Un viajero sin capacidad de observación es como un pájaro sin alas. Camelot.
Un lector me había escrito que buscara el hotel propiedad del gran Cristiano Ronaldo (CR7), que un día mandó gorro en el Real Madrid y por años dejó estela de records en este equipo hasta que un día se marchó y a su barco le llamó libertad. Es un hombre muy humano y anda por ahí circulando en las redes un mensaje del porqué vive con su mami, con su esposa y sus hijos. Multimillonario y dueño de avión privado, Cristiano dijo que su madre sufría y limpiaba pisos y lavaba ajeno para poderle comprar un par de zapatos de jugar futbol y que, hasta que se muera, vivirá en su casa, esté donde esté, con todo y que en Portugal le tiene una gran mansión. Cierta vez cuando andábamos por aquí acababa de pasar otro terremoto en México y el hombre donó un millón de dólares para nuestro país, como ahora pasa en Acapulco, que sufren por escasez y el gobierno está paralizado y no acepta ayuda extranjera, cuando hay países que la quieren dar, pero ya saben ustedes como es nuestro presidente. Pues esa vez Chicharito llevó una cartulina con la bandera mexicana dándole las gracias y la televisión de Colombia le tomó foto y le hizo hacer algún comentario, Cristiano la vio a lo lejos, pero ahí se cerró la historia. El hotel lo había visto, está en La Gran Vía a pocos pasos de la tienda del Real Madrid. Lo encontré, se llama ‘Pestana CR7’. Al tocar el elevador, el concierge no nos dejaba subir. Sólo para huéspedes, decía, le dije que venía de México y que un día había visto hacer al hombre tres goles contra el Villareal, Entonces sonrió y me dejó pasar. Entramos al lobby y en un aparador tiene dos camisetas de Cristiano, una salita cómoda y me dijo el concierge que el hotel oscila entre los 200 euros el día por cuarto, más o menos lo que cobran por esa zona. Pero en la calle es otra historia. Es un hotel que se asemeja al sitio donde a Rocky le hicieron un monumento en Filadelfia, por su afamada película, allá todos llegan y hacen la señal de Rocky, la de levantar los brazos en triunfo, aquí también la gente posa en la entrada y hacen la señal que hacía CR7 cuando anotaba y sigue anotando goles. Sitio de reverencia y culto a ese hombre que marcó un antes y un después en el Real Madrid, y que aún con los árabes sigue marcando goles a sus 38 años. Larga vida a Cristiano.
LOS RESTAURANTES
Todos te escriben y te envían una lista de ir a los mejores restaurantes, ve a tal o come en este otro. Más o menos conozco a algunos, no todos, pero los de la primera división y visita obligada, creo conocerles, desde el muy fifí Lando, de la calle Gabriel Miró, que probablemente iré mañana, donde el dueño, que es primo del dueño de Casa Lucio es un tipo agradable y tiene a la entrada de su restaurante fotos retratado con todos los de Hollywood, desde Tom Cruise hasta el qué se les ocurra. Todos los picudos allí han llegado alguna vez que vienen a Madrid, chulona mía. He comido allí varias veces, Ángel se llama el dueño. Y le dices de México y te da la cotorriza, quiere a los mexicanos. Pero hay que perderle el amor a unos buenos euros. La última vez de hace un año, que allí anduve y andé, diría el clásico, al sentarnos cuatro de nosotros, le pedí el menú al camarero, que aquí le llaman así a los meseros y me acordé de Juan Manuel Pavón, ese muchacho que nos atendió en el orizabeño hotel el Orbe por años, y que aún mantengo contacto por WhatsApp con él; el mesero, al pedirle la carta, me dijo a bote pronto: ‘Joder, que aquí el último que pidió la carta vino hace diez años, deja que te sirva’, y te empieza a llenar de entradas riquísimas y, para cuando te das cuenta ya comiste y entonces si, a pujar con la cuenta. Ayer estuve en el otro, Casa Lucio, ese dicen que, como en La Parroquia de Veracruz, si vienes a Madrid y no vas a Lucio, no viniste. Reservé desde el hotel con el concierge, te dan por bloques, o comes de la una y media o 3 y media, porque siempre está lleno y hay colas a la calle, como en los antros. Llegamos puntuales, 3:30. Ya no vive Lucio Blázquez, que siempre te esperaba en la puerta con una frase amable, ahora son sus hijos quienes lo hacen. Veníamos de La Puerta de Alcalá (miralá, miralá, miralá) y el taxista, un señor de edad, respetable, corroboraba lo que le decía, que quien viene a Madrid va a Lucio. Son famosísimos los huevos rotos, unos huevos estrellados con papas fritas abajo y me comí unas judías, riquísima esa verdura, mis nietos un solomillo y el otro un plato de verduras y a caminarle un poco después por ese mismo rumbo de la Cava Baja, para bajar la comida.