Causas y efectos

Distanciamiento presidencial

Columna Causas y Efectos de Alfredo Rios

*Todos al mismo costal
*Errático lo chairo y fifí
*Demonios que rondan

Ya no causa sorpresa que, incluso en los tiempos en que se declara oficialmente el ingreso de los mexicanos a la fase tres de la pandemia que nos lastima, el señor Presidente de los mexicanos, don Andrés Manuel López Obrador, deje a un lado el apremiante tema de la salud pública, para con su peculiar estilo referir que en el territorio nacional, no se pueda considerar que todos los periodistas actúen con profesionalismo y con independencia de criterios.

Obviamente que lo de “independientes” debe acreditarse a que “los tunde teclas” no se expresan con libertad, escenarios en los cuales no refieren los hechos en torno al gobierno mexicano apegados a la realidad, sino instruidos y guiados por intereses perversamente contrarios a los escenarios que realmente presenciaron y a las voces del sector oficial que escucharon, todo ello enmarcado en espacios periodísticos “enemigos de la Cuarta Transformación”, e incluso aliados de los “fifís”, por lo que se pueden considerar como reporteros contaminados de profundos arraigos neoliberales.

En esos contextos bien valdría la recomendación, para que en el Palacio Nacional se hurgara en los archivos y hemerotecas periodísticas, en las cuales se advertirán claros testimonio de que la crítica hacia la actividad política y la administración pública, tanto de rangos municipales, como estatales y obviamente nacionales, no constituye un escenario diseñado recientemente para señalar tropiezos de la Cuarta Transformación, sino que de siempre ha existido y conforma una de las tradiciones históricas de la prensa mexicana, sector informativo que resulta tan plural como lo es el conglomerado social de nuestro país.

Y ante tales reflexiones y conclusiones presidenciales valdría cuestionar: ¿Acaso nuestro actual Presidente de la República no se identifica con una corriente partidista? que él mismo califica como transformadora y que, de tiempo atrás, el propio López Obrador rivaliza y polemiza con toda libertad, con argumentaciones que difieren abismalmente de lo que promulgan sus adversarios partidistas.

Es incuestionable y realmente contundente que, en los tiempos actuales, el partido político en el que a niveles internos se refleja el más absoluto control monolítico de impositiva presencia, lo es precisamente el creado, diseñado y encabezado por Don Manuel López Obrador, escenario indudable que otorga curso a una etapa presidencialista en el país, en el que los sectores parlamentarios conformados por el Senado de la República y la Cámara de Diputados, de hecho configuran la sombra del presidencialismo, historia que no ha cambiado por décadas y que refiere los mismos panoramas del presidencialismo que el hoy gobernante criticó en el pasado como aspirante presidencial.

Y de la misma forma, dirigiendo actualmente la mirada en el marco del poderío presidencial de siempre, pero ahora hacía los espacios informativos, acaso Don Manuel Buendía, columnista de prestigiados medios de comunicación editados tanto en la capital mexicana como en numerosos diarios de provincia, que fue asesinado precisamente cuando se encontraba a punto de iniciar una nueva empresa periodística de niveles nacionales, no constituye un ejemplo claro de que en México (y me refiero a todo el territorio del suelo patrio) siempre han existido ámbitos de una actividad informativa incisiva y, sin duda alguna, claramente ajena a la corrupción y a la complicidad con intereses extraños a la tarea periodística.

Yo no recuerdo a un periodista que entre sus antecedentes se encuentre el haber incendiado pozos petroleros, tampoco recuerdo a un reportero que haya bloqueado durante meses las calles de una de las zonas comerciales y empresariales más importantes de la ciudad de México, es más, participé en el equipo de Don Manuel Buendía y nunca, jamás giró instrucciones para torcer la realidad de los hechos, espacios en los cuales pudiéramos haber referido alguna apreciación probablemente no del todo apegada a la realidad, pero ello como resultado de un error de apreciación, pero nunca con la intensión de servir a intereses torcidos.

Tengo muy clara la convicción después de medio siglo involucrado con medios de comunicación, que en los sistemas informativos en nuestro territorio (como en todo el mundo) ciertamente existen convenios y compromisos, los cuales de alguna forma originan (como es natural) mano suave ante algún problema que involucran a quienes nos brindan la confianza de sus promociones comerciales, e incluso de carácter político, ello es lógico a más de natural, porque incluso entre el Presidente de la República y sus entornos cercanos, priva la siempre válida reflexión que apunta: “Para el aliado justicia y comprensión, para quien no lo es, simplemente justicia”… Y nadie paga para que le peguen, salvo en una relación sado masoquista.

El que en México un Presidente de la República sostenga que no existe un periodismo profesional, independiente y ético, sería como referir que en nuestro país no existen verdaderos profesionales de la política, porque con recurrencia carecen de independencia y ética, e incluso se podría agregar que en esos nichos presidenciales también se han referido ámbitos de clara deshonestidad, pero no por ello todos deben ser arrojados al mismo costal.

Muchos hijos de periodistas viven en claros ámbitos de la modestia, incluso algunos con ciertos rangos de pobreza, probablemente ello es resultado de que no son hijos de alcaldes, gobernadores o presidentes de la República, referencia que por sí misma enmarca que en todos los círculos del país “se cuecen habas”, por lo tanto, el funcionario público como el periodista, al igual que el empresario o el obrero, incluyendo al campesino y al profesionista en lo general, deben actuar con honorabilidad y respeto, apegados a sus ámbitos de responsabilidad, sin culpar al de enfrente “de mis propias limitantes e incluso de mis muy personales pecados”.

En México existimos mexicanas y mexicanos, no fifís o chairos, en México los medios de comunicación por lo general difunden lo que ven y escuchan y, como en todo el mundo incluyendo al poderoso país estadunidense, participan en los medios informativos analistas que desde su personal perspectiva y en ejercicio de la libertad de expresión, consagrada por la Constitución, externan sus puntos de vista sobre la administración pública, sobre la cual absolutamente ningún mexicano está obligado a calificar para bien o para mal, salvo lo que su propia voluntad y libertad de expresión le originen referir.

Es tiempo en el México actual de que arribemos con notoriedad a la reflexión indicadora que la contienda electoral ha quedado atrás, nos Gobierna por mandato ciudadano el señor Presidente Don Andrés Manuel López Obrador, y su tarea constitucional es gobernar para buen fin en beneficio de los mexicanos, sin importar si son “chairos o fifís”, calificativos que en voz del mandatario nacional suenan despectivos, refieren espíritu separatista, “división social” que lastima la unidad como nación y que siembra sectarismo cuyos efectos podrían convertirse en socialmente destructivos.

La institucionalidad de un Presidente le obliga a la actuación equitativa, que a su vez estimula la unidad en compromisos y esfuerzos, único sendero que pueden inducir hacia la tranquilidad social y el avance con rutas definidas hacia la prosperidad…

Los demonios de la descalificación en la pasada contienda electoral deben quedar atrás, López Obrador no es el Presidente solamente de “los chairos”, como con frecuencia él mismo lo hace sentir, por el contrario, su Gobierno debe involucrar a todos y su poder debe influir en todo, un gobernante debe ser incluyente, lo contrario constituye una aberración, una desviación, cuyo riesgo es el que ciegamente se nos dirija hacia el sectarismo, que otorga senderos hacia quebranto de las instituciones y, con ello, al estallido social.

El señor Presidente pareciera no dimensionar que con sus referencias descalificadoras hacia los “fifís”, es más lo que retrocede que lo que podría avanzar, al tiempo que siembra mayores rangos de distanciamiento entre los sectores productivos y la administración pública, lo que podrá dar curso al colapso de la economía en lo general, escenario que a nadie beneficia ni conviene… Ahí la dejamos.

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