Esta vez nos encontramos en el tercer distrito de París, en el teatro Déjazet. Su historia se remonta a 1770, pues en esa época se encontraba en su lugar una cancha techada de jeu de paume que podría traducirse como ‘juego de palma’, pues consistía en golpear la pelota con la palma de la mano. Este juego es el ancestro de todos los deportes de raqueta. En 1854, este local fue convertido en teatro, pero no es hasta 1859 que toma el nombre de Déjazet que corresponde al apellido de su nueva propietaria, Virginia Déjazet.
Con una capacidad para 600 espectadores, el teatro Déjazet está constituido por una amplia platea y dos balcones decorados al estilo del siglo XIX. Las butacas están forradas con terciopelo rojo, color que contrasta con el parqué en madera obscura y con las molduras doradas de los balcones. El techo cuenta con 120 m2 de pinturas al fresco que relatan la historia del teatro como manifestación artística.
Actualmente se encuentra en cartelera «Un mes en el campo», obra de teatro del escritor ruso Ivan Tourgueniev, escrita en 1850 y prohibida hasta 1879 por considerarla inmoral. En la Rusia zarista del siglo XIX resultaba indecoroso que una señora decente pusiera sus ojos en el tutor de su hijo, aún si ambos se tocan apenas las manos. A causa de esta transgresión, la vida apacible de esa casa de campo se desorganiza y sus habitantes se llenan de desazón.
Escrito originalmente en ruso, el texto fue objeto de una nueva traducción al francés. El lenguaje es actual y muy bello. Por otro lado, la escenografía simple, en tonos verdes y sepia, restituye el ambiente veraniego de la campiña rusa. Además el vestuario, discreto y elegante, permite que los personajes se muevan con gracia en el escenario. Bravo a todos los actores, principalmente Anouk Grinberg y Micha Lescot, por ofrecernos tan agradable velada.