Acertijos

ENTRE EL LUTO Y EL TRAIDOR 

Columna Acertijos de Gilberto Haz

*Y sobre todo, sé fiel a ti mismo, pues de ello se sigue, como el día a la noche, que no podrás ser falso con nadie. Camelot 

El mundo se convulsionó con la muerte de la reina Isabel II. Desde temprano los noticieristas de la BBC londinense alumbraban el camino que había luto en el Palacio de Buckingham, vestían de negro riguroso y en todo el país y el mundo se sospechaba su muerte. Moría después de un largo reinado de 70 años y a sus 96, bien vividos y contados, Isabel II, reina de los ingleses. Ese país que tuvo reyes y reinas que gobernaron, en la época que no solo reinaban, también gobernaban, que tiene el récord histórico de que en 900 años nadie los ha invadido. Guerreros por naturaleza, aunque Hitler anduvo cerca. Con la mejor Armada del mundo desde los tiempos de Enrique VIII y la Reina Virgen, Isabel I, aquella mujer que los arengaba a la guerra y se montaba en su caballo y se ponía al frente del pelotón. O ese otro rey que les dijo, según Shakespeare en su obra Enrique V. La arenga del rey a sus soldados antes de la batalla es una de las invenciones más memorables que el escritor ha aportado a la creación del mito de la inglesidad: “Nosotros pocos, nosotros felices pocos; nosotros, una banda de hermanos. Porque el que hoy derrame su sangre conmigo, será mi hermano… Y los gentilhombres, ahora en la cama en Inglaterra, se creerán malditos por no haber estado aquí”. Hasta que un día se les apareció el terco de Winston Churchill con su legendario discurso, aquel de ‘lucharemos en las playas, defenderemos nuestra isla, lucharemos en los campos, en las calles, en las colinas ¡Nunca nos rendiremos!’. 

Y no eran los Juegos de tronos de los 7 reinos.  

Es una pena que hoy no exista Shakespeare, para poder escribirle a su reina muerta. Como lo hizo con el rey Enrique: “¡Cúbranse de negro los cielos, ceda el día a la noche! / Cometas, trayendo un cambio de tiempos y de estados / Blandid vuestras trenzas de cristal en el cielo / Y con ellas azotad a las rebeldes estrellas / Que han consentido la muerte de Enrique”. 

Inglaterra es un pequeño país isleño que a lo largo de 600 años derrotó a un enemigo temible tras otro: a los nazis en la II Guerra Mundial; a Napoleón en Waterloo; a la Armada Invencible, con la inestimable (pero muchas veces convenientemente olvidada) ayuda del mal tiempo; a los franceses en la batalla de Agincourt de 1415. 

Parte de esa historia de la Segunda Guerra Mundial la vivió Isabel II, a quien un diario londinense despidió en su portada con este título: “Duerme, mom”. 

Era su madre y hoy todos le lloran. Descanse en paz esa Reina querida, controvertida, pero amada por todos. 

EL TRAIDOR ALITO MORENO 

Las heridas pueden sanar con el tiempo, pero algunas traiciones infectan y envenenan el alma. La traición de Alejandro Moreno, conocido como Alito o Malito, seguro va a envenenar la Alianza Va por México. Se vendió muy rápido, como reza el meme que circuló en las redes sociales, más rápido se vendió Alito que el avión presidencial. Es un tipo que, por salvar su pellejo, entregó a un partido que allí se iba reponiendo de sus quebrantos. Pero le tocó la mala suerte que le llegara a dirigirlo un pillo, que no soportó la presión de la 4T de AMLO ni de Layda, y entregó su alma al diablo y vendió caro su amor, como la aventurera de Lara. Es un tipo despreciable. Cínico. Todavía sonríe y dice que es lo mejor que le puede ocurrir a México. Es una desgracia para el PRI y para el país, si lo siguen consintiendo. Una prueba es que corrió a llevar a sus diputados al Campo Militar Marte a cuadrarse con el secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval, pero hubo algunos diputados dignos que no asistieron, entre ellos nuestro paisano, Pepe Yunes Zorrilla. Bien hizo el gobernador panista de Querétaro, uno de los mencionados presidenciables para esa Alianza, Mauricio Kuri González, en salir a declarar ayer en los noticieros nacionales, que más vale solos que mal acompañados. Dijo textual: “Si tuviéramos que ir solos, que así sea”. Y tiene razón, el contagio del PRI con esta traición, los va a perjudicar. Él salvó su pellejo, de hoy en adelante Alito dormirá tranquilo en su colchón Simmons, pero va a quedar marcado en su vida como un verdadero traidor. Y muchos priístas esperan la solución a su traición para abandonar ese partido o, al menos, ir a votar por otro. Bien lo dijo el gran William Shakespeare: “Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos”. 

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