El 25 de Julio de 1824 tuvo lugar el primer entierro en el cementerio de Montparnasse, situado en el catorceavo distrito de París. Dicho espacio fue creado en un terreno donde antiguamente había tres granjas de las que sólo subsiste la torre de un molino, clasificada actualmente, como monumento histórico.
Con un terreno de 19 hectáreas, Montparnasse es la segunda necrópolis de París en cuanto a tamaño y constituye uno de los espacios verdes más importantes de la ciudad. Contiene 1,200 árboles, entre ellos pinos, tilos, arces, maples, fresnos, algunos de ellos pueden medir hasta 20 metros de altura. La entrada es gratuita y se encuentra abierto todos los días de 9h a 18h.
Varios personajes ilustres están enterrados en este cementerio. Se puede citar, entre otros, al poeta Charles Baudelaire, al escritor Guy de Maupassant, a la filósofa Simone de Beauvoir, al arquitecto Charles Garnier, constructor del edificio de la ópera que lleva su nombre y de la que hablaremos la próxima semana. Los escritores latinoamericanos Julio Cortázar (Argentina) y Carlos Fuentes (México) están también inhumados en este panteón. Una lista indicando la posición de sus tumbas se encuentra a la entrada en forma de mampara.
En la división 15, avenida oeste, se ubica la tumba de Don Porfirio Díaz. Se trata de una cripta de piedra tallada con techo de dos aguas que presenta en su fachada el águila mexicana. A través de los vidrios de la entrada se puede ver que el interior contiene un pequeño altar. Es evidente que la tumba es visitada por turistas mexicanos, pues encontramos una banderita de México colgada de una ventana de la cripta, así como varios ramitos de lirios aún frescos pegados con cinta adhesiva. Más increíble aún, la primera estrofa de la canción mixteca estaba escrita con marcador negro en una de las puertas:
«Que lejos estoy del suelo donde he nacido, inmensa nostalgia invade mi pensamiento, y al verme tan solo y triste cuál hoja al viento, quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento…»