*La fama es una bolsa vacía, cuentas con ella y acabas en la ruina. Te la comes, y acabas con más hambre. La persigues, y acabas loco. Camelot.
El tema no da para más. Fue la comidilla del fin de semana, cuando este escribiente llegó a Veracruz y ahora no hubo tiempo para una tour jarocha, comeríamos cinco cuenqueños paisanos, pero dos tuvieron compromisos y de los cinco que quedaban, ya nomás quedamos tres, tres, tres. El rementeriazo permeó sobre Veracruz y buena parte del país. Julen Rementería tuvo sus cinco minutos de fama mundial, algunos prestigiados columnistas del país lo hicieron talco y hasta apareció su foto con los radicales y neonazis de VOX, en los diarios El Mundo y El País de España, al menos la fama le llegó. Aunque la fama, decía el escritor Xavier Velasco, a veces solo sirve para conseguir buena mesa en restaurante. Aunque el Nobel García Márquez aseguraba que esa fama le evitó volver a hacer cola en cualquier sitio. A Rementería le fue como en feria, muchos paisanos se asombraron que arrastró en ese vodevil choricero español, a la lista y abusada Indira, que no es Gandhi, pero es senadora veracruzana. Algunos radicales pedían al PAN le quitara la representación yunquista senatorial en esa bancada, y hasta Lily Téllez, mujer lista y combativa, se deslindó. Dijo: “Detesto los extremismos, la homofobia, el antisemitismo, el racismo y el nacionalismo”. ¿Y luego?, diría Kamalucas, entonces para que juntarse con estos malandrines. Otros de Morena estuvieron a punto de aplicarle al invasor, el Articulo 33 (Los extranjeros no podrán de ninguna manera inmiscuirse en los asuntos políticos del país), y expulsarlo como una vez a Maximiliano, aunque el Maxi ya iba en ataúd. Este Santiago Abascal, presidente de VOX, no es nada dejado. Dijo que no le intimidaba la alharaca del presidente AMLO. “Ninguna declaración de quienes se abrazan a tiranos y protegen a narcos va a impedir nuestra causa a favor de la libertad, los derechos y la propiedad de las naciones”. Moles. Luego que se fue a dar una vuelta a la Basílica de la Guadalupana y gritar un Viva Méjico, pero con jota, joder. Felipe Calderón y Margarita Zavala se fueron rapidito a Madrid, y en el aeropuerto Adolfo Suarez-Barajas, ella dio declaración que iba a un encuentro católico, me imagino que para quitarse el diablo encima de estos de VOX y darse unas buenas persignadas. Comiendo en el Akellare de Veracruz, de Tuero Molina, saludé a Alberto Duarte, hermano del Jefe Duarte y fiel lector Notiveriano, y a su señora esposa, quedaron que, para el próximo viaje, nos obsequian unos ricos chiles en nogada. Se agradece.
ESE ABIERTO DE ESTADOS UNIDOS
Hace algunos años de los 80s, cuando a este escribiente le gustaba muchísimo el tenis y lo practicaba –ahora un poco menos –, me fui de tour al Flushing Meadow a Nueva York, a ver a John McEnroe y Bjon Borg y Jimmy Connors, los grandes de aquella época, que parecían gigantes. Recuerdo que en ese viejo estadio, existía una placa en la galería de los campeones, donde un mexicano lo había ganado, Rafael Pelón Osuna, el primer latinoamericano en ganar un título de Grand Slam, luego seguí a los mexicanos, entre ellos Raúl Ramírez, otro gran tenista mexicano a quien vi en vivo y en persona, diría Kamalucas, en el estadio Chapultepec en un torneo de Copa Davis, también un día de hace dos años visitando el estadio de Wimbledon, en una placa allí estaba la galería con Raúl Ramírez de doblista con el gringo Brian Gottfried. Está ahora el torneo de Nueva York, suspendido un día por la tormenta implacable que le cayó a la Gran Manzana. ESPN está transmitiendo los juegos y vi dos extraordinarios, el del español Carlos Alcaraz, un chaval de 18 años quienes los conocedores llaman el sucesor de Rafael Nadal. Dieron el juego de ese torneo en el estadio Arthur Ashe contra el griego de apellido impronunciable, Tsitsipas, sembrado número 3. Deslumbraron a Nueva York en un juego que terminó en cinco sets y en muerte súbita y llega uno a la conclusión que allí vienen los jóvenes de relevo. Al terminar el juego se tendió en la cancha a llorar. Imponía el record en ese torneo del más joven en ganar a un sembrado y a esa edad de apenas 18 años. Igual ocurrió en el juego femenino, cuando otra jovencita de 18 años venció a la japonesa Naomi Osaka, campeona del título y sembrada número 3, vencida por Leylah Fernández, de 18 años, las dos grandes sorpresas en el Abierto de Estados Unidos. Algún día le preguntaron a McEnroe, cuál era la diferencia entre los grandes tenistas: “Es la mente, quien tenga mejor mentalidad ganadora, ese gana, porque todos jugamos al mismo nivel”. Está el torneo para seguirlo.
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