*Padres exigen mayor capacitación para maestros y políticas inclusivas en escuelas regulares
Ixtaczoquitlán, Ver.- Oliver, un niño de 7 años con sordera profunda, enfrenta día a día las consecuencias de un sistema educativo que no está preparado para atender sus necesidades, pues a pesar de asistir a una escuela regular, la falta de capacitación de su maestra y la insuficiente atención especializada limitan su aprendizaje, evidenciando una grave falla en la formación docente hacia la inclusión real.
Sus padres, Oliveira Tezoco y Damián Xotlanihua, relatan que, aunque Oliver recibió un implante coclear, el dispositivo dejó de funcionar, obligándolo a depender de la lengua de señas y aunque el mayor reto no es solo la falta de recursos económicos, pues el nuevo implante tiene un costo de 350 mil peso, es la carencia de profesores capacitados para enseñar a niños con discapacidad auditiva. “El programa USAER solo ofrece media hora de apoyo al día, y eso no es suficiente. Necesitamos maestros preparados, que sepan comunicarse con él y adaptar las clases”, denunció Oliveira.
Además de las barreras educativas, la familia enfrenta discriminación, incluso de adultos que han hostigado a Oliver. “No me avergüenza mi hijo, estoy orgullosa. A través de él he aprendido la importancia de luchar por sus derechos”, expresó su madre.
Los padres exigen que el gobierno implemente la lengua de señas como materia obligatoria en las escuelas y que se fortalezca la capacitación docente en educación inclusiva. “Si los maestros no saben cómo enseñarles, nuestros hijos siempre estarán en desventaja”, señaló Oliveira.
Damián Xotlanihua agregó: “Los niños con discapacidad tienen las mismas capacidades, pero necesitan oportunidades reales. Sin una educación adecuada, el sistema los está dejando atrás”.
Los padres de Oliver aseguran que la falta de políticas públicas que garanticen una educación inclusiva y de calidad para personas con sordera, para que las autoridades no prioricen la capacitación docente y la sensibilización en las escuelas, pues en caso contrario niños como su hijo seguirán enfrentando barreras que, lejos de ser naturales, son resultado de la negligencia institucional.
Finalmente dijeron que como familia siguen luchando, no solo por el implante que Oliver necesita, sino por un futuro en el que ningún niño con discapacidad tenga que suplicar por el derecho básico a aprender.
