*De Bill Clinton: “Ser presidente se parece mucho a administrar un cementerio: hay mucha gente debajo de nosotros y nadie nos hace ningún caso”. Camelot
Según fotos de Noé, fotógrafo oficial del diario Crónica Tierra Blanca, el sábado pasado, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez y su número dos, el poderoso secretario Erick Patrocinio, que ambos han sorteado tempestades y allí siguen con el apoyo presidencial, capoteando las embestidas de la Comisión de Derechos Humanos y del Senado y de Dante y Monreal, y de todos aquellos que quieren y les urge deroguen de una vez por todas, la llamada ley de ‘ultrajes a la autoridad’, y que ahí la cabecean dándole largas en el Congreso veracruzano, donde la palabra de ambos es la ley, llegaron a un pueblo sin mar, Tierra Blanca y con el machete en mano, siendo ambos ingenieros, pero ahora como jardineros de Versalles, llegaron a chapear al pie de la carretera la maleza que crece y no deja de crecer, como los peces en el rio.
LA COMIDA DE LA HAMBURGUESA
El rock star de la política, el veracruzano Sergio ‘Checo’ Gutiérrez Luna, presidente de la Cámara de Diputados, se fue a comer una hamburguesa con un picudo, el hombre más rico de México, Carlos Slim y la poderosa Olga Sánchez Cordero, la cordero que quita todos los pecados del mundo, porque también comiendo se hace política, diría Kamalucas, un filósofo de mi pueblo, esa comida hamburguesera motivó que los diarios la comentaran en su esplendor, y Notiver le dedicó su meme famoso en los populares Notimemes, esa comida rememoró aquella escena cuando Barack Obama se iba de escapada de la Casa Blanca y llegaba a la tienda Five Guys, donde le preparaban su hamburguesa favorita. Obama la aupó a los altares culinarios, y esa hamburguesa se hizo famosa cuando la llamaron la hamburguesa Obama y hasta en Harvard llegó a convidarse. La tienda, ya ni se diga, se volvió famosísima. Obama, cuando cobraba de presidente, a famosos políticos que llegaban a visitarle, cuando hacia hambre les decía vamos por una hamburguesa y el Servicio Secreto atravesaba esa zona para cuidar al presidente y al invitado. Hay una foto histórica que llamaron la Cumbre de la Hamburguesa, cuando Obama y el ruso Medeved, a quien Putin dejó unos días cuidándole la silla, se fueron por una y la comen al lado de los intérpretes. Cuentan los que conocieron del atasco culinario, que Checo dejó el Congreso y se fue con Slim, quien, después de comerla con los platos a la vista, le cantó el slogan de su changarro: ‘Solo, solo Sanborns’. Y allí terminó el disfrute. Tener un amigo así, no es cosa menor, es de los pocos empresarios que le hablan al oído al presidente, y lo escucha. Punto a favor del Checo.
LOS HOTELES Y QUE HAREMOS CON PAPA
El domingo, por cosas de caminar y hacer una que otra crónica de a pie de aquí donde vivo, me metí al hotel Casona 142, propiedad de la familia Kuri. Un bello hotel boutique, Tomé la parte de afuera de una vieja casona colonial, como todas aquellas antiguas de teja que existían en Orizaba. El hotel fue hecho de primera, en la orizabeña calle de Sur 2, se llama Hotel casona 142, un hotel de los llamados boutique. Entré al lobby y pedí permiso a las empleadas y pasé a su corredor y a una estancia y a su restaurante. Todo bello, hotel de cinco estrellas, peatonal a una cuadra de la calle Madero y a pasos del Teleférico. No pude tomar los cuartos, porque por la pandemia se tiene prohibido entrar a quienes allí no son huéspedes, pero es hotel recomendable. Mi sorpresa fue que salía a la calle y preguntaba la hora del check inn, el famoso actor mexicano Damián Alcázar, un primerísimo actor, de los buenos, de los encumbrados, de los chingones, hospedado allí mismo. Se me hizo conocido, pero con los cubrebocas ahora es difícil averiguar. Si era. Salía con un asistente y caminaba rumbo al Teleférico. Entonces pensé que venía a buscar locaciones para una película. Como aquella que se filmó en Orizaba, ¿Qué haremos con papá?, de la cual aún la ciudad sigue hablando de ella, con el gran César Costa y Arturo de Córdova y Marga López, un film que buena parte se filmó en Orizaba, en 1966. Debo decir que Yo Mero aún no llegaba a esta ciudad, llegué por 1968, pero los pobladores aun la siguen recordando y hablando de ella, y comentando dónde la filmaron, que si en la Alameda, Ciencias Químicas, el hotel de France y varios sitios más, incluyendo la legendaria Cervecería Moctezuma, cuando las chelas se hacían con el agua y el clima de Orizaba, ahora las harán igual, pero no lo dicen con aquel orgullo que lo decían. Un buen recuerdo fílmico.
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