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El sindicalismo magisterial veracruzano: del corporativismo a una compleja democratización

La historia del sindicalismo en nuestro país ha atravesado por complicados laberintos desde el surgimiento del movimiento obrero a finales del siglo XIX, pasando por el clientelismo en la época priista y el reciclaje de dicho status quo en los sexenios panistas, hasta el natural desgaste de su verticalidad oficialista propiciado, principalmente, por la inexistencia de democracia y pluralidad en los procesos de elección de sus dirigentes. No obstante, el actual régimen, mediante la Reforma Laboral, manifestó que el gobierno no volverá a tener injerencia en la vida interna de las organizaciones gremiales, por lo que no se utilizará la entrega de tomas de nota y registros sindicales como mecanismos para premiar a leales o castigar a opositores.

En cuanto al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), fundado en 1943 en el Congreso Nacional de Trabajadores de la Educación, todavía considerado uno de los sindicatos magisteriales más grande del mundo y la asociación gremial sobresaliente de América Latina, su cronología también ha transitado por avatares políticos que lo han puesto al servicio de los anteriores regímenes, aunque con un matiz diferente desde la llegada de Elba Esther Gordillo Morales en 1989, desplazando el cacicazgo de Carlos Jonguitud Barrios, hasta su encarcelamiento en 2013, para eliminar obstáculos a la reforma educativa de Enrique Peña Nieto y, claro, por haber traicionado al PRI, independizarse y realizar negociaciones políticas con el Partido Acción Nacional.

Por el contrario, el monopolio sindical se fracturó desde 1979 con el surgimiento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) como oposición a la antidemocracia y la docilidad frente al gobierno del sindicato magisterial oficial (Jorge Javier Romero Vadillo, 2021). Empero, con el tiempo, este grupo disidente reprodujo los mismos vicios del sindicalismo vertical desarrollado por el PRI. Para recuperar la confianza de sus seguidores, encabezó la resistencia magisterial contra la reforma educativa peñista. Una vez derogada, y con el arribo del presidente Andrés Manuel López Obrador, dicha expresión radical ha mantenido un diálogo constructivo y menos beligerante con el actual gobierno federal.

En ese contexto, ha llegado el momento de la elección de los integrantes del Comité Ejecutivo de la Sección 32 del SNTE en la entidad veracruzana, correspondiente a los 90 mil trabajadores federales activos de la educación y 20 mil jubilados, aproximadamente.

Es un momento histórico porque, por primera vez, serán los agremiados quienes, el próximo 1° de abril, mediante el voto personal, libre, directo y secreto, decidirán quiénes serán sus representantes. Anteriormente, en las instituciones educativas, se elegía delegados que, al momento de las elecciones en los congresos seccionales, eran cooptados por la maquinaria corporativa, haciendo a un lado el espíritu del sindicalismo: la genuina defensa de los derechos de los trabajadores sin condicionamientos al llamado «voto duro» por un partido político hegemónico que recompensaba lealtades con candidaturas a cargos de elección popular o puestos en dependencias educativas.

Así, en este tablero político-sindical participarán cinco planillas, entre las que destacan “Reivindicación Democrática Magisterial”, liderada por Jorge Enrique Velázquez Pérez, y el “Equipo Político”, fundado en 1996 por el extinto Juan Nicolás Callejas Arroyo.

Posteriormente, se realizará el mismo proceso con la Sección 56 del SNTE, con 34 mil 60 afiliados, y los demás sindicatos correspondientes a los trabajadores estatales de la educación que, al parecer, son 14 (SETSE, SUTSEM, SDTEV, SETMAV, SITEM, SIMEV, SETE, SIMVE, SIATEM, SUMA, SETEV, SESSEV, entre otros de reciente creación), varios de ellos emanados de la inconformidad de los docentes con la reforma educativa de Enrique Peña Nieto y, en los más antiguos, se han perpetuado algunos líderes sindicales.

Sin duda, la democratización de los sindicatos en México era un viejo anhelo de los trabajadores que está llegando a su consumación. Presencia real para recuperar al sindicato como principal instrumento de protección del trabajo que le permita intervenir a favor de la igualdad en la modernización económica y de las relaciones laborales del magisterio, en el marco de la justicia social. Asimismo, será determinante la participación de las organizaciones gremiales del sector académico para la consolidación de la política educativa de la 4T después de la pandemia por Covid-19 cuyos indicadores de mortalidad, afortunadamente, van a la baja.

En ese sentido, coincido con Armando Rendón Corona, quien, en su libro Sindicalismo corporativo. La crisis terminal (2005) considera que sólo un movimiento sindical renovado mediante su democratización puede convertirlo en una base firme para una nueva etapa histórica de organización de las fuerzas del trabajo y, en consecuencia, contribuir a la formación de amplias alianzas y solidaridades en torno a un proyecto nacional.

Este es el primer paso para que el sindicalismo magisterial veracruzano encuentre su actual lugar en la sociedad, con un cambio de mentalidad de sus agremiados que favorezca el mejoramiento de sus condiciones laborales y, con ello, el servicio educativo. Enhorabuena y que gane la mejor propuesta.

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