*Uno brinca de aquí para allá y a veces las caídas son buenas. Camelot.
Uno puede estar tranquilo, después de haber visto la noche del miércoles el programa de Leo Zuckerman, ‘Es la hora de opinar’, y escuchar al secretario de Hacienda de la 4T, Arturo Herrera Gutiérrez, economista por la UAM y con doctorado neoyorkino. Se sentó enelbanquillo de Zuckerman y lo llevó de la mano a que explicara lo que uno luego no le entiende a la economía ni las teorías de Keynes ni de Marx ni Heynes, ni de Kamalucas, una gente de mi pueblo. Explicaba el secretario para aquellos neófitos en esos andares de los números y matemáticas, lo explicable. Casi con manzanas lo oíamos.
No ocurrió como aquel chiste:
“Estaba Jesús predicando en el monte Sinaí y dijo a sus discípulos: y = ax2 + bx + c
¿Y eso qué es? Dijo uno de los discípulos.
A lo que Jesús respondió: “¡Una parábola!”.
Arturo hablaba del proyecto presupuestario para 2020 y de Pemex, ese calvario que cargamos y que uno no termina de entender porque en Dallas y Houston, Texas, el petróleo es de los privados empresarios y desarrollaron sus ciudades y en México, que es del estado, andamos para llorar. Todavía mas, en la época de oro de Pemex tuvimos el pozo Faja de Oro, en Poza Rica, que dio de comer a todo el país y la ciudad, al menos su paso para ir a Mc Allen por esa carretera era un potrero lleno de hoyos, ¿por qué el petróleo no nos ayudó y nos empobreció mas?, quizá como lo dijo el poeta: “El Niño Dios nos escrituró un establo y los veneros del petróleo el Diablo”.
Ese pozo daba 60 mil barriles diarios, en 1910, y era de los gringos, la Huasteca petroleum Company, hasta que llegó el trompudo Lázaro Cárdenas y con una patada en el trasero, los mandó a vivir a Nueva York, donde con ese dinero extraído del petróleo mexicano, levantaron los grandes rascacielos en Manhattan, gachos, siquiera hubieran pavimentado lo jodido de Cerro Azul y esa zona.
El secretario cayó bien, al menos a quien esto escribe que poco entiende de números y sí de maldades, llevaba la plática por los tentaderos de la numeralia, secretario cuando su jefe Urzúa les tiró la chamba en la jeta a la 4T y les dijo: ahí se ven, o esta otra muy trillada, si saben contar, no cuenten conmigo. Fue tan buena la entrevista de 40 minutos y el convencimiento de sus decires, que los mercados amanecieron tranquilos y hasta la misma Denise Dresser, una mujer muy crítica de este gobierno, terminó echándole porras. Es el funcionario, según la última encuesta de un diario nacional, mejor posicionado que Marcelo Ebrard, o sea, que si mañana fueran las elecciones, aguas, un economista ganaría a un político ese asiento de AMLO, aunque no se sabe si el que viene se va a dormir a su casa o seguirá en el mismo Palacio Imperial, al pie de las mañaneras.
EL LENGUAJE PROCAZ
Un tal Mireles, que un tiempo anduvo en las autodefensas cuando Peña Nieto y Del Castillo apaciguaban una zona, de repente apareció firmado y reclutado por la 4T de AMLO como subdirector médico de un sistema hospitalario. El tipo, con un lenguaje de carretonero, porque los de Alvarado saben decir, como el negrito sandia, buenas picardías, pero la dicen con prosapia y caché, con estilo alvaradeño. Este mugroso Mireles, tipo feo y mal hablado, llamó ‘Pirujas’ a las mujeres y las del MeeToo mexicanas se lo surtieron, en las redes sociales de macuarro, indecente y come cuando hay, aguantó el embate, porque su jefe lo perdona, como lo está haciendo con Bartlett, aquí operará el ‘No te preocupes, Mireles’. Majadero. Ahora mencionó en un nuevo video que un dirigente sindical ‘le pidió una base para una nalguita’, y que él las llama más feo. Parece burdel eso en lugar de hospital. Ante gente del ISSSTE pronunció en un video que se hizo viral, esta expresión: “Un dirigente me amenazó con llevar 15 mil personas a tomar la delegación sino le daba una base, pues había conocido a una ‘nalguita’ nueva. Son palabras de él; yo les llamó de otras cosas, a lo mejor más feas, pero son mías”. Válgame Dios. Pobre país con estos enajenados groseros, vulgar, soez, patán, burdo, tosco, procaz, irreverente. Por menos que eso, en otros tiempos, ya estaría ahuecando el ala y descansando en su casa, pero aquí ahora todo se vale, son ternuritas que de algo le sirven a su jefe, en lugar de que le atizara a este sujeto el: Fúchila, guácala. Es algo similar a aquella impropia expresión de Paco Ignacio Taibo, director del Fondo de Cultura Económica, que en una mañana de aliento brutal, expresó: “Se las metimos doblada, camarada”. Y el presidente vive apapachándolo. Elogiándolo al vulgar prosaico. Y eso que es escritor.
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