Las redes sociales han logrado convertir a México en el paraíso de la postverdad, un país en el que cada quien escucha lo que quiere escuchar, lee lo que quiere que le digan y convive en el universo virtual únicamente con personas que piensan como él.
Una gran ventaja de twitter, Facebook, incluso los teléfonos inteligentes y con ellos los sistemas de mensajería es que puedes bloquear a quien quieras sin mayor esfuerzo que apretar una simple tecla. Aunado a ello, en un país con el nivel de ignorancia (en todos los estratos sociales) como México, es muy difícil que alguien se arriesgue a argumentar algo, para defender su opinión. Así, poco a poco, las redes sociales se convierten en tribus dónde todos piensan de manera muy similar.
Se entiende que quien tiene algún tipo de interés económico, político o social, se preocupe mucho por lo que opinan los demás en sus redes sociales. Pero la mayoría de la población no tiene mayor interés, y sin embargo los pleitos en redes son tanto o más duros que en la vida real, por opiniones, las cuales en general no pueden sostenerse con argumentos reales.
Al ser humano lo motivan pocas cosas, el miedo es una de las que más lo mueven, la ambición y dicen los psicólogos conductuales que también eros tiene mucho que ver en las motivaciones. Eros juega muy poco en redes sociales, salvo cuando hay alguien que tenga interés sentimental en otra persona de la misma red. Fuera de eso, en las redes afloran los complejos, las frustraciones y también, muy de vez en cuando muy buenos análisis y visiones de la realidad que nos permiten ver el mundo a través de ojos inteligentes.
En México resulta muy divertido analizar el tráfico de redes. En Twitter todo gira respecto de tener seguidores y generar discusiones mediante hashtags que generen mucho tráfico en un momento determinado. En Facebook, gira en torno a tener seguidores y participación en los muros. En Instagram seguidores. Y en whats app, la posibilidad de que los temas se repitan para ser compartidos lo más posible.
Lo curioso del asunto, es que las redes sociales redujeron la comunicación en lugar de ampliarla. Ahora cada ser humano participa en una red social a su gusto, en dónde nadie se opone a sus comentarios, en la cual si opina distinto a la mayoría resulta apestado y en muchas ocasiones expulsado. También las redes y en particular los grupos de mensajería, son utilizados por espías del gobierno para enviar reportes e información sobre lo que opinan aquéllos que merecen ser vigilados por el gobierno municipal, estatal, federal, inteligencia del ejército y marina, -cuando menos-, ya sea porque son adversarios, o porque se les considera líderes de opinión, es decir, influencers.
Una vez que una red social se ha depurado, la participación se vuelve diálogo de sordos, todos opinan igual, todos comparten los mismos temas y todos tratan de convencer a todos de lo que todos ya están convencidos. Tratándose de elecciones, es más obvio y divertido el asunto. Por ejemplo, si estas en una red de AMLOvers, todos van a estar a favor de lo que haga el gobierno. Si estas en una red de AMLOhaters, todos van a compartir memes, información, artículos que estén en contra del gobierno.
Es decir, las redes sociales ahora generan estatus cuando más se publica sobre el mismo tema para convencer a todos los integrantes de esa red social, de algo de lo que ya están convencidos. Por eso es un diálogo de sordos, porque a fin de cuentas, las redes antagónicas no se comunican.
Todos nos quejamos de la polarización de México. Acusamos, -justificadamente-, que AMLO ha polarizado al país. Pero en realidad, todos y cada uno de nosotros, al ser incapaz de comentar, platicar, escuchar, entender, generar empatía con el otro que no piensa como yo, hemos abonado en la misma polarización.
En twitter sobre todo, las agresiones entre distintos espectros políticos, religiosos, etc., son cada día más verbalmente (por escrito) violentas. Algunos se justifican diciendo que quienes no opinan como ellos, los han agredido mucho y con eso justifican su nivel de agresión actual. Olvidando lo más importante, si son pagados, no vale la pena prestarles atención. Si no son pagados, y son personas reales, siempre hay posibilidad de entablar un diálogo, aunque ninguna de las dos partes convenza a la otra. Si hay un poquito de empatía en lugar de rivalidad, seguramente habrá puntos comunes que unan en lugar de separar y con ello reducir un poco el ambiente de tensión y polarización que vivimos en estos aciagos momentos.
Mientras logramos comprender al otro, mientras tratamos de ser empáticos y no tratar de ganar todas, sino comprender la realidad del otro, nos la pasamos llenando nuestras propias redes sociales con los mismos temas en los que todos los miembros de esa red social estamos de acuerdo. Salvo cuando se trata de análisis y noticias, ya que si algo bueno tienen las redes, es la posibilidad de compartir conocimientos.
Creo que es más importante tratar de entender la realidad y la vida de los otros, esos que no son yo, para poder establecer un diálogo constructivo, porque la única manera de vencer la polarización y enfrentar los retos del futuro es juntos, olvidarse del tú y el yo, para comenzar a hablar del nosotros. Para ello hay que eliminar toda la manipulación mediática que hemos estado absorbiendo, todos los miedos infundados respecto al otro, al extraño, al que no piensa como yo. Porque a fin de cuentas la agresión viene del miedo a lo que no se comprende. Viene del miedo a lo que nos puede deparar el futuro. Viene del miedo al daño que te pueda hacer el otro. Cuando lo conoces superas ese miedo y comienzas a verlo como parte de tu grupo. Nosotros es la solución para superar el tú diferente de mí
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