*De Derek Jetter: “La gente me pregunta por qué juego tan fuerte todas las noches Y yo les recuerdo que Lou Gehrig decía: ‘En el día de hoy, estoy seguro de que en las graderías hay un niño que me está viendo jugar por primera vez y él merece mi mejor esfuerzo’. Camelot.
Se maravilla cuando uno visita ese estadio, ubicado en el Bronx, donde juegan los grandes Yankees de Nueva York, después de haber dejado para la historia el antiguo estadio, aquel que Babe Ruth construyó, como decían los cronistas y columnisas de deportes. Uno baja del Metro neoyorkino y solo caminas unos cuantos pasos, así lo recuerdo cuando fui hace algunos años a ver al gran Derek Jetter, el short stop que cautivaba y el dominicano, Alex Rodríguez, el que ahora mueve los cachetes de Jennifer López, con el gran Mariano Rivera, el cerrador de picheo que, cuando llegaba al montículo, decía el cronista: “Ha entrado Mariano a salvar el juego. Apaguen la luz y vámonos”. La gran carrera de Mariano Rivera, panameño, nacido un 29 de noviembre de 1969, el mayor relevista en la historia del béisbol, fue trece veces All-Star y campeón de la Serie Mundial en cinco ocasiones. El 22 de enero de 2019 fue elegido al Salón de la Fama de Cooperstown con el 100% de los votos convirtiéndose en el primer jugador de las Grandes Ligas en ser elegido de forma unánime. Aquella vez de ese juego que vi, que ya he comentado alguna vez, Yankees se coronaban campeón de su liga y ganaban el juego 100. Yankees tienen en su haber: 27 series mundiales, 40 banderines de la Liga Americana y 19 títulos. Llegaban a la 9ª entrada empatados y Bernie Williams metió su jonrón y el estadio enloqueció. Tocaban al momento en los altoparlantes, diría un clásico, la canción New York del gran Frank Sinatra, y comenzaba el ritual de enfocar en la pantalla del estadio a las figuras que habían asistido al juego: Liza Minelli, el exalcalde neoyorkino, Rudolph Giulanni, cuando era bueno y lo quería la gente, luego se volvió abogado defensor de Donad Trump y se convirtió en un demonio.
EL GRAN CENTRO DE VACUNACION
Uno camina dentro de ese estadio y de entrada te encuentras al gran Babe Ruth, no recuerdo si todavía está fija la estatua donde los jugadores, cuando iban a una Serie Mundial, le frotaban la panza en señal de buena suerte, pero dentro están todas las láminas en poster y banderines de Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio, Mickey Mantle, Roger Maris, y los nuevos. Rememoro esto porque hace dos noches, en el noticiero Imagen de Ciro Gómez Leyva, abrió con una bella nota. El alcalde de Nueva York, el demócrata Andrew Cuomo, dio la orden que el estadio de Yankees abriera y fuera centro de vacunación para los americanos y mexicanos y quienes se formaran -en Estados Unidos han vacunado a mas mexicanos que en México-, que día a día están muriendo en cantidades terribles por ese maldito Covid, y la nota bella fue que, de repente, entró el pitcher Mariano Rivera, enfundado en abrigo café, bufanday con cubrebocas, Nueva York ha estado nevando fuertemente y los fríos son canijos, diría Kamalucas, un filósofo de mi pueblo, llegó con el alcalde Cuomo con gorra neoyorkina, un demócrata que desafió a Trump cuando defendió a los migrantes mexicanos y latinos pues esa ciudad era ciudad santuario, que la política del racista echaba para afuera y separaba a los padres de los hijos, lio grande que le dejó a Biden al que ahora les cuesta trabajo buscar y encontrar a esos padres de esos niños aislados, juntos tomaron el pódium y micrófono para dirigirse a quienes allí vacunaban. Les dijo Rivera que ellos, los aficionados, muchas veces habían ido al estadio a alentarlo a él de salvar el juego, y que, en reciprocidad, ahora él venía a solidarizarse para salvar la vida de todos aquellos que se vacunaban. Papá Biden cumple lo que ofreció. Ahora vacunan a más de dos millones diarios de americanos y quienes se formen. Una buena nota.
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