretado con limpieza por los actores de relleno que envió AMLO al teatro de los sueños aliancistas. El triunfo de Manolo Jiménez Salinas es un clavo ardiente para Alejandro Moreno Cárdenas (PRI), Marko Cortés (PAN) y Jesús Zambrano (PRD) quienes esgrimirán la victoria pírrica en Coahuila como una esperanza contra la aniquilación total en 2024.
Con 58.1 % del límite superior de los votos, Manolo Jiménez le pasó por encima al senador Santana Armando Guadiana Tijerina que sólo cosechó el 21.9%
La democracia resiste, dirán ufanos los líderes opositores.
En el Estado de México hay buenas noticias.
En principio de cuentas, los electores agradecieron que las coaliciones solo hayan presentado dos candidaturas femeninas en la lid por el último resquicio de la nomenclatura priísta llamada Grupo Atlacumulco.
La candidata de la alianza PRI-PAN-PRD, Alejandra del Moral, al reconocer con altura de miras y educación su derrota y felicitar a la maestra Delfina Gómez, dijo que “para poder ganar hay que saber perder”.
“Los valientes no siempre ganan las batallas, pero los valientes jamás dejan de luchar” fue la última arenga automotovante de la candidata aliancista.
El gobernador priísta Alfredo del Mazo habría dicho en la víspera que ocupará una cartera en el gobierno de Claudia Sheumbaun si está llega a ser la primera presidenta de México, es decir, se ‘culiempinó’ a priori, cómo diría el senador Germán Martínez.
La maestra Delfina Gómez será gobernadora de un estado preponderante, decisivo en el tablero por el 2024.
Austera en la palabra, ahorrativa y monocromática en el oufit, plana en el discurso, Delfina Gómez se merece una segunda oportunidad para gobernar el Edomex, debiera ser también una representante digna y válida para la lucha de las mujeres en este país.
La maestra ganó con el 54.2 % del padrón del Edomex, el estado reserva de la elección presidencial del 2024, con 11.6 millones de electores potenciales.
Otra arista plausible en la elección del Edomex fue el comportamiento político de candidatas y electores, basamentado en la civilidad en las formas. En el fondo, las trapacerías, mañas y demás parafernalia de conductas irregulares y hasta ilicitas de partidos y funcionarios fueron una su sucesión costumbrista de la cultura política mexicana.
La campaña por la presidencia de la República Amorosa inicia hoy.
El Estado de México, con un universo de 11.6 millones de electores, es la gran reserva para el Movimiento de Regeneración Nacional.
En la matemática que diseña el 2024, Edomex y Veracruz gravitarán en el proyecto continuista de AMLO.
Veracruz es el 4° estado con mayor número de votantes con 5.7 millones de ciudadanos enlistados en el padrón electoral. Una matemática simple arroja que entre estos dos estados suman 17 millones 200 mil votos potenciales para Morena y sus aliados, un 18 por ciento del padrón total del país, estimado en 93.5 millones de electores.
Edomex y Veracruz serán fundamentales.
La real campaña inicia hoy.
El reto es persuadir a por lo menos a seis de cada 10 electores que la democracia partidista aún es rentable, en una realidad donde 8 de cada 10 ciudadanos no quieren saber nada de candidatos, partidos políticos y campañas.
A este sombrío panorama abstencionista, se suma el hecho que Andrés Manuel López Obrador ya no será candidato a nada, excepto a un autoexilio en La Chingada, su rancho de Palenque, Chiapas.
El reloj de arena se activó ya desde este domingo 4 de junio.