+ Pobreza aumenta propagación de enfermedades zoonóticas
Córdoba.- En las últimas décadas, las enfermedades zoonóticas, (aquellas transferidas de animales a humanos) han ganado atención internacional. El ébola, la gripe aviar, la gripe por el virus H1N1, el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el virus del Nilo Occidental, el virus del Zika y el nuevo COVID-19 han causado pandemias o han amenazado con causarlas, y han dejado miles de muertes y grandes pérdidas económicas.
Los investigadores aún no han identificado el punto exacto en el que el virus SARS-CoV-2 se transmitió de animales a humanos y se presentó en la forma de COVID-19.
Pero una cosa está clara: ésta no será la última pandemia.
Lo anterior, fue una recopilación de la página de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) narrado por el Biólogo y especialista en Política, Gestión y Derecho Ambientales y Sustentabilidad, Guillermo Montealegre Quintero; quién detalló que en 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) levantó las alarmas sobre el aumento mundial de las epidemias zoonóticas.
Específicamente, señaló que 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son de origen animal y que dichas afecciones están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas.
“Según el informe Fronteras 2016 del PNUMA, las zoonosis son oportunistas y prosperan cuando hay cambios en el medio ambiente, en los huéspedes animales o humanos, o en los mismos patógenos”, dijo.
Explicó que la combinación entre el crecimiento de la población y la reducción de los ecosistemas y la biodiversidad facilitaron la transferencia de los patógenos de animales a personas.
“En promedio, una nueva enfermedad infecciosa emerge en los humanos cada cuatro meses, según este informe”, comentó.
Asimismo, detalló que las actividades humanas traen como consecuencia alteraciones en el medio ambiente, ya que al cambiar el uso del suelo por nuevos asentamientos, la agricultura, la deforestación, han fragmentado o invadido el hábitat de los animales, se han destruido zonas de amortiguamiento naturales, que normalmente separan a los humanos de la vida silvestre, y se han creado puentes para que los patógenos pasen de los animales a las personas.
“La situación se ha agravado a causa de la crisis climática provocada por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, los cambios en la temperatura, la humedad y la estacionalidad afectan directamente la supervivencia de los microbios en el medio ambiente, y la evidencia sugiere que las epidemias serán más frecuentes a medida que el clima siga transformándose”, apuntó.
Asimismo, aludió que las consecuencias del cambio climático afectan de forma más grave a las personas con menos recursos, lo que aumenta su vulnerabilidad y aumenta las posibilidades de propagación de las enfermedades zoonóticas.
Manifestó que en muchos países, el crecimiento económico y la transformación de zonas rurales a urbanas han provocado la demanda de productos lácteos y cárnicos por lo que esto ha llevado a desplazar miles de árboles para establecer cultivos y una ganadería más intensiva cerca y alrededor de las ciudades, lo que puede provocar un aumento de la exposición a las enfermedades.
“El ganado sirve como un puente epidemiológico entre la vida silvestre y los humanos, como en el caso de la gripe aviar. Los patógenos primero pasaron de aves silvestres infectadas a aves de corral, y luego a los humanos”, expresó.
Montealegre Quintero, señaló que el consumo de animales silvestres también puede facilitar la transmisión de animal a humano y como ejemplo, reveló que los primeros casos de SARS se asociaron al contacto con un animal que vive en la india y china (parecido en tamaño a un gato) y que se vende en los mercados como alimento. Se cree que algunos casos de ébola en África Central se transfirieron de huéspedes animales a humanos cuando se consumió carne de gorila infectada.
Explicó que la incubación (tiempo entre la infección humana y el momento en el cual la persona presenta síntomas puede durar días o semanas, pero todos los días millones de personas viajan de un país a otro en tan solo horas por lo que una enfermedad que se origina en un país puede propagarse rápidamente a otros.
“Esto fue muy visible en la rápida propagación del COVID-19, que afectó a casi todas las naciones del mundo durante los tres meses posteriores al primer caso reportado”, anunció.
Relató que los ecosistemas al sustentar la existencia de diversas especies, ayudan a regular las enfermedades. Cuanto más biodiverso es un ecosistema, más difícil es que un patógeno se propague rápidamente.
“La variedad genética sirve como una fuente natural de resistencia a las enfermedades entre las poblaciones animales y desgraciadamente los humanos han disminuido la biodiversidad a un ritmo sin precedentes, produciendo condiciones que benefician a ciertos patógenos”, expuso.
El biólogo dio como ejemplo la cría intensiva de ganado a menudo produce semejanzas genéticas dentro de rebaños y manadas, lo que aumenta la susceptibilidad de estos animales a la propagación de patógenos provenientes de la vida silvestre.
“La biodiversidad permite que los organismos transmisores de enfermedades se encuentren en una variedad de huéspedes, lo que provoca que el patógeno sea menos efectivo, al encontrarse ante una variedad de condiciones”, externó.
Finalmente, Guillermo Montealegre Quintero dijo que el caso contrario, cuando los patógenos se encuentran en áreas con menos biodiversidad, la transmisión puede extenderse rápidamente, como se ha demostrado en el caso del virus del Nilo occidental y la enfermedad de Lyme.
DATO:
La recopilación de información fue sustraída de la página de la ONU por el Biólogo y profesor en Política, Gestión y Derecho Ambientales y Sustentabilidad
Guillermo Montealegre Quintero.