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DE AGUAFIESTAS PATRIOS Y OTROS MALES

A lo largo de su historia, México ha vivido singulares conmemoraciones de la Independencia, que van desde protestas hasta ocurrencias de los exmandatarios expresadas desde el balcón presidencial. En estos escenarios, las crónicas consignan momentos en los cuales no se cumplió el ritual o no representó una festividad, debido a una pandemia, un desastre natural o los reclamos del pueblo.

Empecemos por el siglo XVI, centuria en la que, por cierto, llegaron los españoles. En dicha época, se registraron cinco epidemias: la viruela; el sarampión; la salmonela (llamada “cocoliztli”), que mató a cerca de 15 millones de personas; la fiebre hemorrágica, en la que falleció el 50% de la población indígena en México central y una epidemia mixta de sarampión, paperas y tabardillo, en 1596.

En 1833 hubo una epidemia de cólera y la celebración se pospuso para el 4 de octubre, por disposición de Antonio López de Santa Anna. En 1847, debido a la intervención norteamericana, no hubo festejos.

En 1883, la fiebre amarilla llegó a nuestro país, pero, paradójicamente, ese año, Porfirio Díaz incluyó en la celebración a sectores relegados del programa oficial hasta ese entonces, tales como estudiantes, clubes, el cabildo eclesiástico y obreros.

A inicios del siglo XX, la peste negra, de la variedad bubónica, infectó a 824 personas, aproximadamente y de éstas fallecieron 582. En 1910, en el marco de las fiestas por el primer centenario de la Independencia, Porfirio Díaz ondeó la bandera nacional, por última vez, ya que, como consecuencia de la Revolución Mexicana, partió al exilio en Francia, al año siguiente.

En 1916, un fuerte resfriado le impidió al presidente Venustiano Carranza dar El Grito, aunque, en 1918 todavía pudo celebrar la noche mexicana antes de la pandemia de influenza del otoño de ese año, la cual dejó 500 mil muertos de una población de 14 millones de personas.

En 1969, un año después de la matanza de Tlatelolco, Gustavo Díaz Ordaz consideró que era arriesgado dar el grito en el zócalo y lo realizó en la ciudad de Dolores Hidalgo, Guanajuato.

En 1986 se colocó, sobre el balcón principal del Palacio Nacional, la Campana de Dolores, para que la tañera Miguel de la Madrid, pero sólo recibió la rechifla de los asistentes, debido a su lenta reacción ante el sismo que, en 1985, azotó la Ciudad de México

El primer grito de Vicente Fox fue en 2001, apenas cuatro días después del ataque a las torres gemelas en Nueva York. Y aunque quiso darle un giro distinto a sus relaciones internacionales, no logró convencer a George W. Bush, quien cambió las prioridades en la relación de México y EU, lo que afectó acuerdos migratorios y comerciales que aún no se han concretado.

En 2006, Vicente Fox, al igual que Díaz Ordaz, optó por regresar el grito presidencial a Dolores Hidalgo, en Guanajuato, debido a que la plancha del zócalo capitalino estaría tomada por los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, como protesta ante el fraude electoral.

La pandemia de influenza H1N1 marcó la primera década del siglo XXI en nuestro país. Este virus de origen porcino se presentó, primero, en el estado de Veracruz, en abril de 2009 y, después, su contagio se extendió por todo México. En total, se registraron, hasta abril de 2010, 70,715 casos de contagios y 1,172 muertes confirmadas a causa del H1N1 en el territorio nacional. Seguramente, las drásticas medidas sanitarias tomadas por Felipe Calderón en la CDMX y el estado de México estaban orientadas a no suspender las festividades del bicentenario de la Independencia, con lo que justificaría la corrupción y excesivos gastos de las mismas, igual que la ostentosidad de Porfirio Díaz en 1910.

En 2012, el último grito de independencia del expresidente Felipe Calderón fue opacado por las protestas del movimiento estudiantil #YoSoy132 en contra del fraude para imponer a Enrique Peña Nieto; la corrupción y el narcoestado calderonista. El grito de celebración fue: ¡Viva que te vas!

Todas las ceremonias del Grito, durante el sexenio de Peña Nieto, fueron escándalos en medio de una crisis económica y de credibilidad por temas como el enfrentamiento con los maestros de la CNTE; la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa; la guerra contra el narcotráfico, entre otros. Esta situación obligó al gobierno federal a implementar fuertes medidas de seguridad en los festejos patrios. Todos los asistentes al zócalo –acarreados en su mayoría– tuvieron que pasar por arcos detectores de metales. Había perros que olían mochilas en busca de explosivos, además de una estricta vigilancia. Las tradicionales, y ostentosas, cenas de gala fueron suspendidas. En 2018, en un ambiente de hartazgo social, Peña Nieto intentó dibujar un corazón con sus manos, pero la torpeza lo traicionó, además de que estuvo a punto de no ondear la bandera mexicana después de tocar la campana. Ese fue el último grito dado por el régimen priísta.

Este año, en la ceremonia del Grito de Independencia, se recordará a los fallecidos por Covid-19, así como al personal de salud que combate la pandemia en la que, en México, ya suman más de 70 mil fallecidos. La celebración se efectuará con estrictas medidas sanitarias y, en ella, 500 personas con antorchas representarán a todos los estados del país. ¿Por qué la antorcha? Para que no se apague la llama de la esperanza y tengamos la confianza de que vamos a salir adelante, como lo hemos hecho ante adversidades, epidemias, desastres naturales y malos gobiernos, expresó el presidente Andrés Manuel López Obrador, en conferencia de prensa, ante la exigencia del Partido Acción Nacional (PAN) para que cancelara la ceremonia del Grito, a fin de evitar posibles contagios de coronavirus.

En efecto, a pesar de la actual contingencia sanitaria, no debemos olvidar que llevamos a México en el corazón y que, como lo demuestra la historia, los mexicanos hemos salido avante de calamidades gracias a la solidaridad y el sentido de pertenencia a una gran nación. Que este 15 de septiembre, el profundo significado de la antorcha encienda nuestro fuego interior y nos dé sabiduría en la incertidumbre y los efectos psicológicos que puede ocasionar una epidemia. ¡Viva México!

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