El 11 de Noviembre de 1918 a las 11 de la mañana se lanzaron al vuelo las campanas de todas las iglesias de Francia para difundir la buena noticia*: el armisticio de la la Primera Guerra Mundial se había firmado y el cese al fuego era efectivo a partir de ese momento. El júbilo por el fin de este mortífero conflicto se manifestó sin restricciones, pues la población europea había pagado un enorme tributo, más de 18 millones de muertos, inválidos y mutilados de entre los cuales 8 millones fueron civiles.
Este día es feriado y se organiza en cada municipio francés una ceremonia de homenaje a los soldados muertos en la guerra que duró cuatro largos años, de 1914 a 1918. La conmemoración de este año reviste un interés particular, pues se trata del centenario del armisticio. Para celebrar esta fecha tan especial, 130 jefes de estado fueron invitados a París. Todos se dieron cita en el Octavo distrito, bajo el Arco de Triunfo, donde se encuentra la tumba del soldado desconocido de la Primera Guerra Mundial.
En su discurso el presidente francés Emmanuel Macron exhortó a sus homólogos : “Adicionemos nuestras esperanzas en lugar de oponer nuestros miedos…” “…rehusémonos a la fascinación por el confinamiento, la violencia y la dominación.” y terminó diciendo “!Viva la amistad entre los pueblos!”
*Quisiera agradecer al Doctor Eric Taladoire, Profesor emérito de la Universidad de la Sorbona, por haberme confiado un ejemplar del periódico “Le Figaro” del 11 de Noviembre de 1918 de su colección personal.