Decía un gran columnista, que aunque fuera día de celebración o de cumple o de lo que sea, nunca hay que dejar de teclear algo, para seguir activos.

Hoy es mi cumple.

Me atengo a la teoría de ‘Los años que me quedan por vivir’ del gran Galileo Galilei: “En una ocasión a Galileo Galilei, astrónomo, filósofo, matemático y físico italiano, le preguntaron qué cuantos años tenía y él contestó: “Yo tengo los años que me quedan por vivir porque los que ya viví ya no los tengo. Como el dinero gastado, ya no lo cuento ni tengo”.

Como  oí una vez: ‘Nadie es tan joven como para tener asegurado un año de vida más, ni tan viejo como, solo por razón de la edad, no poder vivir un año más.

La historia cuenta, por supuesto, el pasado está ahí y es importante en lo posible aprovechar, aunque solo sea para no caer en los mismos errores en el futuro.

Nunca olvides que los años que tienes son realmente los años que ya 𝐍𝐎 tienes.

Los únicos años que tienes son los que te faltan por vivir’.

LOS AGRADECIMIENTOS

En esas ando. Agradeciendo a todos los facebookeros y amigos lectores de las redes sociales, que enviaron felicitaciones para este escribiente, que teclea casi a diario o consuetudinariamente, diría un clásico.

Pasamos los días, los meses y los años sin tomar conciencia del ‘aquí y ahora’.

Por eso hoy, más que nunca, me apetece compartir este poema atribuido al genial Walt Whitman sobre la belleza de saber apreciar y vivir el momento:.

Poema Carpe Diem, atribuido a Walt Whitman: “No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido un poco más feliz, sin haber alimentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de

expresarte que es casi un deber.

Somos seres, humanos, llenos de pasión. La vida es desierto y también es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia… Pero no dejes nunca de soñar, porque sólo a través de sus sueños puede ser libre el hombre”.

Comeré en familia y amigos este día que cumplo. Fue un año difícil, dos meses entre hospitales y hoteles y médicos y quirófanos, pero salimos avante, gracias al cuidado de Dios, primeramente, y de mi hija Marymar, que es como doctora porque sabe de todo y de Luis, su esposo, que era mi guía hospitalario, de Ximena, la segunda doctora en casa, Belén, que desde Veracruz con Paolo seguía la ruta médica y Juan Carlos, que echaba porras. Karina y Luan, todos los nietos. Liderados por la jefa Maty, que rezaba todos los días y Dios si le hace caso, por el pronto restablecimiento.

Aquí ando ahora, luego les cuento cómo la pasé, mientras Gracias a la Vida y a Dios y a toda la gente que rezó por mi salud. A mi familia Haaz.

A todos, como decía Pedro Vargas: “Muy agradecido, muy agradecido y muy agradecido”.

Los respeto a todos.